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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Demasiado modesta

El crecimiento del 0,2% en el primer trimestre prueba la debilidad de la recuperación

Los cálculos de crecimiento del PIB para el primer trimestre de 2011 difundidos ayer por el Banco de España indican un aumento respecto al último trimestre de 2010 del 0,2%. A la vista de los números, algo se puede decir con certeza: si se mantiene este ritmo de crecimiento trimestral, el objetivo del Gobierno para el conjunto del año (1,3%) es tarea imposible. El primer trimestre de este año apunta más bien a una tasa de crecimiento anual en torno al 0,7% o al 0,8% (en el mejor de los casos) que condenaría a la economía española a otros tres trimestres sin creación neta de empleo. Nada nuevo, por otra parte. La modesta tasa de crecimiento entre enero y marzo confirma lo que otros indicadores, como el empleo y el paro, ya han revelado, es decir, que la economía española está todavía en una fase de reactivación apenas perceptible para el conjunto de los ciudadanos.

La estructura de ese modesto crecimiento tampoco es nueva. Se apoya sobre todo en el sector exterior, que ha aportado el 0,3% de crecimiento intertrimestral gracias a una subida espectacular de las exportaciones (20%) y, con menos intensidad, en el consumo de las familias. El problema es que la inversión no repunta (ni lo hará a medio plazo si se cumple la previsión del Banco de España de que el grifo del crédito seguirá cerrado durante los próximos meses) y la construcción no ha concluido su ajuste, ni en precios ni en empleo. Con un agravante. En los próximos meses probablemente se dejarán sentir las consecuencias depresivas de las restricciones presupuestarias que están aplicando las comunidades autónomas, añadidas a las que ya causa la contracción de las inversiones de la Administración central. Por tanto, bien puede temerse que la evolución de la economía durante los próximos meses está más cerca de un estancamiento que de una reactivación.

En momentos así se aprecian las consecuencias de los retrasos políticos en acometer las reformas económicas urgentes. La recapitalización de las cajas de ahorros, la decisión más perentoria de todas, se demoró con bien poca sensatez, cuando, si se hubiera hecho en plazo, ahora estaría concluida y rindiendo beneficios en forma de una recuperación casi total del crédito. Sin préstamos, no hay crecimiento económico posible. Y el Banco de España ya ha advertido que serán más caros y más escasos en los próximos meses.

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