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Reportaje:Catástrofe en el Pacífico

Todo depende de la 'coraza' de la planta

El edificio de contención de la central debe ser capaz de soportar cualquier incidencia - Los expertos no esperan que se produzca otro Chernóbil

Pendientes de la coraza, de las cámaras de contención de la central. Así están los expertos ante la situación de Fukushima. Lo que todos descartan es que se produzca un nuevo Chernóbil.

- "El edificio de contención debería soportar cualquier explosión",

dice César Molins, doctor en Ingeniería Nuclear y exdirectivo de la American Nuclear Society. Una fusión del núcleo del reactor implica un riesgo de explosión ya previsto en el diseño de las centrales, de modo que el edificio hermético en el que se aloja el núcleo será capaz de absorber la deflagración, señala. "Ya ocurrió en Three Mile Island en 1979, y el edificio de contención soportó la explosión (...). El combustible no provoca la explosión, pero sí las varillas en las que se aloja: están construidas de zirconio, un material muy resistente que al fundirse puede reaccionar con el agua generando una burbuja de hidrógeno, que puede causar una potente deflagración", advierte.

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- "La fusión obligaría a liberar más gases radiactivos", explica José María García Casasnovas, vocal de la Comisión de Energía del Colegio de Ingenieros de Cataluña. "La presión genera vapor de agua que obliga a aumentar las expulsiones de gas para evitar explosiones o fracturas del recinto", señala. Este tipo de emisiones pasan a través de un sistema de filtros que evitan que gran parte de las partículas radiactivas se liberen al exterior.

- "Cada día que pasa juega en favor de la seguridad", afirma Xavier Díaz, catedrático de Ingeniería Nuclear de la Universidad Politécnica de Cataluña. Con el tiempo, "el reactor genera menos calor residual, por lo que la presión se va reduciendo". La central libera, básicamente, cesio y yodo radiactivos, y su posible impacto en el medio ambiente y la salud queda a merced del viento. La vida media del cesio -el tiempo durante el que perdura su radiactividad- oscila entre los dos y los 30 años. Luego puede ingresar en un organismo a través de los alimentos, el agua, el aire o por contacto con la piel, dañando las células y produciendo cáncer. "Las emisiones de forma controlada sirven precisamente para evitar este tipo de altas concentraciones de radiactividad", señala Díaz. "El yodo es mucho más peligroso para la salud de las personas", añade.

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- "Hay que ver cuánto resiste el contenedor", opina Juan José Gómez Cárdenas, del CSIC. "Nadie ha visto estroncio aún, por lo que es dudoso que haya una fusión del núcleo del reactor", afirma. Pero, si se produjera, "el modelo esperable es que el hormigón lo contenga". El núcleo fundido "será una masa que va para abajo, enfriándose hasta que vuelva a cristalizar. Lo más peligroso sería que llegara hasta un caudal de agua subterránea, porque ello ayudaría a su propagación".

La situación es muy diferente de la de Chernóbil. "Aquella central no tenía sistema de contención. Lo que hubo fue una explosión que lanzó al aire una columna de material radiactivo. Aquí está confinado (...). Lo más probable es que las consecuencias incluso de una fusión total sean ligeras".

- "El riesgo es muy reducido", afirma Enrique González, del Ciemat. "De momento, la contención se mantiene íntegra. La liberación de gases está siendo muy pequeña y controlada. Por eso el riesgo es muy reducido, y lo normal es que el impacto en el medio ambiente o en las personas sea muy limitado". González también quiere destacar que la central está aguantando "mucho más allá de las situaciones de diseño".

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