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El obispado de Ibiza y un colegio arropan al cura imputado por abusos

La diócesis mantiene como párroco al director de un centro denunciado por tocamientos a alumnos - El profesorado del centro cierra filas por su inocencia

El cura Josep Lluís Mollà Ferrer, de 39 años, es sospechoso para un juez y la fiscalía de ser autor de abusos sexuales a menores. Le señalan alumnos de tres cursos sucesivos de secundaria, de 10 a 14 años, del centro escolar diocesano que dirige. Nueve víctimas, con sus padres, narraron a la Guardia Civil los supuestos episodios y tres familias mantuvieron la denuncia que abrió el caso penal. Mollà es el primer sacerdote detenido en Baleares por un supuesto escándalo de abusos sexuales. Está en libertad con cargos, imputado, y no puede acercarse a menos de 50 metros de los denunciantes y del centro educativo de Can Bonet de Sant Antoni.

Allí, los escolares van uniformados; el director manifiesta obsesión por el orden y la pulcritud. Varios de ellos contaron a sus padres que, en su despacho, el sacerdote les recolocaba la indumentaria y, supuestamente, los manoseaba al ajustar el pantalón largo. También lamentaron gestos de excesiva proximidad corporal. "Si fuera el profesor de gimnasia no se extrañarían, no le denunciarían. Esta historia comenzó de cachondeo y mire adonde llegó", espeta Pilar Gancedo, profesora y compañera de despacho de Mollà.

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El sospechoso está al frente desde 2005 del colegio concertado, propiedad de una fundación del obispado de Ibiza, que selecciona el claustro y nombra al director. Mollà imparte clases de Religión, Ética y, también, Educación para la Ciudadanía. Hay 313 alumnos de tres a 16 años, de clase media de un pueblo turístico. La inspección educativa indagó tras las primeras quejas, pero el obispado solo reaccionó dos días después de la detención del director, cuando la noticia se publicó.

El cura no puede ejercer de director ni de docente, por la orden judicial. El obispado le mantiene como párroco de Sant Josep y Es Cubells. Pero en Semana Santa se ausentó, regresó a su tierra, Valencia, con su madre. Se quitó de en medio, explicó en privado el obispo, su paisano y protector, Vicente Juan Segura, que no ve motivo para apartarle de sus feligreses. El obispado de Ibiza ha apoyado públicamente a Mollà por su "conducta intachable", y lamentó que se pusiera "en entredicho su honorabilidad". También advirtió de que podría actuar contra los denunciantes. El cura es examinado en "la ley de la Iglesia y no pesa sobre él ninguna sanción canónica", subraya el sacerdote instructor Miguel Ángel Sánchez.

"Pongo la mano en el fuego por Josep. No tengo ninguna duda sobre él. Nada de lo que se le acusa es verdad", insiste Gancedo, en nombre de todo el profesorado del centro. Gancedo, una de las 24 docentes, fue llamada con otra compañera a testificar ante la Guardia Civil antes de la detención del sacerdote director. "Al saber de una denuncia, se lo comentamos; él creyó que era una broma de chicos", lamentó. El 18 de abril, Josep Lluís Mollà tuvo que acudir con su abogado al cuartel de la Guardia Civil de Sant Antoni. Allí le leyeron sus derechos y le interrogaron sobre los supuestos tocamientos ocurridos en su despacho. "Es imposible, la puerta está siempre abierta, no cierra con llave", dice la profesora.

Con 22.000 habitantes y gran movimiento juvenil internacional, Sant Antoni cuenta con una unidad de menores de la policía local. Dos municipales y su oficial jefe escucharon las primeras quejas de una madre y después de otros padres y varios chicos. El caso pasó a la Guardia Civil que a su vez pidió ayuda a la Unidad de Mujeres y Menores (Emume).

Los especialistas documentaron las explicaciones de nueve alumnos, sus familiares y dos profesores. Finalmente, escucharon al director. En la causa que se instruye ya en un juzgado consta que tres padres formalizaron las denuncias en nombre de sus hijos. El expediente aborda "seis relatos, situaciones límite, de presuntos abusos", indica una fuente de la investigación. La fiscalía respaldó las sospechas, por lo que Mollà fue detenido pese a la versión exculpatoria de los docentes.

"Todo se centra en un alumno y una madre. ¿Por qué no retiró al hijo del centro?", se queja la profesora Gancedo. "No tengo nada que ver con el obispado y no me han presionado", añade. Desde la asociación de padres de alumnos también apoyan al cura. "Ni antes ni ahora, nunca ningún familiar nos alertó", dice Marián, su presidenta. Una de las tres familias denunciantes, en pleno revuelo tras la divulgación del caso, acudió al juzgado "a retirar su firma, porque no había nada que denunciar y no sabía que lo había hecho", sostiene la profesora Gancedo.

Un penalista ibizenco, C.S., considera que esta es una acción irregular en un proceso penal. Los docentes niegan que pidieran explicaciones a los escolares denunciantes tras la detención del cura. "Fueron ellos y sus padres que vinieron a nosotros. Jamás pensaron que acusaban".

Una exvíctima de abusos sexuales en un colegio religioso, el psicólogo Enrique Pérez Guerra, educador de menores en Palma, explica que "la imagen de bonhomía inmuniza frente a la asunción social de la pedofilia. Por extraño que resulte, la condición religiosa sigue blindando contra esa sospecha. La ley del silencio sitúa de antemano culpabilidades e inocencias". "No sé si es una trola. Quizá si, quizá no. El mossenya es un poco autoritario, de pit inflat [henchido de pecho], autosuficiente", dice un vecino de Sant Josep. "Es popular e integrista, con buena formación", observa otro parroquiano. Vivía solo.

El cura, grave y sereno, compareció ante al juez José Espinosa y el fiscal de guardia. Estuvo varias horas privado de libertad el día 18. Iba vestido de oscuro. Generalmente usa alzacuellos y alguna vez sotana porque lo manda el obispo, muy conservador. Lo conoce bien, fue su portavoz y responsable de medios.

Josep Lluís Mollà Ferrer.
Josep Lluís Mollà Ferrer.GERMAN G. LAMA

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