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Fillon defiende la continuidad de las reformas ante la crisis

El primer ministro francés presenta su programa de Gobierno

Antonio Jiménez Barca

En el protocolario y solemne discurso de "política general" en la Asamblea Nacional con el que se estrena siempre un primer ministro francés, François Fillon, recientemente reelegido por Nicolas Sarkozy -y más popular en los sondeos que el propio presidente-, anunció ayer que su Gobierno va a continuar con las reformas estructurales en Francia, entre otros, en el campo de la dependencia y la fiscalidad, con un ojo puesto en el déficit público.

Fillon, en un texto sobrio y sin muchas sorpresas o frases brillantes (un reflejo de lo que es su propia personalidad, algo átona pero sólida, sin patinazos ni discordancias), comentó las principales apuestas de su nuevo Ejecutivo, nombrado hace 10 días.

"La impopularidad de hoy puede ser estima mañana", dijo en la Asamblea

Comenzó con una suerte de declaración de intenciones: "Creo en la estabilidad y en la duración", afirmó. "¿Quién de vosotros no quiere una Francia más moderna?". En esta continuidad y en esta aspiración de modernidad, se incluyen, en los 18 meses que quedan antes de las elecciones presidenciales de 2012, varias reformas -anunciadas ya por Sarkozy en una larga entrevista en televisión hace una semana- que, según parece, imprimirán a este tiempo final un ritmo trepidante en Francia a pesar de las estrecheces económicas.

"No habrá más gasto público, tampoco se subirán los impuestos", advirtió el primer ministro, que se ha caracterizado durante estos tres años y medio al frente del Gobierno por encarnar el rigor presupuestario y la necesidad de enjugar la deuda francesa.

Fillon habló de una de esas reformas: la financiación de las personas dependientes. Para ello, el Gobierno convocará en los próximos meses a un gran debate público a todos los agentes sociales y fuerzas políticas. El primer ministro fijó en 30.000 millones de euros lo que costará anualmente a la Seguridad Social francesa la atención a estas personas. También aludió a una próxima modificación fiscal que hará converger los dos impuestos actuales que pagan los más ricos, y a la posible incorporación del jurado popular al sistema jurídico.

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Fillon, a quien en los tiempos de su primer discurso de investidura le endosaron el mote de Mr Nobody (señor nadie), por su falta de carisma, con el peso político que le dan sus mejores sondeos y una mayor seguridad, justificó ayer lo hecho hasta ahora. Y quiso enviar un aviso a quienes se complacen en la escasa aceptación que posee en la actualidad Sarkozy, después de la aprobación de la contestada reforma de las pensiones: "La impopularidad de hoy puede ser la estima del mañana". Atacó el, a su juicio, inmovilismo de la izquierda, a la que acusó de haber espoleado a los jóvenes a la protesta social ("dando una imagen depresiva de los jóvenes"). Y añadió: "La historia dirá si lo conseguimos o no. Pero no que no hicimos nada".

La votación que siguió a este discurso, que debía o no dar la confianza al reelegido primer ministro, se saldó con 326 votos a favor y 226 en contra. La izquierda, eso sí, criticó el "falso nuevo impulso del nuevo Fillon, que es el de siempre y personifica tres años de fracasos", según explicó un diputado francés.

El primer ministro francés, François Fillon, ayer en la Asamblea.
El primer ministro francés, François Fillon, ayer en la Asamblea.AFP

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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