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"Vi que había dos cuerpos en el suelo y los estaban rematando"

Un testigo protegido relata el asesinato a manos de ETA de dos policías y una mujer embarazada en 1983

El relato del testigo protegido sobre el asesinato de los policías Julio Segarra y Pedro Barquero, y de la mujer de este último, embarazada de siete meses, ayer en la Audiencia Nacional, fue espeluznante.

Eran las ocho de la mañana del 4 de mayo de 1983 y, como cada día, este hombre se disponía a sacar su coche del garaje de la calle de El Carmelo, en Bilbao. Pero aquel día había algo raro en el aparcamiento. "Noté una cierta oscuridad que no era la de todos los días", relató el testigo durante el juicio a los presuntos asesinos, los etarras Manuel Inciarte y Félix Ignacio Esparza. Nada más coger su vehículo, escuchó "como un sollozo o un lamento". Alarmado, se dio la vuelta y vio detrás del coche al agente Pedro Barquero y a su mujer, en un estado de gestación muy avanzado y por tanto evidente. En el momento en que empezó a dar marcha atrás, comenzó el tiroteo. A través de su espejo retrovisor, pudo ver los destellos de las armas de los etarras. Después, vio como uno de ellos se acercaba a sus víctimas con la pistola en la mano. "Se agachó un poco y les disparó a una distancia muy corta", afirmó. "Vi que había dos cuerpos en el suelo y que los estaba rematando", añadió.

La mujer, encinta de siete meses, recibió balazos en la cara, el cuello y el hombro
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Impresionado por lo que acababa de presenciar, el testigo salió de su vehículo. Al hacerlo, uno de los terroristas trató de retenerle enseñándole una placa de policía. Sin embargo, consiguió zafarse en un descuido de este. Escapó corriendo "con el miedo en el cuerpo", contó ayer en la Audiencia. "Me puse a cien, salí temblando de allí", prosiguió.

El fiscal pide para ambos etarras 101 años de cárcel.

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El objetivo de Inciarte y Esparza, y de los otros cuatro miembros del comando Vizcaya que participaron en el atentado -dos de ellos condenados y los otros dos en paradero desconocido- era el agente Segarra, al que querían sorprender en el aparcamiento. Pero cuando lo redujeron, ataron y amordazaron, apareció Barquero con su esposa. Este último echó mano de su arma al comprobar lo que estaba ocurriendo y se desencadenó la fatal balacera.

Uno de los miembros del comando ya condenado, Enrique Letona, dio un tiro a quemarropa contra Segarra, que permanecía atado en un extremo del garaje. Mientras, Esparza e Iriarte disparaban contra Barquero y su mujer. El primero recibió cuatro disparos y otros tres su mujer (en el cuello, en un hombro, y en la cara), que causaron su muerte y la del bebé que esperaba. Tras su detención, Letona contó a la Guardia Civil que había sido Esparza el que los remató, y que le pareció "una salvajada" que lo condujo a abandonar ETA. Pero tanto Esparza como Iriarte negaron su participación en el atentado. Alegaron que se encontraban en Biarritz (Francia) y Managua (Nicaragua), en ese momento.

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