"El silencio también habla"
La vigencia y el riesgo de la obra de los arquitectos Pietilä, en una exposición de sus dibujos y maquetas
En Finlandia las mujeres arquitectas no lo han tenido tan difícil como en el resto del planeta. Aino Aalto firmaba los proyectos con su marido. Y Reima Pietilä (Turku, 1923-1993), marido de Raili (Pieksämäki, 1926) cambió el nombre de su estudio para incorporar el de la mujer que trabajaba con él y con la que terminó casándose. "Nuestro país fue donde las mujeres votaron por primera vez. No somos una cultura ruidosa, pero creemos en la democracia. Y en la igualdad entre las personas", explica Raili Pietilä.
Ella y su marido fueron de los pocos arquitectos finlandeses capaces de digerir la lección de Aalto. "Reima dijo: 'Vamos a dar el salto sobre el coloso, a ver qué hay en el otro lado", explica en la Fundación ICO de Madrid, donde pueden verse sus dibujos y maquetas hasta el 21 de febrero. Por lo expuesto en estas salas, resultó que al otro lado había un mundo. Sus primeros edificios, como la iglesia Kaleva en Tampere, lograron una expresividad como pocas de las obras de Aalto. Y es que, entre los herederos del maestro finlandés, pocos resistieron la tentación de emularlo, pero entre un mar de epígonos los Pietilä supieron digerir su lección y construir un lenguaje propio.
"Reima y yo discutíamos un proyecto hablando, no dibujando"
El lenguaje, precisamente, obsesionaba a Reima Pietilä, que fue lingüista antes que arquitecto. Esa combinación hoy asustaría a muchos. "Reina estudió árabe cuando fuimos a trabajar a Kuwait. No es que quisiera entender lo que le decían. Quería entender la cultura a partir de las palabras y de la literatura. Siempre nos interesó tanto leer literatura como viajar para ver arquitectura. Nosotros éramos arquitectos de palabra: no discutíamos un proyecto dibujándolo, lo decidíamos hablando. Diseñábamos con palabras, no con líneas", explica.
"A veces inventábamos palabras, de la misma manera que algunos arquitectos inventan una tipología. En Finlandia las palabras son muy físicas, uno puede casi verlas", continúa. Esa manera lingüística de trabajar de los Pietilä produjo una arquitectura radical y al margen de modas que todavía hoy mantiene una espléndida vigencia física y formal. "La primera vez que visitas el edificio del sindicato de estudiantes Dipoli, en Espoo, cerca de Helsinki cuesta ver dónde está. El paisaje lo ha devorado", comenta el arquitecto Ángel Fernández Alba, que acompaña a la arquitecta en Madrid. Ella, con 83 años, explica los proyectos a partir de vivencias. En los años setenta, en Kuwait, los obreros no sabían leer. Y tuvieron que inventar un sistema de colores para marcar indicaciones en los planos. "El interior del palacio Sief reflejó esos colores en bandas cerámicas".
Los Pietilä desarrollaron una arquitectura amplia y nada excluyente. La idea era jugar de verdad. Sin descartar materiales, formas o tipologías, el riesgo es mayor. En un tiempo en el que triunfaban las construcciones en serie, de expresión anónima y con escasos detalles, ellos apostaron por dar más de lo necesario. Cuando no se había acuñado el término Land Art, trataron de demostrar que entre el arte y la arquitectura se abre un canal por el que circular.
Entre sus últimos trabajos, la biblioteca Metso, en Tampere, convivió en la mesa de trabajo con los planos para la residencia del presidente de Finlandia en Helsinki. La concluyeron en 1993, año en que murió Reima. Asentada en el terreno, con la solidez de sus muros de piedra, y abierta hacia el cielo, con las cubiertas como ramas, la residencia es un edificio artístico. Raili dejó de trabajar cuando murió su marido. "No quise seguir. Decíamos que las palabras hablan. Pero el silencio también lo hace. El silencio es una palabra fundamental en el idioma finlandés".
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