El descuido del padrino irlandés
Un ajuste de cuentas desveló el paradero del último 'narco' detenido en Estepona
La banda de Christopher Christy Kinahan, acusada de liderar el tráfico de drogas y armas a gran escala y desarticulada esta semana por la policía, debe lamentarse estos días del escándalo que generó en febrero de 2008 el asesinato del joven capo de Dublín Paddy Doyle. Este joven irlandés de pasado mafioso murió tiroteado en una urbanización a las afueras de Estepona (Málaga). Fue un ajuste de cuentas de manual. Un todoterreno acribillado, dos supervivientes, y los pistoleros que huyen a toda velocidad dejando al vecindario traumatizado. Demasiado ruido.
Aquel día salió a la superficie un destello de un submundo que los miembros del crimen organizado, y las autoridades, se esmeran en mantener solapado. Ese error, y algún otro, hizo que se haya torcido, al menos de momento, la larga trayectoria criminal de Christy Kinahan, condenado por tráfico de drogas y delitos económicos en Irlanda. Este irlandés de origen, pero con pasaporte británico, puede presumir de haber sobrevivido 53 años en un entorno con la esperanza de vida muy corta.
Kinahan se licenció y estudió idiomas mientras cumplía una condena
"Tiene una mente privilegiada para el crimen", considera un investigador
La policía supo que andaba por la Costa del Sol, refugio favorito de los irlandeses con pasado delictivo, cuando comenzó a investigar el asesinato de Doyle. "Entre las pesquisas alguien nombró a Kinahan", explican fuentes cercanas al caso. Christy, también apodado El padrino irlandés, es un superclase del crimen organizado. "Tiene una mente privilegiada y la ha utilizado para mantenerse completamente al margen de las actividades delictivas", coinciden varias fuentes policiales.
Ahora está acusado de manejar una gran red delincuencial en la que, además de distribuir droga por Europa, ofrecía servicios de blanqueo a otros capos. Todo, sin mancharse las manos. "Se permitía pequeños lujos, como ponerse al volante de un Porsche, organizar una gran fiesta o llevar una vida de altos vuelos", señalan fuentes cercanas al caso.
Parte de sus conocimientos y contactos los adquirió en prisión. Según la policía irlandesa aprovechó su estancia en la cárcel para leer todo lo que caía en sus manos y terminar una licenciatura. Perfeccionó su holandés y español, y llegó a rechazar el primer grado, que obtuvo por buen comportamiento, porque quería terminar sus estudios. "Era admirador del filósofo italiano Maquiavelo y de su obra El príncipe", recoge el periódico The Irish Examiner, citando fuentes de la policía irlandesa. Durante su estancia en la Costa del Sol, el padrino irlandés se rodeó de un círculo de máxima confianza. Junto a él fueron detenidos dos de sus tres hijos -Christy Junior y Daniel- y su mano derecha, John Cunninhan. Este último fue condenado a 17 años de prisión en 1986 por el secuestro de Jennifer Guinnes, heredera del imperio cervecero.
"Impuso un control férreo de las comunicaciones telefónicas, tanto de los terminales, como de las conversaciones, en las que empleaban palabras clave", detallan fuentes cercanas al caso. Cuidaban sus desplazamientos y utilizaban "negocios tapadera" para trasladar y custodiar material comprometido.
Según la policía irlandesa, importaban diferentes productos, entre ellos alimentos, con una flota de camiones. Cuando conocían los protocolos aduaneros y se habían hecho un nombre, camuflaban cocaína y marihuana en los contenedores, y los llevaban hasta almacenes de Dublín.
En febrero de 2008, apenas 24 horas de que Doyle fuera asesinado en Estepona, la policía interceptó un cargamento de cocaína camuflado en muebles y lo vinculó al crimen. El mismo mes en Irlanda, intervinieron 1,5 toneladas de marihuana en unos almacenes.
En la operación, bautizada Shovel, se han producido una treintena de detenciones entre España, Irlanda y Reino Unido. Para atraparles han coordinado los servicios de inteligencia de cinco países y han practicado más de un centenar de registros de forma simultánea. Los investigadores han bloqueado 60 propiedades valoradas en 150 millones e investigan la propiedad de varios complejos turísticos en Brasil que costarían otros 500 millones.
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