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Las estrategias de política económica

Estados Unidos acerca posturas con China en vísperas del G-20

Washington niega que tenga un plan para debilitar el dólar

Los guiños se suceden entre Estados Unidos y China: yo no te acuso de manipular tu divisa; tú no te metes con las decisiones de mi banco central. Pekín dio ayer una alegría a Washington al mostrar, por primera vez, cierto apoyo —matizado— a la nueva ronda de liquidez anunciada por la Reserva Federal para dar brío a la economía. Se trata de una compra de deuda pública de 600.000 millones de dólares (420.000 millones de euros) que persigue rebajar los tipos de interés, desatascar el crédito y que de paso permite devaluar el dólar y con ello da fuelle a las exportaciones de EE UU.

El bautizado como QE2 está sirviendo de inmejorable excusa a China para seguir interviniendo en el mercado de divisas con objeto de mantener depreciada su divisa, el yuan. El secretario del Tesoro de EE UU, Tim Geithner, ha repetido en las últimas semanas que no va a usar el billete verde como herramienta para ganar ventaja económica, de lo que acusa a Pekín. Ayer lo repitió de nuevo desde Japón.

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EE UU hizo ayer campaña en Asia. Geithner aseguró en la reunión de ministros de Finanzas del Asia-Pacífico, en Kyoto, que el imponente flujo de capitales hacia las economías emergentes es reflejo de la confianza que hay hacia esos países. El presidente Barack Obama hizo escala en India, en busca de oportunidades de negocio para aumentar las exportaciones, y de paso dejó caer que rebajará los controles a las exportaciones de ese país.

Incluso el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, ofreció nuevas explicaciones sobre la última y controvertida medida de política monetaria: "Tuvimos una deflación muy significativa desde el inicio de la crisis. No estamos satisfechos con una situación en la que tenemos una gran cantidad de desempleo y una inflación que está por debajo del nivel deseable y parece que está en descenso. Es una señal de que se debe hacer más y por eso hemos tomado medidas", indicó.

Tanto EE UU como China hacen esfuerzos por rebajar el tono de la guerra de divisas a escasos días de la cumbre del G-20 en Corea del Sur. Pero con todos los matices: el viceministro chino de Finanzas, Wang Jun, expresó su preocupación en Kyoto por la maniobra de la Fed relajar la política monetaria, que ha provocado la caída del dólar. "Seguiremos muy de cerca su aplicación", dijo, para después rebajar ese ataque y en tono más conciliador asegurar que la reactivación de la economía de EE UU "jugará un papel fundamental en la recuperación mundial". China no es la única preocupada con tanta laxitud monetaria. Brasil teme que acabe creando burbujas. Corea del Sur ha anunciado ya represalias. Y Alemania y Francia la ven como una tapadera para devaluar el dólar. Ante esa escalada de declaraciones, EE UU ha dejado de insistir en fijar para el G-20 objetivos precisos —del 4% del PIB— para limitar tanto los déficits como los superávits en la balanza comercial como vía para reducir los desequilibrios globales, que están detrás de la volatilidad en el mercado de divisas. De nuevo, otro gesto hacia China, que no vio con buenos ojos la iniciativa.

China es, precisamente, el país que más gana con el nuevo reparto de poder en el Fondo Monetario Internacional, anunciado la pasada madrugada y con el que se busca dar más peso a los países emergentes. España también gana posiciones. De hecho, es el único país desarrollado que escala puestos —dos, hasta el décimotercero—, con una cuota del 2%. El cambio fue posible gracias al acuerdo previo de los ministros de Finanzas del G-20, hace dos semanas en Corea del Sur.

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