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Tres mandos policiales, imputados tras el robo de droga en la Jefatura sevillana

La juez acusa de encubrimiento al jefe y a dos inspectores de la Udyco

Javier Martín-Arroyo

La juez que investiga el robo de 154 kilos de heroína y cocaína en la Jefatura Superior de Policía de Sevilla ha imputado a tres mandos policiales por un delito de encubrimiento. El jefe de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) y dos inspectores jefes de grupo comparecieron ayer ante la magistrada titular del Juzgado de Instrucción 19 de Sevilla, Ana Escribano, para aclarar las acusaciones en su contra derivadas de la investigación que lleva a cabo la Brigada de Asuntos Internos para esclarecer el inaudito robo. Los tres mandos no están directamente vinculados con el robo de droga en los calabozos, sino que están acusados de irregularidades en su labor, conocidas a partir de las escuchas telefónicas ordenadas por la juez.

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Tras 15 meses de investigación, el mes pasado fueron detenidas cuatro personas, incluido el agente en excedencia de la Udyco, Lars Sepúlveda, su mujer, y una pareja amiga de ambos. Estos últimos están acusados de crear los 170 paquetes con yeso y azúcar utilizados en el cambiazo de la droga, cuyo autor fue presuntamente Sepúlveda, ya que tenía libre acceso a los calabozos de la comisaría, donde se acumulaban más de 15.000 kilos de droga.

La sorpresa entre los agentes de la comisaría sevillana fue ayer mayúscula. Una impresión casi semejante al 17 de julio de 2008, cuando trascendió el robo de los 154 kilos de droga y heroína, extraídos del corazón de la policía en Andalucía Occidental. Los tres mandos imputados ahora han colaborado con la investigación de Asuntos Internos desde que se inició hace más de un año, de ahí que su imputación haya causado estupor entre los agentes de la comisaría sevillana. "Es muy gordo. Muy grave por ficticio, por inventivo. Son los que han esclarecido el asunto", aseguraban ayer fuentes policiales.

Uno de los jefes de grupo imputado por encubrimiento dirigía las operaciones antidroga en las que participó el agente considerado el cerebro del robo, Lars Sepúlveda y contribuyó a su expulsión. Fue en marzo de 2008, cuando dicho jefe denunció a sus superiores la dejación de funciones en la que había incurrido Sepúlveda. Por su parte, en su comparecencia ante la juez el pasado septiembre, Sepúlveda acusó al jefe de la Udyco de intentar apropiarse de un alijo de droga.

Durante los últimos 15 meses los agentes utilizaron presuntamente su red de confidentes para transmitir información valiosa que condujo a la obtención de pruebas y posterior detención de Sepúlveda, su amigo Manuel Alonso y su compañera Violeta Sánchez. Desde que se destapó el robo, los 50 agentes han sufrido una pesadilla al estar su labor en tela de juicio y someterse a pruebas dactilares y de ADN para descubrir al ladrón. La pasada primavera falleció un jefe de grupo de un infarto y la moral de la unidad no remontó hasta la detención de Sepúlveda. Pero ahora la triple imputación ha sido un jarro de agua fría sobre la unidad.

De fondo subyace la alarmante falta de seguridad que padecían los calabozos de la comisaría y que facilitó el robo, carencia denunciada por los tres mandos imputados y que fue ignorada, pese a su insistencia. Sólo se cambiaron algunos candados que protegían la droga almacenada. Pero ninguna cámara pudo captar al agente que intercambió 170 paquetes de droga por yeso y azúcar. No había.

De momento, la Dirección General de la Policía no ha depurado responsabilidades al respecto. Un informe de Asuntos Internos incluido en el sumario revela: "El lugar donde se encuentra el calabozo número 6 era y es utilizado como vestuario (...) La primera puerta del calabozo tenía obstruida la cerradura de seguridad, impidiendo su normal funcionamiento". En los pasillos, adonde accedían las limpiadoras, se encuentran las taquillas de muchos agentes y la primera puerta del calabozo estaba obstruida con cinta de celo.

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

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