Alquerías históricas de Valencia peligran por falta de rehabilitación
El consistorio de Valencia fía una mayor protección al nuevo plan urbano
A los aspirantes a ordenanza del Ayuntamiento de Valencia les exigían hace unos años conocer la alquería de Volante por ser un edificio relevante de la ciudad. Hoy está abandonada en medio de las obras del AVE. Sufrió un incendio, al igual que otra alquería en Benicalap, una en Torrefiel y otra en San Isidro. La alquería Dels Moros se mantiene en pie con puertas y ventanas tapiadas, y los muros llenos de graffiti. A poca distancia, la de La Torre se ha convertido en refugio de familias de gitanos rumanos. La alquería Del Pi en la pedanía de Casas de Bárcena se mantiene en pie porque está apuntalada. Llegó a incluirse en un circuito de puntos de interés turístico de L'Horta, pero hoy cuesta imaginar que fue "una atractiva factoría rural del seiscientos valenciano".
Esta descripción es del Catálogo de Arquitectura Rural de Valencia elaborado en 2003 con el fin de reforzar la protección del patrimonio vinculado a la huerta. La intención no pasó del documento, que incluye fotografías de una parte del más de un centenar de alquerías, casas rurales, molinos y otras edificaciones de valor histórico y artístico. En muchos casos, la comparación con el estado actual de los inmuebles es deprimente. La falta de rehabilitación ha acelerado su deterioro. Por el mismo camino de la ruina transitan otra cincuentena de inmuebles que se incluyeron en el catálogo circunscrito al suelo urbano, que también incluye un grupo de alquerías, además de joyas como la fábrica Ceramo en Benicalap o la Casa del Relojero junto a la catedral.
Ambos catálogos están por aprobar, como denunció recientemente el concejal socialista Juan Soto. Su petición de un plan de rehabilitación específico del patrimonio rural y de ayudas a los propietarios pinchó en hueso. El responsable de Urbanismo, Jorge Bellver, replicó que se han recuperado en los últimos años más de 20 alquerías para servicios públicos, con la fuerte inversión que implican estos proyectos. Será la revisión del plan general urbano (PGOU) la que dé "mayores garantías" para la conservación de alquerías y les conceda una protección mayor que la actual, añade.
Pero la protección legal no es suficiente, como demuestra el caso de la alquería Dels Moros en Benicalap, que fue declarada Bien de Interés Cultural (BIC) en 2004 y está pendiente de restauración. "Se trata de uno de los mejores ejemplos de la arquitectura señorial de los siglos XV y XVI", afirma el catálogo municipal, que destaca también la alquería próxima de La Torre, otra pieza básica de la arquitectura rural pendiente de recuperar. Esta casa, con un antaño fabuloso jardín, está propuesta junto a otras siete como Bien de Relevancia Local (BRL) del nuevo PGOU, lo que subraya su relevancia para el patrimonio.
Una parte de esas alquerías que gozarán de mayor protección está en manos públicas, como la Dels Moros y la Del Pi en Casas de Bárcena, mientras que otras, también necesitadas de rehabilitación, son privadas, como la del Rei (prevista para restaurante en la ampliación del Bioparc), la de Ferrer, la alquería Fonda o la de Rocatí, incendiada en mayo del año pasado. Unas y otras, según insisten los socialistas, necesitan un plan y un sistema de incentivos para no acabar en un montón de ruinas.
El plan territorial de protección de la huerta histórica de Valencia que ultima la Consejería de Medio Ambiente ha devuelto al primer plano la importancia del patrimonio asociado a la cultura agraria de la ciudad y las comarcas de L'Horta, y puede suponer un impulso a su protección, tal vez el último posible. La revisión del PGOU necesariamente deberá coordinarse con el plan territorial, que incluirá las piezas de arquitectura rural más representativas que han configurado el paisaje de la huerta. En ese contexto, el término municipal de Valencia destaca con ejemplos de la "mejor arquitectura rural", entre otros motivos porque las grandes familias del reino vivían en la ciudad y solían construir una alquería a las afueras para las épocas de calor o pestilencias, según explica el arquitecto Miguel del Rey, autor del catálogo de arquitectura rural y autor, junto a otros especialistas de Alqueries. Paisatge i arquitectura en l'horta, editado por el Consell Valencià de Cultura. "La arquitectura rural es el símbolo de la raigambre de cualquier sociedad, es el icono básico al que hace referencia la memoria cuando necesita una imagen que simbolice el vínculo con la naturaleza", destaca la introducción del libro. Para no perder esa memoria es esencial que la huerta preserve ejemplos de los distintos tipos de casas, barracas y alquerías. En esa línea, Del Rey, que también colabora en el plan de la huerta de la consejería, subraya la importancia de que las rehabilitaciones sean cuidadosas y estén en manos de profesionales, que respeten las formas y características de los diferentes tipos de edificación. Son los "eslabones" de una cadena que recorre más de 700 años de historia. Que no se rompa.
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