El bisturí no tiene sexo
Los actores también sucumben a los excesos de la cirugía estética
Buscaban detener el tiempo y acabaron por congelar su rostro. El nuevo evangelio de la cirugía estética se escribe en masculino y con exclamación, en el pequeño universo de los actores de cine. Ellos también se operan. Aunque no siempre con resultado satisfactorio. Ya sea por mala praxis o por exceso de ella, los intérpretes recurren a este tipo de cirugía en busca de la eterna juventud.
Mickey Rourke ha pasado de ser el compañero perfecto para una tarde de juegos eróticos en la cocina como hacía en 9 semanas y media, a personaje de cómic en Sin City o boxeador acribillado en El luchador. En los dos últimos casos necesitó maquillaje para su interpretación. Una máscara sobre otra a causa de las intervenciones a las que se sometió a principios de los noventa. "Los pacientes deben saber que operarse conlleva un riesgo y se pueden producir reacciones internas", explica la especialista en estética Carmen Navarro.
Hace 10 años se operaban la nariz, ahora optan por las ojeras y los 'liftings'
Navarro cuenta con personajes famosos entre su clientela, a los que aconseja la prevención antes que la operación: "El problema es que técnicas como la mesoterapia facial conllevan mayor sacrificio al requerir de 10 a 15 sesiones dos días por semana. Lo que los pacientes no asumen es que un posoperatorio de seis meses supone, al final, el mismo tiempo". La impaciencia lleva a algunos a contratar a varios médicos para no cumplir los plazos: "Hay quienes se inyectan con dos médicos distintos para no esperar los seis meses aconsejados".
Las diferencias entre hombres y mujeres comienzan en la consulta. "Ellos son más directos. Tienen ideas más concretas y son más quisquillosos", dice Antonio Tapia, cirujano plástico del Instituto Tapia de Barcelona. "Les cuesta mucho decidirse a ir, por eso al final son más exigentes", apostilla Maribel Yébenes, otra de las gurús de la estética en España.
Además, consiguen mejores resultados por el tipo de piel: "Influye también la constitución anatómica de la cara", dice Tapia. Por eso, aclara el doctor, "cuando un resultado es evidente es señal de que la operación está mal hecha".
Cuando hace 10 años los hombres comenzaron a entrar en el mundo de la cosmética, visitaban a los cirujanos en busca de "narices nuevas y liposucciones", cuenta Yébenes. Con el nuevo siglo, aprendieron que los párpados aletean unas 10.000 veces al día y empezaron a reclamar menos bolsas bajo los ojos o lo que es lo mismo, blefaroplastias, liftings e inyecciones de ácido hialurónico -bótox- entre ceja y ceja.
Uno de los mayores expertos en estas técnicas es Robert Red-ford. El actor ha perdido parte de la expresión de su cara. "Pasó de tener un rostro enjuto, de hombre de campo, a una cara más redonda y sin movimiento", dice Navarro. "Al ser pelirrojo tiene la piel más sensible y es evidente que tras las operaciones no se la ha cuidado", cuenta Yébenes.
La preocupación de Tom Hanks y John Travolta se encuentra un poco más arriba. "Los actores parecen tener mayor densidad del cabello y no se han cubierto las entradas. Tienen que ser fisiológicas, acordes a la edad de cada uno. Lo último en trasplante capilar es el microinjerto con Sérum Plat", explica el doctor Alberto Gorrochategui, de la clínica dermatológica Ercilla.
Los especialistas coinciden en que los intérpretes masculinos españoles también se operan, pero "no buscan un cambio radical". Uno de los exponentes es Arturo Fernández, el que utilizara el chatina con toda fémina que se le cruzara. "Venía a mi centro hace 20 años todos los días a hacerse la cara", recuerda Navarro. "Ahora solo se trata con el doctor Chams -conocido por sus inyecciones de bótox entre los famosos-".
En busca del elixir de la juventud parece que los actores se hunden en la marmita de este tónico sin asumir los efectos secundarios.
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