Plan para reactivar el Albaicín y el Sacromonte
El gobierno de Granada aprueba nuevas normas para conservar los dos barrios
Aunque tarde, los vecinos del Albaicín y por primera vez los del Sacromonte, dos de los barrios más emblemáticos de Granada, podrán saber qué líneas seguir a la hora de acometer reformas en sus casas o diseñar proyectos. El Ayuntamiento, gobernado por el PP, ha aprobado inicialmente el nuevo Plan Especial de Protección y Reforma Interior del Albaicín-Sacromonte (Pepri) que sustituirá al anterior, vigente desde 1990.
"Llega mal, con demasiados años de retraso", según los grupos de la oposición en el Ayuntamiento (PSOE e IU), y con poca participación de quienes viven y, por tanto, conocen al detalle las singularidades de ambos barrios, lamentan los vecinos.
La revitalización del Albaicín es uno de los principales retos de la capital, que ve cómo se despuebla poco a poco el barrio declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad. De los más de 23.000 habitantes que tenía en 1970, se ha pasado a unos 8.000. Con ese fin, según explica la edil de Urbanismo, Isabel Nieto, se presenta el documento "no para innovar ni hacer obras, sino para revitalizar y conservar la zona".
Sólo se prevé construir 112 viviendas de nueva planta, que se sumarán a las más de 4.200 existentes. Lo más importante es intervenir en las 695 que están en un estado pésimo de conservación y rehabilitar las 1.658 que presentan deterioros. Se construirá un aparcamiento con más de 700 plazas, atendiendo a la demanda vecinal. Las casas-cueva se incluyen por primera vez en el plan. Hay un registro de 216, pero la cueva que no esté habitada tendrá que ser tapiada y las que se mantengan abiertas tendrán que hacerlo con unas mínimas líneas de conservación, según el documento.
Entre las principales reivindicaciones de los vecinos está la de que "se cumpla el plan". La vicepresidenta de la asociación del Bajo Albaicín, Lola Boloix, asegura que hay muchos puntos que ya estaban incluidos en el anterior. Lamenta que no se haya tenido en cuenta la opinión vecinal en su elaboración para "hacerles ver a los redactores cuestiones relativas al tráfico, el vandalismo y la inseguridad o que las alturas no se deben modificar".
Aunque se protege la volumetría actual, que prevalecería sobre el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), se abre la posibilidad de elevar la altura máxima de edificaciones, con lo que las vistas del barrio a la otra colina del Darro, sobre la que se asienta la Alhambra, se perderían en muchas de sus calles.
En el Sacromonte la situación es, si cabe, peor. El abandono y la "falta de infraestructuras" son carencias primordiales, explica el cantaor Curro Albaicín, que lamenta que allí apenas llegue el transporte público ni tenga unos mínimos servicios que ofrecer al visitante, pese a ser con sus cuevas uno de los principales reclamos de la capital.
"En el tema de las viviendas hay poco reconocimiento del Ayuntamiento, hay muchas casas-cueva abandonadas", indica Miguel Berbel, uno de los responsables del Centro de Interpretación del Sacromonte. Para Berbel, que se incluya por primera vez este espacio como lugar de actuación preferente ya es positivo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.