"Fui 'lavacopas', no voy a cambiar"
Animal de costumbres, siempre obsesivo, un nudo gordiano oprime el estómago de Héctor Cúper (Santa Fe, Argentina; 54 años) desde que Forlán repartió suerte en el sorteo de la Liga Europa en Montecarlo y cruzó al Aris en el camino del Atlético. Tras su experiencia gris con el Betis y la selección de Georgia, el preparador que colocó al Mallorca en el podio y sentó las bases del último gran Valencia vuelve a reinventarse en el banquillo del conjunto heleno, donde llegó hace casi un año. "Soy de comer poco, y en los días de partido menos. Pienso que si me concentro lo más que puedo puede aparecer el detalle que lo decida todo, pero si no estás atento se va en un momento. No me gusta relajarme", dice el técnico, uno de los "referentes" de Quique Flores.
"El Atlético ha alcanzado la armonía. Está compensado, no es fácil atacarle"
"Dirán que soy un perdedor, que no gané nada. No me considero así, soy feliz"
Pregunta. Después de entrenar al Valencia y al Inter, ¿cómo es dirigir a un club más modesto?
Respuesta. La esencia es la misma, al final siempre hay un vestuario, unas botas, un equipo. Me gusta trabajar, si un día estoy en Milán, perfecto, y lo mismo si al otro ando en Tesalónica, o en Georgia. Me gusta lo que hago. Esto es como si vos tenéis una casa de dos habitaciones y un día vas a otra de siete dormitorios. Siempre será una casa. Si es más grande, con más metros cuadrados, tienes que limpiarla mejor, pero no perderá su naturaleza. La filosofía no cambia demasiado, solo en el sentido de que si estás en el Inter y te interesa un jugador de 30 millones de euros, puedes tenerlo. Ahora, en otro más chico te dicen '¿De qué me estás hablando? ¡Le tienes que sacar el cero!'. Pero en definitiva no varía demasiado, no tienes que transformarte en un entrenador mucho más duro, ni menos, ni conceder cosas, ni si vas a un club con grandes figuras cada cual hace lo que le quiera. No. He sido lavacopas en restaurantes, empecé de muy abajo, así que ahora no voy a transformarme en otro, en un extraño.
P. El Aris no pierde como local en Europa desde hace 42 años.
R. Es cierto, es una barbaridad, pero también porque el club tampoco participó mucho últimamente en Europa. Aun así la grada apretará. Este es un campo de 22.800 localidades, y como en la antigua Atotxa las tribunas están prácticamente pegadas al césped. Se siente mucho el aliento de la hinchada. Aquí se le compara con la de Boca, incluso al estadio le llaman La Bombonerita... Faltarán las bengalas, aquí se usan mucho en la Liga, pero la UEFA no lo permitirá en Europa. Faltará un poquito ese clima de cánticos y de humo. Aportan energía al equipo, pero no debemos pasarnos de la raya. Hay que tener los pies sobre la tierra.
P. ¿Qué es lo que más le preocupa del Atlético?
R. Que alcanzó el equilibrio. Siempre he creído que para atacar tienes que saber defender. Si quieres subir con mucha gente, tienes que saber defender con poca. El Atlético ha armado su estructura de tal manera, con las incorporaciones que ha hecho, que está muy compensado. Vi el partido contra el Athletic, y hoy por hoy no es fácil crearle situaciones. Y ellos te las crean, no muchas, pero te meten goles porque tiene una capacidad, y Forlán ya sabemos lo que es. Han alcanzado la armonía; después hay que mantenerlo, que es otra historia. Mi idea es jugarles un poco como el Mallorca en mi inicio. El Aris intenta ser un poco eso. Siempre me ha gustado el 4-4-2, con algunas modificaciones, pero no cambia mucho a lo que hice en Palma o Valencia.
P. Hace un año la gente se manifestaba contra los Gil y Cerezo, el equipo era un desastre... Y en los últimos meses el Atlético ha disputado tres finales.
R. El fútbol lo rompe todo. Hasta la lógica. ¿Quién puede decir que el Hércules le va a ganar al Barcelona? El fútbol tiene eso, de pronto cambia, o se toca una cosita que estaba ahí dormida. Y los equipos empiezan a ganar. Fíjese en el Atlético. Ha abierto unas expectativas que hace cinco meses parecían de psiquiátrico. Por eso el fútbol es tan maravilloso. Si todo fuera siempre 2+2=4, ¿para qué te vas a ilusionar?
P. Ese trabajo y esa fe le permitieron alcanzar cuatro finales, dos con el Valencia y dos con el Mallorca. No ganó ninguna.
R. Faltó destapar el champán, alguien me decía de pasada: "El fútbol está en deuda con usted". ¡De ninguna manera! ¿Qué me faltó una final? Bueno, está bien, pero depende de cómo lo mires, de la persona que lo haga, llevar al Valencia a dos finales de la Champions es un éxito. Y cada vez que voy a Mallorca siento el cariño de la gente, me recuerdan esa final de la Copa del Rey contra el Barcelona de Van Gaal, con dos jugadores menos en el tiempo extra, perdiéndola por penaltis... Entonces... a ver, ¿qué nos van a quitar? Ahora, si solo vale levantar la Copa, no hablemos más. Dirán que soy un perdedor, que no gané nada. Aunque me cayeron palos de todos lados, no me considero así, soy feliz, el tiempo coloca a cada uno en su lugar. Ahora pienso en el Atlético. Si ganamos, no dormiré. Mi mujer dice que es porque me gusta disfrutar las victorias al máximo. Por alguna razón piensa que no quiero que se terminen.
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