Unas horas de República Gallega
Hace 79 años, galleguistas y obreros proclamaron en Santiago un Estado propio
"Al terminar el mitin se formó una manifestación imponente, que se dirigió al Ayuntamiento, izándose la bandera blanca y azul en el edificio y proclamándose el estado gallego. Dimitieron inmediatamente todas las autoridades". Para el entusiasta redactor, anónimo, de El Pueblo Gallego, aquel 27 de junio de 1931 "el pueblo de Santiago lanza su primer grito de independencia efectiva". A la cabeza de la autodenominada Junta Revolucionaria se encontraba Antón Alonso Ríos, galleguista radicalizado entonces acabado de llegar de Buenos Aires y exiliado después de 1936 bajo el nombre de Sinhor Afránio. Varios colectivos culturales de Ordes y Cerceda celebran hoy, en la antigua estación de tren Queixas-Londoño con conciertos, charlas y proyecciones, el 79º aniversario de los acontecimientos.
Alonso Ríos ocupó la presidencia de la autodenominada Junta Revolucionaria
Pero el rastro de la I República Galega, así la bautizaron los organizadores de la jornada de hoy, no resulta fácilmente detectable. Ausentes de los manuales de historia -los hechos no aparecen mencionados ni en De provincia a nación, de Justo Beramendi, ni en el reciente A Segunda República en Galicia, de Emilio Grandío- y calificados por el propio Beramendi de "anécdota", lo cierto es que en aquellos días de 1931, galleguismo y movimiento obrero confluyeron por primera vez. No volvería a ocurrir hasta los años sesenta.
Fue la paralización de las obras del ferrocarril Zamora-A Coruña, sólo en cuyo tramo entre Sanabria y Ourense trabajaban 5.000 obreros, el origen de las protestas que colocarían a Alonso Ríos en esa efímera presidencia. El Gobierno de la II República había cortado el crédito a la infraestructura, más preocupado por asentar un régimen que apenas contaba dos meses de edad, desde el 14 de abril, que de asegurar el trabajo a las masas operarias. La huelga declarada por los trabajadores, y apoyada por comerciantes y pequeña burguesía, desembocó el 25 de junio en la ocupación del salón de plenos del Ayuntamiento de Ourense. "Los obreros izan la bandera gallega y proclaman la República Gallega", explica Carlos Calvo, de la Asociación Cultural Foucelhas de Ordes. "Descontento en Ourense. No se proclamó la República gallega", tituló El Imparcial la mañana del 26.
A los dos días, un mitin en la Alameda compostelana reunió oradores comunistas y galleguistas. El paro de los obreros del ferrocarril planeaba sobre el encuentro, a las siete de la tarde de la víspera de las elecciones constituyentes de la II República española. El comunista Eduardo Ponte -lo relata el cronista de El Pueblo Gallego- llegó a exigir "una Galicia soviética, si hace falta, siendo aplaudido intensamente". Antón Alonso Ríos, quien en Buenos Aires había dirigido la Organización Republicana Gallega Autónoma de Casares Quiroga, fue el que, ante una audiencia proletaria procedente de la comarca de Vedra, invocó la independencia: "Hagamos nuestra revolución por encima de todos los poderes centrales habidos y por haber, proclamando nuestra independencia y abrazándose, si hace falta, cariñosamente a Portugal".
La multitud se dirigió entonces, en "manifestación imponente", hacia el Pazo de Raxoi. Según El Pueblo Gallego, a la ocupación de las dependencias municipales, en la que participó Manuel Beiras, padre del líder nacionalista, siguió la incertidumbre del "latido del corazón de Galicia". "Santiago se encuentra a la expectativa de lo que sucede en el resto del país", concluía el periodista. Pero sucedió que el Gobierno central reanudó el proyecto de los caminos de hierro antes de que otras zonas se sumasen a la insurrección. Las consignas de Alonso Ríos perdieron pie y la república galaica duró así unas horas. "No tuvo ninguna repercusión en la dinámica política del momento", considera Justo Beramendi, "y arroutadas como estas, los anarquistas hacían 200 al mes".
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