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Reportaje:

Serpiente de compañía

800 animales exóticos ingresan cada año en un centro de Masquefa

Dani ama a los animales. En su casa tiene perros, gatos, pájaros... y una serpiente, que se llama Kali, en honor a la poderosa diosa hindú de la muerte. Es una Python molurus, o pitón de la India, con una particularidad: es albina, con piel blanca salpicada de manchas naranja que le dan un carácter aún más exótico. Kali tiene un año de vida y mide poco más de 1,5 metros, pero puede llegar a los siete metros y 100 kilos.

Dani Delpon, de 21 años, confiesa que su afición a las serpientes le viene de la niñez. Hace un año compró a Kali en una feria especializada. Le costó 50 euros, pero en una tienda el precio de este tipo de serpiente puede llegar a 250 euros. La manutención del reptil también es económica, ya que cada 10 días se sacia con una rata de tamaño pequeño, por la que paga tres euros.

Dani tiene en su casa una pitón de la India que le costó 50 euros
Aumentan los robos de ejemplares para ser vendidos en el mercado negro

Kali tiene como hogar un terrario, pero por las noches Dani deja que campe a sus anchas por la habitación. "Cuando sea más grande tendrá su propia habitación y le montaré una miniselva", explica, mientras su serpiente de lengua rojiza se desliza alrededor de su brazo.

"Es muy dócil, nunca me ha atacado. Mucha gente se asusta y piensa que son venenosas, pero no es así", remacha Dani. Por suerte, Kali ha sido bien recibida en el vecindario, la tranquila urbanización de Vallserena, en Sant Pere de Vilamajor (Vallès Oriental).

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Pero hay quien se llevó un buen susto el verano pasado, época en que es habitual que se escapen o se abandonen animales de compañía, incluso exóticos.

El trabajo de los agentes rurales y los Mossos, los encargados de recuperar estos animales, se multiplica en verano. Lo mismo pasa en los centros adonde los animales son enviados. Uno de ellos es el Centro de Recuperación de Fauna Salvaje de Torreferrussa, en Santa Perpètua de Mogoda (Vallès Occidental). En lo que va de año, en él se han recibido 21 ejemplares de especies exóticas, básicamente serpientes y tortugas, pero también otros reptiles, como un varano y una pogona. Prácticamente todos los animales (20 de 21) llegaron a partir de junio. "En verano hace calor, la gente deja las ventanas abiertas y es habitual que los animales se escapen. Además, cuando hablamos de serpientes y otros reptiles no podemos olvidar que son animales salvajes, así que por naturaleza tienden a escaparse", comenta Rafael Molina, veterinario del centro de Torreferrussa.

Pero ¿qué se hace con estos animales? "Es la eterna pregunta", lamenta Molina. No existe un protocolo definido para buscar un destino para ellos. En las instalaciones de Santa Perpètua permanecen pocos días, porque sus responsables están especializados en fauna autóctona. Si el propietario no aparece, el animal se intenta colocar en algún zoológico o, en el caso de los reptiles, se envía al Centro de Recuperación de Anfibios y Reptiles de Cataluña (CRARC), ubicado en Masquefa (Anoia). A este centro llegan unos 800 animales exóticos cada año, el 80% de los cuales son tortugas que los mismos particulares llevan cuando ya no se pueden hacer cargo de ellas. El resto son serpientes, iguanas y, de forma más esporádica, algún caimán.

Joaquim Soler, director técnico del CRARC, explica se quedan con los animales que les confían los propietarios y con algunos ejemplares de reptiles, que pasan a formar parte de la colección del centro con fines educativos. El resto se sacrifica, ya que las instalaciones no pueden acogerlos a todos (en la actualidad tienen un millar de animales).

Dani Delpon también se ve, a su manera, como un salvador de una serpiente tan particular como Kali. "Un reptil albino en libertad no sobreviviría más de dos años. Conmigo puede llegar a los 30", afirma.

Kali pertenece a una especie protegida, así que Dani la adquirió con el certificado CITES, donde se indica su procedencia y un número de identificación (las especies con un nivel de protección más alto llevan un microchip). También existen los animales sin papeles, que han entrado ilegalmente en el país y no poseen documentación. Pero hay otra variedad delictiva que se está incrementando en los últimos tiempos, según los Mossos d'Esquadra. Consiste en robar animales en situación legal, con todos los permisos, para venderlos posteriormente en el mercado negro.

Los Mossos y los agentes rurales realizan inspecciones periódicas para localizar estos casos, aunque la mayor parte de las denuncias, tal como reconoce César Merino, de la Unidad Central de Medio Ambiente de los Mossos d'Esquadra, proviene de vecinos molestos por causa de los animales.

Dani con su pitón <i>Kali</i> en su casa de Sant Antoni de Vilamajor.
Dani con su pitón Kali en su casa de Sant Antoni de Vilamajor.M. MINOCRI

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