"La prostituta es invisible"
Esta trabajadora social lleva 25 años ayudando a las meretrices de Madrid
Rocío Nieto tiene 65 años y desde hace 25 dirige una aventura en la que empezó sola y sin ayuda. Esta trabajadora social, titulada por la Universidad de Comillas, es la fundadora de la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención de la Mujer Prostituida (APRAMP). Ya podría jubilarse. No quiere. Comienza a ver los frutos de los incontables almuerzos con políticos y empresarios a los que pedía apoyo. A puerta cerrada le daban una palmadita en la espalda y le decían: "Continúa". Pero en público seguía sin recibir apoyo. "Apenas estoy disfrutando. Cuando les decía a los demás que mi labor era trabajar con prostitutas hasta mis conocidas me decían: 'Déjalo, ¿no ves que ellas son prostitutas porque quieren?", cuenta desde su oficina, en el centro de Madrid.
La ONG celebra su aniversario con un acto en el Círculo de Bellas Artes
"Hoy son las africanas las que más están en las calles"
Su asociación atiende entre 250 y 280 mujeres diariamente
Las españolas y las rumanas son las que más se acercan a pedir ayuda
Nieto es hoy la directora de la asociación, que festejará el cuarto de siglo mañana con un acto en el Círculo de Bellas Artes. Ahí compartirá con los asistentes sus reflexiones como capitana de un barco que hoy tiene una tripulación de 55 personas entre administrativos, educadores y orientadores que trabajan todos los días con mujeres que se prostituyen en las calles de Madrid, Almería, Asturias, Badajoz, Salamanca y Murcia (lugares donde está presente la asociación), muchas de ellas víctimas de trata por explotación sexual. Su objetivo es que encuentren otro medio de vida.
Inició su labor hace casi 40 años, con grupos de mujeres que sufrían violencia doméstica. Después, con niños con discapacidad mental. También estuvo en Proyecto Hombre, una ONG que atiende a toxicómanos. A principio de 1985, andando por Madrid, observó por primera vez las caras de las mujeres que se prostituían en las calles. Le impactaron. Primero conoció a las mujeres españolas, después a las demás. "Hoy son las africanas las que más están en las calles, antes no era así", afirma. Le impresionó la vulnerabilidad, la falta de políticas públicas para atender a las prostitutas. Ahí inició el camino de APRAMP. "No había nadie que me apoyara y que apostara por este proyecto", recuerda.
Los meses siguientes se reunió con prostitutas y les preguntó qué les preocupaba. Como resultado de esas charlas, y con mucho esfuerzo, Nieto puso en marcha un servicio de guardería para hijos de meretrices. Luego organizó talleres de formación para el empleo. En coordinación con el Ayuntamiento, logró que algunas mujeres se colocaran como trabajadoras domésticas, con salario mínimo. Hoy su asociación tiene cinco centros de acogida, da apoyo jurídico y ofrece clases de castellano. También tiene un taller de costura abierto al público en la calle de las Infantas donde trabajan 50 mujeres haciendo arreglos de ropa. "Si quieren unos cojines para el jardín o achicarse la chaqueta, ellas lo pueden hacer", ofrece Nieto.
Su labor es significativa. APRAMP atiende a diario entre 250 y 280 mujeres, el 90% en Madrid (rumanas y españolas sobre todo), en las oficinas, los pisos de acogida y la unidad móvil, una furgoneta que visita las zonas rojas de Madrid de lunes a viernes. Otras 82 mujeres están en lista de espera para los pisos. "Ellas no van a venir. Nosotros tenemos que acercarnos", asegura con rotundidad.
Sigue estando apasionada por su trabajo, tanto que a veces se monta en la unidad móvil y sale a la calle. No olvida el duro comienzo, cuando dormía en el único centro de trabajo que tenían, o las ausencias a cenas familiares porque a alguna prostituta le habían dado una paliza y ella tenía que ayudarla. Hoy cuenta la recompensa: 800.000 euros de financiación para 2010, casi 360.000 de ellos de aportación pública. "Yo no hago las sumas, pero aproximadamente eso será...", se disculpa. "Hoy me impulsa el trabajo, que nunca falta, pero también el gran equipo con el que cuento. Yo no estoy arriba. Estoy a la par de todos", dice.
La charla se interrumpe. Aparece en la puerta de la oficina una mujer rumana con seis meses de embarazo, que seis años atrás, al llegar a Madrid, fue obligada a prostituirse. Hace tres años conoció la asociación por otras compañeras. Hoy sonríe de oreja a oreja. Rocío la mira con orgullo. Le pregunta si ya sabe cómo se llamará la nena. Risas. En la oficina todos tienen un nombre perfecto para la niña. "El nombre tiene que ser Sofía", sentencia Nieto. La mamá duda. Aún no lo ha decidido. Aparecen otras mujeres, todas rumanas. Saludan, comentan algo y se van. Nadie sabe cuántas mujeres se prostituyen en Madrid.
"El mejor momento de mi vida fue cuando nació mi nieto. Es lo mismo cuando la niña de una de estas mujeres nace. Es como de mi familia". ¿Y el momento más triste? Asegura que cuando alguna vuelve a la red de prostitución, lo que ha pasado 14 veces de entre las 3.500 mujeres que han pasado por APRAMP. "La prostituta es la invisible de la sociedad. Nadie la quiere, por eso yo no me canso de ayudar. Es una labor de nunca acabar", concluye Nieto.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.