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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Voyeurismo colectivo en el Campos Elíseos

Las comparaciones son odiosas. En este caso, inevitables. La adaptación teatral de la celebrada película francesa Una relación pornográfica, dirigida por Philippe Blasband, se presenta como un vástago menor de su versión cinematográfica. A pesar de que carece del dinamismo y la solvencia de su predecesora, la obra entretiene y divierte. En los primeros compases, su director, Manuel González Gil, sorprende al auditorio con un recurso que ofrece grandes posibilidades dramáticas: la acción paralela simultánea. Este juego especular permite al director presentar las dos versiones de una misma realidad que viven los amantes, sugiriendo que quizás no existe una única realidad, sino la suma de sus partes. Tan real como la vida misma. Y es este quizás el mayor acierto de la obra: reflejar la cotidianedad de una pareja.

UNA RELACIÓN PORNOGRÁFICA

Autor: Philippe Blasband. Traducción / Adaptación: José Ramón Fernández. Intérpretes: Pastora Vega y Juan Ribó. Músico: Martin Bianchedi. Vestuario: María González. Escenografía: Alfonso Barajas. Dirección: Manuel González Gil. Bilbao. Teatro Campos Elíseos. Del 5 al 8 de agosto.

González Gil también sorprende con la utilización de una voz en off que opera de manera análoga al coro de la tragedia griega (la voz del pueblo), preguntando a los amantes todo aquello que el público anhela saber. Acudimos a un acto multitudinario de voyeurismo en el que compartimos las grandezas y las miserias de la intimidad de una pareja.

Sin embargo, la obra no logra penetrar ni en las contradicciones ni en el drama interior que viven los personajes. Se va desinflando tras el umbral de la primera cita y en adelante adolece de cierto estatismo. Existe un primer armazón que seduce y encandila: la fantasía de una mujer madura que desea mantener una relación puramente sexual con un desconocido. Tras la consumación de la primera cita, lo excepcional se transforma en convencional, y la salvaje aventura deviene en romance de pareja convencional sometida a los tópicos y arquetipos universales: planteamiento, nudo y desenlace, que, por cierto, ya conocemos.

La escenografía resulta fría y poco elaborada. Las grandes dimensiones del Teatro Campos Eliseos tampoco ayudan a recrear el clima de intimidad que requiere el idilio. La elección de Juan Ribó es una apuesta a caballo ganador. Le avala una larga y exitosa carrera sobre los escenarios. Con su cavernosa voz y su versatilidad gestual construye un personaje lleno de matices. Pastora Vega lleva a cabo una actuación sobria y correcta. Sin embargo, todavía no ha desplegado totalmente sus alas y no ha volado tan alto como puede.

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