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Al príncipe Carlos sigue sin gustarle Richard Rogers

El heredero al trono británico vuelve a arremeter contra un proyecto diseñado por el arquitecto en Londres

El británico Richard Rogers destaca entre los nombres más reconocidos de la arquitectura moderna, ganador del prestigioso Premio Pritzker y autor, entre otros edificios, de la terminal 4 del aeropuerto de Barajas, el Dome de Londres o la sede del Parlamento galés. Pero en el Reino Unido también es conocido como la "bestia negra" favorita del tradicionalista Carlos de Inglaterra. Su última propuesta, un complejo residencial de cristal y acero en el corazón de Londres, tampoco ha escapado de los dardos del príncipe, aunque en esta ocasión con el riesgo de provocar un rifirrafe diplomático. La familia real de Qatar patrocina la urbanización diseñada por lord Rogers que el hijo de Isabel II quiere boicotear.

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El heredero de la corona británica califica el proyecto de "antipático", en una carta remitida el mes pasado al primer ministro catarí, el jeque Hamad Bin Jaber, a quien conmina a reconsiderar su construcción. Carlos propone como alternativa a uno de sus arquitectos favoritos, Quinlan Terry, para diseñar un complejo de corte más clásico que no desentone con el ladrillo rojo del Hospital Real (siglo XVII), ubicado en el mismo barrio de Chelsea y obra de Christopher Wren, también autor de la catedral de San Pablo.

"Este nuevo ataque contra la arquitectura moderna representa una intervención privilegiada e injusta de un príncipe que se niega a debatir abiertamente y obra entre bastidores", han denunciado fuentes próximas al estudio de Rogers, quien ya sufriera la censura real en anteriores proyectos, como la ampliación de la National Gallery londinense hace 25 años.

Al hijo mayor de Isabel II siempre le ha gustado exhibir públicamente sus filias -la medicina alternativa- y fobias -encabeza-das por la arquitectura de vanguardia-.

Su reciente ataque contra la obra de Rogers confirma que "sigue comportándose con la misma arrogancia desde hace un cuarto de siglo, aprovechando su prestigio para inclinar la balanza del lado de sus prejuicios personales", sentenciaba el crítico Rowan Moore.

El anterior alcalde de Londres, Ken Livingstone, recordaba ayer como una pesadilla los constantes ataques de Carlos a sus proyectos de planificación urbana.

Para eludir el conflicto, las autoridades de Qatar han recurrido a la diplomacia en respuesta a la petición del príncipe, de quien ya esperaban "un enfoque más tradicional". En un comunicado emitido por el brazo inmobiliario de la familia real (Qatari Diar), aseguran compartir "las opiniones de su alteza sobre la conveniencia de desarrollos sostenibles integrados". Pero en el texto no se desprende que estén dispuestos a renunciar a su complejo residencial en el exclusivo universo de Chelsea.

Carlos de Inglaterra.
Carlos de Inglaterra.AP

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