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Reportaje:

¡Que llamen a los bomberos!

Rammstein pone en combustión el Palacio de los Deportes con pirotecnia y rock marcial

Carlos Marcos

A ver cómo lo explicamos para que todo el mundo lo entienda. Sí, lo más práctico es coger una escena al azar. Un tipo vestido todo de negro coge el micrófono y se pone a cantar como si estuviese vomitando. Por detrás, unas inmensas lenguas de fuego saltan sin parar, a la vez que chamuscan el flequillo de los espectadores de las primeras filas. A todo esto, el tipo sigue bramando, eso sí, con una novedad: ahora golpea frenéticamente los muslos con su brazo. ¿Quieren más pistas? Ahí va otra. Esta vez el fuego surge de las bocas del guitarrista y bajista, que en un preciso ejercicio de malabarismo atienden a sus instrumentos, mientras casi provocan un incendio.

El cantante, de nombre Till Lindemann, a lo suyo: mostrando sus enrojecidas amígdalas. Ah, y un asunto que no debería pasar desapercibido: cuando de la boca de los instrumentistas siguen brotando llamaradas, tres bombas explotan sin misericordia para los oídos. Veinte años y un día después de la caída del muro de Berlín, los alemanes Rammstein casi tiran abajo el Palacio de los Deportes, repleto con 15.000 metaleros. ¿Estuviste en el concierto de AC/DC? ¿Alucinaste con las explosiones y la pirotecnia? Bah, unos aficionados Angus Young y compañía comparados con estos viciosos de estos efectos especiales.

Todo es un chiste gigantesco, pero lo mejor es encararlo con humor

De hecho, deberían regalar indumentaria ignífuga con la entrada. Llegaron a prender a un tipo en el escenario. Otro sujeto salió con el extintor para calmar la cosa. Todo es un chiste gigantesco, claro está. Lo mejor con Rammstein es encararlo con humor, tanto como ellos se caricaturizan. ¿Canciones? Sí, sonaron las esperadas (Rammlied, Keine Lust y Du Hast), y algunas tienen su gracia, con esos ritmos marciales y esos gritos tan primitivos. Piezas la mayoría cantadas en alemán, y coreadas por las 15.000 personas como si fueran compatriotas de Angela Merkel.

Pero el desfase llegó al final, cuando interpretaron Pussy, con esa letra de elevado corte intelectual que dice: "Tienes un coño / yo tengo un pito / entonces, ¿cuál es el problema? / Hagámoslo rapidito". Para que no quedara duda, el cantante silenció por una vez su voz bronca, se encaramó a un enorme pene y recorrió las primeras filas soltando una lluvia de espuma. Muy gráfico, sí señor. Dentro de los disparates que ocurrían en el escenario, hay que anotar un momento Youtube, cuando el grupo sacó una lancha motora y paseó por el público al teclista.

Todo volvió a la normalidad fallera en los bises, con más llamas saliendo de todos los rincones del escenario. Noche tensa para los bomberos, en efecto. A la salida, el público metalero se tropezó con unas 50 niñas que, acampadas, comían patatas y se abrigaban para pasar una dura noche, en espera del concierto de hoy de Jonas Brothers. "Eso sí que es heavy", sentenció un seguidor de Rammstein.

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Till Lindemann, en un momento de la actuación de ayer.
Till Lindemann, en un momento de la actuación de ayer.CLAUDIO ÁLVAREZ

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Sobre la firma

Carlos Marcos
Redactor de Cultura especializado en música. Empezó trabajando en Guía del Ocio de Madrid y El País de las Tentaciones. Redactor jefe de Rolling Stone y Revista 40, coordinó cinco años la web de la revista ICON. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Madrid.

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