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La mala salud de Santa Maria del Pi

La restauración de la iglesia eliminará el hierro oxidado que rompe la piedra

José Ángel Montañés

Es como estar dentro de un animal prehistórico. El andamio que ocupa la nave de Santa Maria del Pi -la tercera gran iglesia gótica de Barcelona, junto con la catedral y Santa Maria del Mar- desde la puerta de entrada hasta el altar y desde el suelo hasta la bóveda del techo, a 30 metros de altura, está formado por miles de tubos que le hacen parecer una especie de esqueleto metálico que da forma y sostiene el edificio. Lleva varios meses instalado y su tamaño ya no sorprende a los feligreses que siguen acudiendo a su parroquia como si nada, pero no pasa inadvertido para los miles de turistas que cada día entran por primera vez a este edificio situado en el casco antiguo de la ciudad.

Los problemas provienen de una rehabilitación realizada en 1957

A finales de 2005 el párroco observó que desde las alturas se precipitaban fragmentos de piedra y mortero que ponían en peligro a todo el que deambulaba por esta iglesia construida en el siglo XIV. Lo peor era que no caían en un punto en concreto, sino por todo el edificio. Tras colocar una red que impedía que los fragmentos impactaran en algún feligrés o visitante, los responsables de la parroquia intentaron encontrar una solución. ¿Qué le estaba pasando a la bóveda de Santa Maria del Pi que parecía estar desintegrándose? El enigma se descifró tras examinar la piedra detenidamente y bucear en los archivos en busca de información: el hierro colocado en la restauración de 1957 en las juntas de los sillares de los arcos, con la intención de devolver el aspecto que la iglesia tenía antes de ser arrasada por un incendio en la Guerra Civil, se había oxidado como consecuencia del agua de la lluvia filtrada por las fisuras de la cubierta. La oxidación había dilatado el hierro y estaba reventando la piedra.

"De hecho, la patología del edificio es la suma de muchos problemas, incluso de la desidia y el nulo mantenimiento, ya que al no limpiar las gárgolas el agua del tejado no se expulsa y acaba filtrándose", afirman Antoni Codina y Joan Prats, arquitectos responsables de los trabajos que comienzan la semana que viene en el edificio.

Según Codina, la construcción padece, además, un envejecimiento natural de los materiales que afecta a la bóveda, las cubiertas de la nave central y las capillas laterales. Pero ningún problema como el originado por la restauración realizada en la década de 1950, ya que, afirma Codina, además de colocar las cuñas de hierro, se rebajó más de un metro el nivel de la cubierta para construir unas estructuras de hormigón que aguantaban las claves desde arriba, y se taparon las salidas de ventilación que expulsaban la humedad hacia el exterior del edificio. Muchos de estos orificios se cegaron al pasar el cableado eléctrico para iluminar la iglesia, según los arquitectos.

Codina y Prats defienden, no obstante, a sus colegas del siglo pasado y justifican sus trabajos y los materiales que emplearan ya que "era una época con medios económicos muy escasos".

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Cientos de marcas realizadas con tiza blanca señalan dónde están cada uno de los elementos de hierro, aunque no estén oxidados. Un detector de metales (una aplicación positiva para este aparato que muchos utilizan para reventar yacimientos arqueológicos en busca de piezas) ha servido para localizarlos en arcos, claves y en el mortero que une los sillares de piedra. Serán sustituidos uno por uno y reemplazados por un nuevo mortero de cal y arena que devolverá la solidez al edificio y acabará con los desprendimientos. Los trabajos terminarán en el año 2010 tras la inversión de dos millones de euros (pagados entre la Generalitat y el arzobispado), en los que se incluyen el andamio y un enorme cajón que protege el órgano de 1808 del polvo. "Restaurarlo costaría más que toda esta obra", afirma Codina.

Según Alfred Pastor, arquitecto de la Generalitat que supervisa los trabajos, este convenio sólo es para restaurar el intradós del edificio, no para la cubierta exterior, que también habrá que restaurar para evitar filtraciones y garantizar los niveles de impermeabilización de la estructura. "Ya se ha redactado el proyecto para la cubierta, pero mientras se rehabilita se instalará un enorme toldo corredizo para evitar humedades", afirma Pastor.

Santa Maria del Mar, también en obras

En dos meses las tres grandes iglesias góticas de Barcelona estarán en obras. Los trabajos en la iglesia del Pi que comienzan ahora se suman a los que hace años se realizan en la catedral y en un par de meses empezará a restaurarse Santa Maria del Mar. Según Josep Maria Martí Bonet, responsable de patrimonio del Arzobispado de Barcelona, se intervendrá en los campanarios, las cornisas de la fachada, los pórticos, las capillas del presbiterio y en algunas claves. Las obras costarán tres millones de euros y estarán acabadas en cuatro años "pero no impedirán que los 2,5 millones de personas que visitan el templo cada año sigan haciéndolo", señala Martí.

Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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