_
_
_
_
_
Reportaje:Teatro da Mangiare?, del Teatro delle Ariette | TEATRO

Espectáculos de harina y huevo

Javier Vallejo

El escenario de Teatro da Mangiare? es una mesa infinita con mantel de cuadros; el libreto, un recetario; los espectadores, 26 comensales, y los actores, tres agricultores que sembraron, labraron y recogieron los manjares que ellos mismos están cocinando para nosotros de mil amores. El pan, del trigo de su cosecha (molido en uno de los pocos molinos de agua que quedan activos), lo amasaron ellos mismos horas antes, y lo terminaron de cocer hace un rato. "Casi todo lo que van a comer es de nuestra cosecha: el brócoli, las cebollas, la zanahoria, las patatas, que pueden acompañar con salsa de yogur con albahaca seca... El salami lo hace mi padre. El vino y el agua los pone el teatro", nos dice Stefano Pasquini. "Con el agua no suele haber problema, pero con el vino, a veces sí. Si es bueno, agradézcanselo a la organización".

En la granja abandonada de su abuelo, cultivaron la tierra y criaron animales, pero pronto empezaron a montar espectáculos
Pasquini, Berselli y Maurizio Ferraresi comienzan su trabajo cuatro horas antes de que el público llegue

Mientras Pasquini bromea, Paola Berselli bulle entre fogones. Ella es quien rompe el fuego en este espectáculo autobiográfico. Con la Internacional de fondo, nos cuenta con un ritmo y un tono cada vez más vivos, cómo en 1989, mientras el muro de Berlín y el socialismo real se venían abajo, decidieron dejar el teatro y retirarse al húmedo y feraz valle del Marzatore, poblado por apenas un centenar de habitantes, a treinta kilómetros de Bolonia. "La casa más próxima está a 200 metros de la nuestra, y el pueblo más cercano, a ocho kilómetros, en otro valle", explica Pasquini. Allí, en la granja abandonada de su abuelo, se pusieron a cultivar la tierra y a criar animales, pero como la cabra acaba tirando al monte, pronto empezaron a montar espectáculos en un viejo granero de 24 metros cuadrados, donde caben quince espectadores. "Sin problemas económicos, hicimos el teatro que nos dio la gana. Hasta que, en el año 2000, nos propusieron hacer este espectáculo para el Festival de Volterra. Aceptamos, por el valor absolutamente antieconómico de una propuesta que nos permitía combinar las cosas del espíritu con lo material, las ideas con los alimentos. En Teatro da Mangiare? volcamos las utopías, las desilusiones, los amores y los deseos de nuestra generación. Es un espectáculo que nos resume".

Desde entonces, han dado más de quinientas representaciones en media Europa. Las próximas son en Gijón y en Elche, en castellano. "Al principio, hacíamos dos diarias: comida y cena. Cuando son fuera de los teatros, con luz natural, tienen el sabor de un domingo en familia. Iluminadas con luz escasa y sencilla, no son para ver, sino para vivirlas, escucharlas y olerlas. Los olores aquí son indispensables. Es un espectáculo que va por dentro: teatro invisible".

Pasquini, Berselli y Maurizio Ferraresi, núcleo del Teatro delle Ariette, comienzan su trabajo en Teatro de Mangiare? cuatro horas antes de que el público llegue, como los actores del kathakali, que se maquillan y visten prolijamente con antelación enorme. Ellos hacen la masa de los tagliatelle, cuecen el pan y las verduras, ponen la mesa, cortan el queso y lo preparan todo como se prepara cuando se tiene invitados en casa. "Esto es un acto de amor", apostilla Pasquini.

En uno de los monólogos que acompañan el yantar, Pasquini elogia el gesto antieconómico de Leonelli, paisano suyo que mantuvo abierto su molino de agua hasta el día de su muerte, y el de su hijo, jubilado ferroviario que ha cogido el testigo del no negocio: eso les permite hacer el pan de su trigo y no de harinas lejanas, anónimas y almacenadas quién sabe cuánto. "La economía no sólo es cuestión de dinero. Habría que introducir un sistema contable que tenga en cuenta también las emociones, la alegría, el tiempo ganado y el tiempo compartido. Observe la paradoja: este pequeño espectáculo absolutamente antieconómico nos ha permitido vivir del teatro profesionalmente. A menudo, cuando haces lo que quieres encuentras a quien le gusta. La economía del dinero estrangula la verdadera economía de la vida, que pasa por la nutrición y el cuidado de uno mismo. Los idólatras creen que el dinero abre todas las puertas, pero las puertas que a mí me interesan se abren de otro modo".

El Teatro delle Ariette es especialista en espectáculos pensados en términos poco rentables. Tras Teatro da mangiare?, estrenaron Teatro di terra, L'estate. fine y E' finito il tempo delle lacrime. "Llegó un momento en el que, además de nuestras materias primas, quisimos compartir con el espectador nuestra experiencia con la tierra, el grano, la simiente y con cuanto crece y muere para volver a germinar. Y sentimos también la necesidad de hacer un espectáculo con nuestros animales. Al principio dudábamos de que a ellos les apeteciera, pero ahora creemos que ha sido una experiencia hermosa, y que están contentos de viajar. No les enseñamos habilidades circenses ni les obligamos a nada. Simplemente, los sacamos al escenario, dónde, sin haberlo ensayado, mantienen una relación muy precisa con lo que hacemos: si cambiamos el ritmo o la intención, ellos cambian de actitud. Pero lo que más me sorprende es que parecen comprender en qué momento exacto llega el final, que es su momento estelar, cuando se quedan solos en escena. Instantes antes de que eso suceda, su gesto es siempre idéntico. Son el espejo de lo que fuimos en un pasado remoto e irrecuperable".

En E' finito il tempo delle lacrime, los corderos pacen, el perro sigue a Paola Berselli, las gallinas escogen el lugar más tranquilo para dormitar, las ocas se desplazan siempre al lado opuesto al que ocupan los actores y, al final, siempre en el mismo momento, lo crean o no, el poney relincha, saca la cabeza de su cajón y mira alternativamente al público y a los actores. "Los animales están siempre muy presentes y atentos. Cuando reconocen un gesto que hicimos el día anterior o una palabra que dijimos, comprenden que ayer sucedió lo mismo y que hoy sucederá de igual manera, y repiten su comportamiento de modo tan natural como la noche sigue al día. Es algo que da mucha paz. Como granjero, sabía que para ellos el hábito es importante, pero el teatro me ha hecho descubrir hasta qué punto están atentos a cuanto pasa".

Antes de montar E' infinito

..., mientras Teatro delle Ariette trabajaba sobre los escritos de Pasolini, la madre de Paola Berselli enfermó y murió. "Entonces, el dolor de Pasolini se anudó con nuestro duelo. Y de enero a julio, por encargo del Festival de Santarcangelo, cultivamos la escenografía de L'estate. fine: un cementerio vegetal de seis mil metros cuadrados donde los parterres de zanahorias, ajos y cebollas representaban las tumbas separadas por bulevares de tierra yerma, y altísimas matas de judías recreaban las bóvedas de una iglesia, con tres fuegos prendidos ante el altar. Todo, rodeado por murallones de maíz. Desde una casa próxima, el público acompañaba el recorrido de una caja ataúd llena de arroz, que llevábamos a cocer en uno de los fuegos".

Aquello era una misa fúnebre, pero vital, un rito pagano inspirado en la transubstanciación del pan y del vino, atravesado por reflexiones de Pasolini sobre el ocaso de la civilización campesina, depredada por la sociedad de consumo. "Todo lo que hacemos tiene cariz autobiográfico", reflexiona Pasquini. "Nosotros lo llamamos teatro de la experiencia: vivimos y compartimos lo vivido".

Teatro da mangiare? Gijón. Patio del Centro de Cultura Antiguo Instituto, dentro de la programación del Teatro Jovellanos. Del 12 al 15 de noviembre. De jueves a domingo: 21.30. Sábado: 14.00 y 21.30. Elche. Centre de Cultura Contemporània L'Excorxador. 17 y 18 de noviembre.

Una escena de la obra <i>Teatro da mangiare?,</i> del Teatro delle Ariette, en la que se invita al público a comer productos cultivados y guisados por los propios actores.
 Foto: Pilar G. Manzanares
Una escena de la obra Teatro da mangiare?, del Teatro delle Ariette, en la que se invita al público a comer productos cultivados y guisados por los propios actores. Foto: Pilar G. Manzanares

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_