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Se ahorca en prisión el último asesino vivo de Puerto Hurraco

Emilio Izquierdo mató a nueve personas con su hermano Antonio, ya fallecido

Veinte años han transcurrido desde aquel 26 de agosto en que Emilio y Antonio Izquierdo Izquierdo salieron al caer la noche "a cazar tórtolas" con sus escopetas. El mayor, Emilio, que falleció de un infarto en la cárcel de Badajoz en 2006, añadió a su explicación ante el juez: "Yo nunca por nunca pensé de matar". Antonio, menos avispado, confesó: "Sí, claro, vi a mi hermano que había disparado a dos niñas, pero yo no hice nada". Pero adujo que él sólo había tirado al aire para avisar a aquellos que tomaban el fresco en la calle Carreras de Puerto Hurraco. Fueron condenados a 344 años de prisión cada uno (entonces tenían 61 y 62) por su "plan de exterminio del mayor número posible de habitantes" del pueblo pacense. En la cárcel murió Emilio, y en la misma cárcel ha muerto Antonio, ayer, ahorcado en su celda. Tenía 72 años y le quedaban cinco de condena.

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En un principio, Antonio Izquierdo debería haber salido libre precisamente ayer, tras pasar 25 años entre rejas. Sin embargo, la modificación en el cómputo de penas que supuso la conocida como doctrina Parot alargó su condena. Esta sentencia del Tribunal Supremo consignó que los beneficios penitenciarios del reo se apliquen a cada una de sus condenas y no a los 30 años de cumplimiento máximo establecido por ley; así, los hermanos Izquierdo habrían tenido que agotar tres décadas en la cárcel. Habían sido condenados a 26 años y ocho meses de cárcel por cada uno de los nueve asesinatos consumados; a 17 años y cuatro meses por cada uno de los seis frustrados.

Antonio se sentía frustrado por tener que cumplir cinco años más de pena, según han informado fuentes penitenciarias a la agencia Efe. Se encontraba internado en el módulo de enfermería por su delicado estado de salud. El domingo fue hallado muerto por funcionarios de la cárcel durante su ronda, alrededor de las dos de madrugada. Se ahorcó con retales de sábana.

Los hermanos Izquierdo ingresaron en esa prisión tras ser condenados por la Audiencia Provincial de Badajoz en enero de 1994. La Sala de lo Penal del Tribunal Supremo confirmó la sentencia. El rechazo del resto de presos obligó a trasladarlos a la cárcel de Córdoba, primero, y meses después a Almería. Fueron devueltos más adelante a la cárcel pacense a petición propia. Ambos compartieron celda, sin apenas relacionarse con otros internos. Tras la muerte de su hermano, Antonio siguió aislado de todo y todos.

Un año antes, en 2005, habían fallecido sus dos hermanas, Luciana, de 77, y Ángela, de 64. Habían pasado tres lustros internadas en el Hospital Psiquiátrico de Mérida, después de que la Audiencia Provincial de Badajoz revocara el auto de procesamiento contra ellas por presunta inducción de los crímenes pero los médicos optaron por no concederles el alta.

Les fue diagnosticado un proceso paranoide centrado en la muerte de su madre y en la venganza. Sus dos hermanos, según el tribunal que les juzgó, no sufrían enfermedad mental alguna, tan sólo una idea obsesiva de revancha que no afectaba "en nada a su capacidad intelectiva".

Antonio Izquierdo recibe la sentencia en la Audiencia Provincial de Badajoz en 1994.
Antonio Izquierdo recibe la sentencia en la Audiencia Provincial de Badajoz en 1994.EFE

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