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Reportaje:

'Taggeando' la ciudad

Málaga carga contra las pintadas vandálicas investigando policialmente a los autores de los grafitis y personándose contra ellos en los juzgados

Juana Viúdez

No hay nada peor para un grafitero que le pillen pintando una pared, ni nada mejor que su obra sea vista por el mayor número de público posible. Por eso se arriesgan a pintar por cada uno de los rincones de las ciudades, aún sabiendo que muchos ayuntamientos han decidido hacerle la guerra a las pintadas con multas cada vez más altas, largas investigaciones y reclamaciones.

Lo que más molesta son las firmas, también llamadas tags o taks: Plaka, Burne, Rima... Retirarlas cuesta 500.000 euros anuales en presupuesto de limpieza en ciudades como Málaga. El ansia de adolescentes por dejar su huella en cada una de las paredes choca con el afán de los municipios por que sus calles estén limpias y sus barrios no parezcan el Bronx.

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Los comerciantes creen que les pintan "sólo para fastidiar" y llega un punto en el que se niegan a limpiarlas porque están convencidos de que, con ello, les ganan la batalla. "No quiero dejarles la pizarra limpia", reconoce Montse, encargada de la tienda de ropa Paramita, una de las más castigadas del centro histórico. En tres meses, su pared ha acumulado unas 50 firmas.

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Los graffiteros disfrutan con estos pulsos, pero también adoran las paredes blancas. Son muy jóvenes, muchos comienzan a pintar con 10 años, y su único afán es practicar por toda la ciudad. "Tagger es el que sólo firma o principalmente hace eso con spray o rotuladores, explica uno de ellos. "Escritor o writer es el que hace grafos (dibujos) con más aspiraciones". "Legal o ilegal... sigue siendo grafiti, solo que algunos optan por lo artístico y otros por la adrenalina y ganas de atascar la ciudad", resume Afror en un foro de la Red.

"Yo lo llamaría vandalismo", sentencia Florentino Villabona, coordinador de Seguridad del Ayuntamiento de Málaga. Un grupo de investigación de la Policía Local ha estado varios meses siguiendo los pasos de dos grafiteros más activos de Málaga: Plaka y Burne. Ambos han sido detenidos y se enfrentan a un procedimiento judicial que les puede costar caro. El Consistorio malagueño y la Asociación de Comerciantes del Centro están personados como acusación en la causa. Se les atribuyen unas 300 pintadas. El medalla de bronce en esta particular carrera, llamado Rima, también ha sido fichado.

Desde hace un año, Málaga tiene policías especializados en seguir el rastro de estas pintadas, compararlas y buscar a sus autores. El trabajo comienza a dar resultados. Treinta denunciados en 2008 (cuatro fueron detenidos) y siete apresados en el primer mes de 2009.

"Son jóvenes que desconocen el daño que producen con sus gamberradas, por esto también estudiamos pedir a los padres de los menores que se responsabilicen de los daños", dice Villabona. Retirar la firma de una pared sale caro, sobre unos 300 euros si no es muy grande. La factura sube si el material es poroso o si al vándalo le da por seguir las modas. Lo último es pintar en cristales con rotuladores de ácido. Algo que cuesta retirar unos 800 euros.Una nueva ordenanza de Málaga, todavía sin aprobar, sancionará con 750 euros las pintadas más leves y con 1.500 euros las graves.

"Para que la poli no te pille, lo mejor es organizarte con la gente que pintas y si te sorprenden, nunca dejes de correr", aconsejan los grafiteros más veteranos. Pintar trenes es uno de sus máximos retos. Son capaces de reunirse a las cuatro de la mañana y recorrer kilómetros por túneles a oscuras para hacer "un grafo" en una máquina.

"Hay un reto en internet ofreciendo 6.000 euros para quien pinte el AVE", dice un vigilante de seguridad encargado de espantarlos. Para los guardas, los vándalos también son un problema. Si les pintan un tren en un descuido se enfrentan a suspensiones de empleo y sueldo de 45 días o el traslado del servicio. El pasado agosto, un grafitero golpeó con un extintor a un vigilante que le sorprendió en un túnel de Málaga.

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Sobre la firma

Juana Viúdez
Es redactora de la sección de España, donde realiza labores de redacción y edición. Ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria profesional en EL PAÍS. Antes trabajó en el diario Málaga Hoy y en Cadena Ser. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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