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Europa recibe al dictador uzbeko con alfombra roja

Karímov se entrevistó con el presidente de la Comisión y el jefe de la OTAN

Islam Karímov, el autócrata uzbeko responsable de la matanza de Andijan, en la que cientos de personas perdieron la vida en 2005, según organizaciones de derechos humanos, dejó ayer en evidencia a la Comisión Europea y a la OTAN con una visita a Bruselas sobre la que ambas organizaciones intentaron correr un tupido velo. La llegada de Karímov se produce cuando la UE elogia el alzamiento popular de Túnez contra el presidente Zine El Abidine Ben Ali, estrecho colaborador de la Unión hasta su huida a Arabia Saudí. "Esta visita es una vergüenza para la UE y para Occidente", se lamenta la disidente uzbeka Mutabar Tayibaieva, encarcelada hasta 2008 por Karímov.

El dictador se autoinvitó a Bruselas y pidió entrevistarse con el presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, y con el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen. Ninguno de los dos encontró razones para frustrarle el deseo, al contrario de lo que hicieron las autoridades belgas y el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy.

Como la visita fue vergonzante y el viajero era poco frecuentable, no hubo conferencia de prensa conjunta con Barroso ni con Rasmussen, en contra de lo habitual. El presidente de la Comisión se limitó a expresar en un comunicado que la UE "sigue una política de compromiso crítico, condicionado y amplio" con Uzbekistán. "He planteado las preocupaciones de Europa, en especial las relativas a los derechos humanos y las libertades civiles", agregó. Además de hablar, la Comisión firmó con Karímov un acuerdo sobre energía.

El secretario general de al OTAN también justificó la reunión por el hecho de que Uzkebistán es un socio clave de la Alianza por su colaboración en el tránsito de equipamiento para los soldados aliados en Afganistán. Rasmusen prometió que en la entrevista con Karímov le plantearía cuestiones "sobre derechos humanos y principios democráticos".

La visita del presidente uzbeko a Bruselas coincidió con la presentación del informe anual de Human Rights Watch, organización defensora de los derechos humanos en el mundo. Ken Roth, su director ejecutivo, fue muy crítico con el modo en que la UE trata de los derechos humanos y arremetió contra la retórica de los comunicados y la diplomacia tranquila de Catherine Ashton, que enmascaran la falta de una estrategia comunitaria sobre la cuestión.

Como ejemplo de enfoque erróneo, Roth planteó lo visto ayer en Bruselas, las conversaciones a puerta cerrada sobre derechos humanos. Es lo que hicieron Barroso y Rasmussen con Karímov "uno de los peores violadores de derechos humanos que hay en el mundo", según Roth.

Hablando del papel de los europeos en Túnez -encarnada en una Francia que horas antes de la caída de Ben Ali todavía le ofrecía ayuda para contener "la situación de orden público"-, una fuente diplomática comunitaria señala que la UE trata "con países, es decir con Gobiernos y sociedades". La primera lección de Túnez es la de que "los pueblos tienen voz y pueden hacerse oír con independencia de lo represivo que pueda ser el régimen", según la fuente.

Disidentes uzbekos protestan ante el edificio de la Comisión Europea en Bruselas.
Disidentes uzbekos protestan ante el edificio de la Comisión Europea en Bruselas.AFP

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