Muros de los felices veinte
Una ruta berlinesa por la arquitectura de principios del siglo XX entre Wannsee y la torre de Einstein, en Potsdam
"Toma el bañador, a tu hermanita y corre al Wannsee", dice una popular canción berlinesa de los años cincuenta. La zona lacustre, al suroeste de la capital alemana, ha sido siempre un pulmón acuático donde entrar de lleno en contacto con una naturaleza relajante. Pero el sistema de lagos, pequeñas islas y bosques rodeados de agua, no es sólo conocido como un extraordinario lugar de esparcimiento familiar, sino por una terrible circunstancia histórica: la Wannseekonferenz donde los nazis decidieron la llamada "solución final" de su delirio antisemita.
En este momento, 1942, ya no vivían judíos alrededor del Wannsee, que hasta 1933 ocupaban casi la totalidad de las mansiones modernistas levantadas en la euforia arquitectónica del cambio de siglo. Allí se congregaban políticos y empresarios como Rathenaus, artistas como el pintor Max Liebermann y editores como Langenscheidt, conocido en todo el mundo por sus diccionarios.
En poco menos de 30 años surgieron en torno al Wannsee casas con encanto diseñadas por afamados arquitectos. La zona se puso de moda entre la gente culta y adinerada. Exclusiva, alejada del ruido de Berlín, allí sus propietarios podían concebir jardines inmensos y estrafalarios, así como vivir alejados de la rigidez prusiana de la capital. Y pronto fueron los mismos arquitectos que se establecieron en las dunas del Wannsee, en dirección Potsdam-Babelsberg, y en el barrio llamado Steinstücken, durante la guerra fría punto álgido de conflicto entre las dos Alemanias. En ese terreno arenoso sembrado de pinos construyeron Walter Gropius, fundador de la influyente escuela Bauhaus, y Mies van der Rohe sus primeras casas. Al mismo tiempo, el arquitecto expresionista Erich Mendelsohn proyectaba el observatorio Einsteinturm (la torre de Einstein, situada ya en la ciudad de Potsdam) y otras casas avantgarde, ejemplos singulares de la arquitectura expresionista alemana de los años veinte.
Es raro encontrar una zona urbana en Europa donde la riqueza y el buen gusto se mezclen de una manera tan orgánica con la naturaleza, quizá persiguiendo, como sugiere Alain de Botton en un interesante libro, la felicidad a través de la arquitectura. Paseando en dirección al lago se suceden muestras perfectas de los estilos en boga entre 1900 y 1933, desde el clasicismo al funcionalismo Bauhaus. Para verlo todo bien es mejor tomar un guía y así conocer la historia de las casas, algunas en manos privadas.
Muy cerca de la estación de S-Bahn (tren de cercanías) de Wannsee, la casa de Liebermann es hoy un museo. Se ha reconstruido la decoración y la atmósfera que tenía cuando la habitaba el pintor impresionista. Cada detalle de este chalet, levantado en el último terreno libre del Wannsee en 1910 por Paul Baumgarten, es un deleite, pero el jardín, debido a Albert Lichtwark, es una obra de arte en sí misma. Evoca los palacios junto al Elbchaussee en Hamburgo, con sus elementos clásicos, sus columnas y vistas espléndidas a un paisaje luminoso y melancólico. Todavía aparecen salas y pinturas tapiadas en esta casa, que sirvió, después del suicido de la viuda de Liebermann en 1943, de hogar para las mujeres de la Reichspost (Correos), después de hospital y posteriormente de sede de club de buceo en la RDA.
Observatorio vanguardista
No lejos se hallan los primeros ensayos residenciales de Gropius y Van der Rohe, así como la casa del expresionista Mendelsohn. Bien conservadas por sus propietarios, pasan desapercibidas entre los pinos de esta región cercana a Potsdam. Mendelsohn diseñó para Albert Einstein el observatorio de estilo vanguardista, la Einsteinturm, donde al parecer el físico concibió su teoría de la relatividad. En la distancia de un paseo, en el término de Caputh, tenía Einstein su casa. Es una construcción de madera muy sencilla. Vivió con su mujer Elsa en ese ambiente sereno, orquestado por el canto de los pájaros, hasta 1933, cuando se fueron a Princeton, justo a tiempo. La torre fue confiscada y los nazis borraron toda huella del científico judío y además pacifista, pero por fortuna no la destruyeron, aunque la consideraran un ejemplo de arte entartet (degenerado). Sus formas orgánicas, su dinámica, el nuevo y revolucionario material (el hormigón) y la entidad de su ocupante durante años, la han convertido de una espléndida atracción desde la caída del muro de Berlín, hace ahora veinte años. Quien visite la Einsteinturm reparará sin duda en el interesante diseño del jardín. Es obra de un discípulo de Mendelsohn, Richard Neutra, que acabaría siendo con el tiempo uno de los más importantes arquitectos americanos de la posguerra.
Al igual que la torre, la mansión de la Wannseekonferenz ha sido restaurada muy tarde, en 1992. Resulta desconcertante que en un lugar tan armonioso se fraguara un plan cargado de crimen y dolor. Desde luego, el arquitecto modernista Baumgartner jamás lo hubiera imaginado, pues pensaba en la felicidad que depararía su arquitectura. Ahora hay allí un centro de información y memoria de aquellos hechos y de sus horribles consecuencias para tanta gente.
Al salir de esta inmersión en un momento histórico inexplicable, y después de tomar un café con pfannkuchen, la especialidad de Berlín, en el museo Liebermann o en una de las muchas barcas-restaurantes ancladas en el lago y sus afluentes, hay que seguir el consejo festivo de la canción. Los pinos, la arena clara de las dunas, el frescor del aire, todo invita a ir a nadar al Wannsee con la hermanita y esperar la puesta de sol sobre el lago.
» José Luis de Juan es autor de Sobre ascuas (Destino, 2007).
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Guía
Cómo ir
» Entre Wannsee y Potsdam hay unos seis kilómetros y del centro de Berlín, 25.
Visitas
» Villa Liebermann (www.liebermann-villa.de; 0049 30 80 58 59 00). Colomierstraße, 3. De 10.00 a 18.00; jueves, hasta las 20.00; martes cerrado. 6 euros.
» Casa de la Conferencia de Wannsee (www.ghwk.de; www.wannsee-konferenz.de; 0049 308 05 00 10). Am Grossen Wannsee, 56. Abre de 10.00 a 18.00 todos los días. Entrada gratuita.
» La torre de Einstein (0049 331 29 17 41; www.aip.de/einsteinturm). Wissenschaftspark (parque de las ciencias). Potsdam. La entrada al recinto para ver el exterior de la torre es libre. El interior sólo se visita entre octubre y marzo en una visita guiada cada mes; 7 euros.
» Casa de Einstein (0049 33 12 71 78). Am Waldrand, 15-17. Caputh. Abre sábados y domingos, de 10.00 a 18.00; sólo con visita guiada, que se inicia cada hora en punto; 5 euros por persona.
Información
» Oficina de Turismo de Berlín (0049 30 25 00 25; www.visitberlin.de). Organizan rutas guiadas por Wannsee y a la casa de Liebermann.
» Turismo de Potsdam (www.potsdam-tourism.com; 0049 331 27 55 80).
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