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Reportaje:

La Noche en Blanco se queda corta

Miles de personas disfrutan en Málaga de actividades culturales gratuitas

Fueron siete horas, pero se hicieron cortas. La cuarta edición de la Noche en Blanco en Málaga obtuvo una multitudinaria respuesta por parte de malagueños y visitantes, que abarrotaron el centro de la capital hasta bien entrada la madrugada del domingo disfrutando de alguna de las 130 actividades culturales gratuitas programadas en más de un centenar de espacios.

Nadie parecía tener prisa. O esa era la impresión que causaban las interminables hileras de personas que aguardaban pacientes para entrar al recién estrenado Museo Thyssen y admirar la colección de pintura española del siglo XIX que alberga sus salas, en la casa natal de Picasso en la Plaza de la Merced o al Museo Picasso, que añadía como atractivo a la visita de la exposición permanente y a la de Martin Kippenberger un recorrido por el bello palacio del siglo XVI que lo acoge. Aquí era más que notable el tirón que la pinacoteca del Palacio de Buenavista tiene entre los turistas, numerosos en la cola de espera.

Las colas más largas se registraron en los museos Thyssen y Picasso

Muchos noctámbulos se dejaban sorprender de las propuestas que encontraban a su paso y otros seguían un itinerario trazado concienzudamente para participar en las actividades que más le atraían. Quizá una de las más exitosas fue el concierto que el grupo Celtas Cortos dio en la Plaza de la Constitución, llena hasta colapsar las calles adyacentes. Menos gente, por una simple cuestión de aforo, acudió a ver el espectáculo Reversos que el vocalista de Danza Invisible, Javier Ojeda, dio en el Centro Cultural Provincial poco después. "Ha estado muy bien, muy animado, pero me esperaba que cantase algunas canciones de Danza Invisible", contaba María Petri, que junto a unas amigas trataba de hacerse un hueco en la barra del concurrido hotel Larios, desde cuya terraza se entretenía la gente mirando la marea humana que iba y venía por la calle Larios.

Concurridas también, como en ediciones anteriores, las colas para visitar monumentos como La Alcazaba o el Centro de Interpretación del Teatro Romano; al igual que las plazas que, como la del Obispo, frente a la Catedral de Málaga, acogieron actuaciones musicales al aire libre.

Sin una nube en el cielo y con temperatura veraniega, también fueron triunfadores de la noche los bares y restaurantes. Encontrar una terraza con sitio era misión imposible. Pedir en la barra, una cuestión de templanza. "Hemos triplicado el turno de mesas en la terraza", decía satisfecho Juan, camarero de un céntrico restaurante en la calle de la Bolsa.

Con el estómago lleno, la gente se esparció algo más, buscando terrazas y bares donde reposar la comida y tomar una copa. La calle Alcazabilla fue uno de los destinos preferidos. Allí, entre copa y copa, se pudieron ver numerosos cortometrajes al aire libre, trabajos exhibidos en la última edición del Festival de Cine de Málaga.

Imagen de <i>Un piano en la calle</i>, una de las actividades de la Noche en Blanco de Málaga.
Imagen de Un piano en la calle, una de las actividades de la Noche en Blanco de Málaga.GARCÍA-SANTOS

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