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Reportaje:

Una 'rata' en comisaría

El paso al lado oscuro del policía en excedencia acusado de robar 150 kilos de droga en la Jefatura de Sevilla

Javier Martín-Arroyo

La pesadilla de los 50 agentes de la Udyco de Sevilla finalizó la semana pasada después de 471 días. Cuando la rata, apodo de todos ellos al policía corrupto Lars Sepúlveda, fue detenido como cerebro del robo de 150 kilos de cocaína y heroína de los calabozos de la Jefatura Superior de Policía de Sevilla. Había logrado un botín de 6,7 millones, muy difícil de ocultar. ¿Cómo pudo extraer tal cantidad de droga de una sede policial?

"No era trigo limpio. Las dudas se despejaron cuando lo pillaron cenando con un narco y dijo que era su amigo, no un confidente", explica un agente. En junio de 2008 trascendió el inaudito robo y todas las sospechas apuntaron a Sepúlveda. Pero hacían falta pruebas contra un agente ducho en operaciones antidroga y que tomó precauciones para evitar su detención. La cocaína se sustituyó por talco y azúcar, y la heroína por Cola-Cao.

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Para desesperación de los 50 policías puestos en tela de juicio, las detenciones de Sepúlveda, su mujer, su amigo Manuel Alonso, Lolo, y la pareja de éste, tardaron 15 meses. Una espera convertida en silencioso calvario mientras Asuntos Internos les sometía a pruebas de ADN y tomaba huellas dactilares. Desde que en 2006 dos agentes robaron 20 kilos de cocaína en la Jefatura de Policía de Valencia, ningún caso de corrupción interna en sede policial ha supuesto mayor quebradero de cabeza para el Ministerio del Interior.

"Era un policía mediocre. No era muy lanzado a nivel operativo, y muy primario. Más bien cortito. Sin carrera, se examinó para oficial y suspendió", recuerda un antiguo compañero. "Siempre quería estar en la calle para estar a su aire. No prestaba interés y acumulaba faltas de ortografía en la burocracia", añade otro policía. Sin embargo, para ser tildado de "gandul", resulta difícil de explicar que Lars Sepúlveda, de 35 años, de ascendencia danesa y con dos hijas, permaneciera 14 años en distintas unidades contra el crimen organizado de Madrid y Sevilla. Eso sí, lo expulsaron de varios grupos y siempre creaba conflictos con sus compañeros por su escasa entrega.

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Desde que llegó a Sevilla procedente del grupo de heroína de la Unidad Central de Estupefacientes en Madrid, Sepúlveda disfrutó de un alto nivel de vida. Comenzó a frecuentar amistades peligrosas y en 2007 cedió a la tentación de convertir el polvo en dinero. Ninguna cámara pudo grabarle robando entre los 150 kilos de droga acumulados en los calabozos. No había. Sólo faltaban contactos con las bandas de traficantes para colocar la droga. Y así entró en escena su amigo Lolo, sin profesión conocida pero que ya posee tres casas, la última pagada en metálico con 240.000 euros, el mismo mes que se destapó el robo. A su vez, el agente y su familia vivían en una lujosa vivienda con un alquiler de 1.300 euros.

Ahora los ex compañeros de la Udyco atan cabos. "Dio un chivatazo de un alijo de 10 kilos de heroína que finalmente resultó fallido. Seguro que intentó quitársela a sus primeros compradores, para luego revenderla". Los beneficios podían ser enormes. Los agentes de primer curso tenían sus taquillas en los pasillos que preceden a los calabozos y las llaves de los candados se entregaban a los policías de la Udyco sin especial control. A falta de depósito judicial, el peligro de acumular kilos de droga se había adivinado y los fardos de hachís se usaban en las dos grandes celdas como paredes protectoras para ocultar las cajas y bolsas con heroína y cocaína.

"Los fines de semana la seguridad baja. No hay limpieza ni mantenimiento. Ni cámaras [se han instalado posteriormente]. Y nadie debía sospechar si Lars entraba en los calabozos tras un seguimiento de fin de semana. Posiblemente utilizó hasta un coche Z para transportarla", señala un agente. Además, Sepúlveda tenía moto y siempre portaba una mochila. Los robos se cometieron durante 2007 y 2008.

Meses antes de ser descubierta la sustracción, Sepúlveda fue expulsado de la Udyco y en su nuevo destino no se presentó a un servicio en las elecciones generales de marzo de 2008. A continuación, solicitó una excedencia, obtuvo el título de patrón de barco e invirtió en empresas con su esposa, abogada.

Hasta que un contraanálisis hizo saltar la alarma y descubrió que la coca era azúcar. Desde entonces, cuatro supuestos narcos han sido liberados, uno de ellos se ha fugado, y siete casos judiciales han resultado afectados al pedir los abogados contraanálisis de la droga y descubrirse que era harina y otras sustancias.

Sepúlveda, su amigo Lolo y la pareja de éste, María Violeta S. G., están en prisión por orden de la juez del caso. Podrían ser condenados a penas de entre 9 y 13 años de prisión.

El policía en excedencia Lars Sepúlveda es conducido a prestar declaración ante la juez.
El policía en excedencia Lars Sepúlveda es conducido a prestar declaración ante la juez.JAVIER BARBANCHO

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

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