El Bellas Artes enfrenta un lienzo de Rubens con su boceto

El Museo de Bellas Artes de Bilbao expone hasta el próximo 5 de septiembre el lienzo Rapto de Deidamia, de Pedro Pablo Rubens (Siegen, 1577-Amberes, 1640), propiedad del Museo del Prado, junto al boceto previo que realizó el pintor, perteneciente a una colección pública belga. La contraposición de ambas piezas forma parte del programa La obra invitada, que impulsa desde 2001 la presentación temporal en la pinacoteca bilbaína de piezas singulares de otras colecciones.

Rapto de Deidamía, un lienzo de gran formato (182 por 290 centímetros) que Rubens pintó entre 1636 y 1638, pertenece a un conjunto encargado por Felipe IV para decorar la Torre de la Parada, un pabellón de caza situado a las afueras de Madrid. Por vez primera se presenta en España de forma conjunta con uno de sus trabajos preparatorios, lo que permite contrastar la habilidad técnica del autor barroco. El boceto es un óleo pintado sobre tabla de unas dimensiones sensiblemente inferiores (25,7 por 41 centímetros) que pertenece a las colecciones de los museos reales de Bellas Artes de Bélgica.

La obra forma parte de una serie encargada por Felipe IV

Felipe IV encargó a Rubens más de un centenar de cuadros de grandes dimensiones para su pabellón de caza. Tal volumen de trabajo obligó al pintor a contar con la colaboración de otros artistas flamencos en su taller de Amberes. El maestro plasmaba sus ideas en bocetos a escala reducida, pintados sobre tabla, antes de elaborar con sus ayudantes los grandes lienzos.

Inspirado por Ovidio, Rubens representó en la obra una de las escenas más dramáticas y violentas de todo ese centenar. Recoge el momento en que la hija del rey de Argos, la bella Deidamía, también conocida como Hipodamia, es raptada por el centauro Éurito durante el banquete de su boda con Piritoo, rey de los lapitas. Teseo, amigo del novio y presente en el banquete, se lanza impetuoso para evitar el rapto mientras la madre de la joven cae al suelo ante la violencia del enfrentamiento y alarga la mano en un intento de sujetar a su hija. Los centauros invitados a la boda raptaron a las mujeres tras el convite, hecho que motivó la guerra entre lapitas y centauros.