Pérez-Reverte: "Necesitaba tener canas para escribir todo esto"
El novelista presenta en Bilbao 'El asedio', su última obra
Para el novelista Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951), España es un cúmulo de oportunidades perdidas. Pudo llegar a ser un país moderno como el resto de Europa a principios del siglo XIX, empujada por la burguesía gaditana gracias a la puerta abierta al mundo que es el mar. Ese nmar que es una ventana por la que el viento entra y remueve todo a su antojo. El resto del país, según el escritor, se movía, por contra, en el oscurantismo, en lo reaccionario, en "la sacristía". De los muchos niveles de lectura que se reúnen en El asedio (Alfagaura), su último libro, este es el más complejo, "la España que pudo ser y no fue". El escritor presentó ayer la obra en Bilbao.
"En España faltó una revolución que pusiese en su lugar a curas, reyes y aristócratas. Los mismos que liquidaron la Constitución de 1812, el primer intento de dotarnos de una Constitución libre que acabara con la España de la incultura, cerrada, analfabeta, siguen hoy con el mismo discurso, más taimado, pero poniendo bastones en las ruedas del carro", añadió.
Cerca de 200.000 ejemplares del libro se han vendido en apenas un mes
El asedio es además una novela policíaca, romántica e histórica "con la intención de explicar el presente a través del pasado". Y con un gran elenco de personajes. Tras apenas un mes de vida en las librerías -salió a la venta el pasado 3 de marzo- ya se han vendido 200.000 de los 320.000 ejemplares de la primera edición, según las cifras facilitadas por la editorial Alfaguara.
No escondió Reverte que ha supuesto un trabajo complejo, difícil de estructurar y de armar, "un trabajo de retaguardia ingente" que al final le ha acabado "hartando" de la novela. En la habitación en la que gestó El asedio llegó a reunir 800 libros para documentarse, para saber cómo encajar las historias y que la dificultad del engranaje no fuese percibida por el lector.
Ha consultado hasta libros de ciencia de aquellos años, a Newton o a Laplace, para retratar fielmente el paisaje del asedio napoléonico sobre el Cádiz de 1811-1812. "Juraré no volver a hacer esto nunca más. Han sido dos años, pero es toda una vida, porque uno escribe con lo vivido y lo soñado, vas acumulando experiencias", según el autor. "Necesitaba tener 58 años, arrugas en la cara y canas en la barba para escribir esto", resumió.
Y para "desintoxicarse" ha empezado una nueva entrega, esta vez en Italia, de su capitán Alatriste, la saga de aventuras del veterano de Flandes, de la quiere escribir tres títulos más para darla por cerrada.
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