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Columna
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Es el automóvil, señora Barberá

El Ayuntamiento de Valencia ha dejado a medias la polémica remodelación de las grandes vías después de haber gastado 4,6 millones de euros del segundo Plan E del Gobierno de España, sin haber solucionado ninguno de los problemas que arrastran desde hace décadas y abriendo más de un interrogante.

Vayamos por partes. Se ha actuado en la Gran Vía del Marqués del Turia y en la de Fernando el Católico, dejando sin remodelar la de Ramón y Cajal y manteniendo el asfalto puro y duro de la de Germanías. Con lo cual se ha incumplido absolutamente el pretendido objetivo de dar una continuidad formal a este eje viario. La instalación de losetas ha ido más allá de las promesas de la alcaldesa a la asociación de amigos de los jardines, cuyos miembros esperaban un mayor respeto a la configuración tradicional del jardín con suelo de tierra. Y aunque se han plantado algunas especies autóctonas, no parece haberse tenido muy en cuenta la necesidad de ahorrar agua porque algunas zonas se han sembrado con distintas variedades británicas de césped. Tampoco ha habido ninguna sensibilidad hacia los cada vez más numerosos usuarios de la bicicleta, desaprovechándose la oportunidad de haber habilitado unos buenos carriles bici, sobre todo en un momento en que muchos inexpertos usuarios del Valenbisi abusan de las aceras.

Lo más extraño es que se haya priorizado la intervención en Marqués del Turia por delante de la de Ramón y Cajal, no ya porque le hiciera más falta a esta, que también, sino porque se supone que dentro de nada comenzarán las obras del llamado eje pasante, el túnel ferroviario que permitirá que los trenes discurran en el sentido de la costa convirtiendo la estación central en estación de paso, evitando el actual cul de sac y las consiguientes maniobras. Y una parte de ese túnel, según el proyecto que actualmente se encuentra en fase de redacción, discurrirá por el tramo de Marqués del Turia comprendido entre Hernán Cortés y Jacinto Benavente. Así que, como decía mi abuela, la feina del matalafer, fer i desfer.

Con todo, lo más grave es que se ha desaprovechado la gran oportunidad de quitarle protagonismo a los coches. Porque el problema, señora Barberá, es que el automóvil devora la ciudad. Y en estas grandes vías el ruido es tal que no se pueden abrir las ventanas de las casas y los jardines no son amables al paseo.

Después del desastre de haber convertido la avenida del Puerto en una lamentable autopista, parecía que con la remodelación de Peris y Valero (también Plan E) se había aprendido algo: carril bici, ampliación y arbolado de aceras, ajardinamiento de la mediana con zona de espera para peatones, asfalto fono absorbente, disminución de los carriles para coches y por tanto apaciguamiento del tráfico y reducción del ruido y de la contaminación. Pero no, está visto que no, que nunca es tarde para volver a las andadas y más si quien toma las decisiones ni pasea, ni pedalea.

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