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La ballena avista su nueva casa azul

El Museu Blau de ciencias naturales, en el Fòrum, se inaugurará en marzo

La vieja ballena emblemática del museo de ciencias naturales de Barcelona ya avista la nueva casa azul en la que reposarán sus -nunca mejor dicho- huesos. El esqueleto que, como recordarán se cayó fatalmente mientras lo desmontaban de su emplazamiento histórico en el Castell dels Tres Dragons de la Ciutadella, el antiguo Museo de Zoología, sufriendo graves desperfectos, se encuentra ahora mismo en el instituto paleontológico de Sabadell donde lo han restaurado y limpiado a conciencia. Próximamente viajará a Sevilla para su montaje (en esta etapa postrera el cetáceo se mueve más que Moby Dick) y regresará en tres trozos grandes a Barcelona. Pasará directamente a su nueva residencia, el Museu Blau -el antiguo edificio Fòrum totalmente remozado por dentro en una auténtica virguería arquitectónica- 15 días antes de la inauguración, prevista para finales de marzo, del nuevo equipamiento. Este, la nueva sede del museo de ciencias naturales, va a ser un lugar digno de verse: un espacio equivalente a dos campos de fútbol pero sugerentemente intrincado, laberíntico, que acogerá un auditorio, aulas, restaurante, tienda, y sobre todo una gran exposición permanente sobre la vida en la que se mostrarán por todo lo alto y con la más moderna museografía las piezas señeras de la colección del histórico centro. Habrá cosas tan singulares como un chill out de sonidos de animales, un cubículo dedicado al sexo y la reproducción, y un jardín, y se mostrará como ningún museo lo hace actualmente la vida microscópica en toda su intensidad. "Sorprenderemos al mundo con este museo", aseguró ayer durante una visita de obras el arquitecto Tomislav Duschanov, de la firma Herzog & De Meuron que construyó el edificio Fòrum en 2004 y es la que ha desarrollado el diseño museográfico y la adaptación de los espacios a su nueva función.

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El presupuesto global del Museu Blau, incluida la puesta a tono del edificio, asciende a 12 millones de euros que paga íntegramente el Ayuntamiento de Barcelona. El Museu Blau será una de las cuatro patas, la más espectacular, del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona (MCNB), institución que completan: 1) el jardín y el instituto botánico de Montjuïc, 2) el Castell dels Tres Dragons, y 3) el museo Martorell, los dos últimos en el parque de la Ciutadella. El nuevo equipamiento, según recalcó ayer Anna Omedes, directora del MCNB, permitirá que la institución cuente de verdad con grandes y modernos espacios de exhibición y pueda desplegar con la intensidad que merecen las joyas de su colección en una exposición permanente de referencia.

El museo Martorell, ex museo de geología, quedará como una especie de "museo de museos" que permitirá adentrarse en la historia de las ciencias naturales y su estudio y exhibición en el XIX. El Castell dels Tres Dragons (rebautizado Laboratori de Natura) permanecerá provisionalmente como espacio de las colecciones (lo que se expondrá en el Museu Blau es solo una pieza de cada 10.000 de las que posee el museo de ciencias naturales) y su estudio científico, y susceptible de visitas puntuales. Pero el objetivo a medio plazo es que las colecciones y el ámbito de investigación se trasladen a un nuevo edificio en una ubicación aún por determinar y el castillo modernista se convierta en un foco de interés por su misma arquitectura y pueda ser visitado libremente.

En la vista de obras de ayer, desarrollada con una temperatura tan gélida que dijérase el museo del pingüino, Omedes destacó la velocidad "digna del Guinness" con la que se ha llevado a cabo la obra de reacondicionamiento del edificio para su nueva utilidad. En 18 meses el trabajo está muy avanzado y "ya se puede sentir el espacio y entenderlo". De momento todavía no hay ni un espécimen, pero se intuye el recorrido, entre las grandes pilastras de material rugoso TXT, con sugestiva y abrumadora textura de estratos volcánicos, aunque aún hay que esforzarse para ver ese pedazo de centro que formará parte de "la élite mundial de los museos de ciencias".

El reto ha sido meter el museo con todas sus necesidades y expectativas en un edificio preexistente. Las actuaciones van desde afuera, donde se "tatuará" en el suelo una línea para llevar hasta el museo, al aprovechamiento de los vericuetos del edificio como espacios que estimulan la imaginación y la curiosidad. Tras acceder a través de la escalera a la planta 1 el visitante se encontrará con el gran vestíbulo y la vieja amiga, ¡la ballena!, y toda una serie de servicios gratuitos. Luego llegará al control de entradas, verá proyecciones de la Tierra antes del despertar de la vida y accederá a la exposición permanente, de mil metros cuadrados. El recorrido por la exposición es curvo y sinuoso y sugiere cañones, el río de la evolución.

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