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Reportaje:

Setién, el Ferrari del Lugo

El ex futbolista internacional apuesta por el respeto al balón en Segunda B

Dice Carlos Mouriz, director deportivo del Lugo, que tener a Quique Setién en el banquillo del Angel Carro es como pasearse por la ciudad en Ferrari. Desde que en 1993 acabó un efímero paso por Segunda División, el Lugo se ancló diez años a la Segunda B. En 2003 bajó a Tercera, pero recuperó la categoría al segundo intento. Sin más gloria. En los últimos años Mouriz buscó técnicos con hambre de ella, tipos anónimos para el gran público como el asturiano Juan Fidalgo o Fonsi Valverde, que había trabajado con el Coruxo y Rápido de Bouzas. Cuando este verano llegó Setién dio la sensación de que algo se había removido junto al Miño.

"La idea es la misma: entrenadores con buen gusto", aclara Mouriz. Setién siempre lo tuvo. Tres veces internacional, mundialista en 1986 en México, casi 400 partidos en Primera con Racing, Atlético y Logroñés, Setién era un mediapunta de paladar fino, un virtuoso con último pase y llegada, un jugón. En el cara a cara deja impresión de hombre legal, de hablar claro, pero de no manejar en exceso las dotes diplomáticas.

"He venido con una idea clara: el balón. No voy a renunciar a ella"
Vio la cara B del fútbol, la del dinero dilapidado y los impagos

Cántabro de pro, su acento le delata. Y dice que le duele su patria chica. "Tenemos el problema de que no sabemos convivir entre nosotros. Nos preocupamos mucho de lo que hace el otro, primero te machacan y luego cuando te ven hundido, te compadecen. No hay término medio", explica. Y en Cantabria hay talento: Gento, Santillana, Setién, Severiano, Óscar Freire...

Relajado en una plaza lucense, Setién confiesa que ya ha averiguado cuál es el mejor camino para llegar desde su nuevo destino a su casa de Liencres, a diez minutos de Santander. No se olvida de aquello, pero sabe que tiene una misión en Lugo. "He venido con una idea clara: el balón. No voy a renunciar a ella", anuncia.

El inicio no ha sido sencillo, sobra fútbol, falta gol, pero en el club quieren que la gente se anime a bajar al estadio porque hay algo más que resultados. No es sólo Setién, la plantilla ha mejorado y ha incorporado en la medular a dos especialistas, Fernando Seoane y Marcos Rodríguez.

A la espera de que los resultados den lustre al esfuerzo, Setién saborea la experiencia lucense. "Estoy en un lugar idílico para trabajar", confiesa. Su carrera como futbolista acabó en 1996 aunque reenganchó en la selección de fútbol playa, donde coincidió con toda la prole de gallegos que, abanderados por Ramiro Amarelle, hacen fortuna en esa modalidad. En octubre de 2001 le llamó el Racing, su Racing, recién descendido a Segunda y con marchamo de irse al hoyo. Se sentó en el banquillo junto al histórico Nando Yosu y en diez jornadas el equipo pasó de ser cuarto por la cola a cuarto por arriba. Ascendió a Primera.

En plena fiesta, Quique comenzó a poner las bases de un proyecto que llevaba tiempo barruntando. "Era la situación soñada en el club de mi vida, poner en juego todas las ideas que tenía sobre el funcionamiento deportivo de la entidad desde los 18 años". Ese plan exigía salir del banquillo. "Los resultados podrían echar por tierra todo en tres o cuatro partidos, porque en el fondo el mundo del fútbol no se puede controlar", reflexiona ahora. Se hizo a un lado, se quedó con la dirección técnica y situó en el banquillo a un amigo que estaba en filial, Manolo Preciado.

Y llegó lo incontrolable, un ignoto ucraniano que derribó todo el entramado. Setién le duró una noche a Piterman. Luego se fue a El Ejido y a Logroño, experiencias fallidas, donde vio la cara B del fútbol, la del dinero dilapidado y los impagos. "Puedes gastar mucho, pero sin sentido común no hay resultados, el problema es que quien gasta los exige y de manera inmediata. Ese es el gran problema del fútbol". Quizás por eso se siente tan a gusto en Lugo, con una directiva que quiere hacer bandera del rigor, que no presiona y atesora fama de cumplidora en los pagos. ¿Podría reciclarse en este contexto esa idea que Quique tenía para el Racing? "Es complicado porque allí hay cien años de historia y el sentimiento de un chaval en Cantabria es jugar en Racing, aquí los chicos no tienen una perspectiva de ser profesionales en el Lugo, pero es una mentalidad que hay que crear".

Su objetivo es llevar al equipo a lo más alto "y dejar aquí un buen recuerdo". A su lado, Mouriz tuerce el gesto. Quizás piense en que un día irá a buscar el Ferrari y éste ya estará bajando Pedrafita.

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