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Las consecuencias de la crisis

La inmigración desborda las campañas

El aluvión de más de 5.000 inmigrantes a Jaén y Córdoba deviene en un éxodo escalonado - La saturación de los albergues expulsa a los extranjeros a las calles

El campo andaluz, ese tradicional colchón de otros sectores productivos, se ha visto esta vez sobrepasado por la virulencia del aumento del paro. Sus frágiles muelles se han quebrado en varias provincias, y los más perjudicados han sido los inmigrantes, desplazados sobre todo por millares de peones ante el ocaso de la construcción. Las consecuencias han alterado el paisaje de pueblos de Jaén, Córdoba y Sevilla. Las esquinas donde el año pasado los manijeros contrataban cada mañana a miles de inmigrantes, ahora están copadas de desesperados que entre tumultos combaten el frío a la espera de cuadrillas.

Durante dos semanas 5.000 inmigrantes han vagado por Jaén y Córdoba para convertirse en braceros sin éxito. La explicación es sencilla: el Servicio Andaluz de Empleo (SAE) ha recibido más de 15.000 inscripciones de parados andaluces dispuestos a trabajar en la campaña olivarera. Si otros años al menos 7.000 inmigrantes encontraban trabajo en los tajos de Jaén, en esta ocasión los sindicatos calculan que apenas un 10% de ellos podrá echar unos jornales.

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Las chispas saltan con relativa frecuencia. Los graves disturbios provocados por la muerte de un ciudadano de Malí en La Mojonera (Almería) y los recientes altercados en la cercana Roquetas de Mar reflejan la frágil paz social que soporta la agricultura, destino prioritario de la inmigración. Las tensiones y las escenas más o menos dramáticas de inmigrantes en las calles se han reproducido esta semana como una plaga.

Tras pasar factura el cansancio y reproducirse los avisos de las autoridades, la presión migratoria comienza a menguar y muchos inmigrantes regresan al norte del país. El temporal ha sido el remate al aluvión de extranjeros y las campañas se han retrasado sine die. Hasta mediados de esta semana, los albergues de Jaén han prestado 14.000 asistencias y han repartido 41.000 comidas. También se han entregado más de 1.000 billetes de autobús de largo recorrido entre los temporeros que los han solicitado, tras comprobar que no había hueco en las cuadrillas.

Muchos de los extranjeros no han encontrado alojamiento en las 800 plazas que ofertan los 20 albergues de Jaén, ni siquiera en los recursos de emergencia habilitados por ayuntamientos y organizaciones sociales. Mientras, el Ayuntamiento de Úbeda ha anunciado el cierre del pabellón polideportivo, donde dormían centenares de inmigrantes, porque era una medida excepcional.

Los grupos de extranjeros, sobre todo africanos, se trasladaron desde Jaén a Córdoba en busca del maná de los jornales. En pueblos como Baena, Adamuz o Montoro la visión de la semana pasada de nubes de jornaleros subsaharianos y marroquíes deambulando por las calles ha descendido a la mitad. Muchos de ellos, hartos de no encontrar nada, han optado por pedir billetes de autobús a los consistorios, que los concedían de manera gratuita para ir a otras localidades o volver a sus casas.

Lo cierto es que la marea de este año ha sido más dramática que la de ningún otro. Además de por el volumen mayor de temporeros sin tajo, el mal tiempo ha reforzado las malas perspectivas. Mientras, los españoles vuelven a los campos para regresar como temporeros.

La situación de los braceros foráneos, que durante años no han tenido problemas para ganar un sueldo en campaña, se agrava por la política de contratación en origen que desde hace años se desarrolla en Córdoba. Este año se espera que 4.116 ciudadanos del este de Europa vareen los campos de olivos. Y lo mismo pasará en la campaña de la fresa en Huelva.

Al contrario que Jaén, Córdoba destaca por carecer de una red de albergues para jornaleros. Sólo hay unas 400 plazas para peones del olivar. La cifra no ha sido suficiente para atender la marea humana, por lo que sin trabajo ni dinero y, muy a menudo sin techo, a muchos inmigrantes no les ha quedado otra solución que refugiarse en campamentos improvisados: casas abandonadas, lavadores de coches, gasolineras... todos a la espera de recibir la ayuda de Cruz Roja o Cáritas, desbordadas para suministrar colchones y mantas.Este aluvión de mano de obra provocado por la crisis espolea los conflictos en el campo. Hasta ahora, los enfrentamientos eran soterrados porque había trabajo para todos. Pero al ritmo que se multiplican los parados, algunos empresarios se aprovechan de la desesperación de trabajadores suramericanos y de Europa del Este, a los que casi duplican la jornada por sueldos ínfimos.

Si en la recogida de cítricos el convenio del campo fija una jornada de seis horas y cuarto por 45 euros, este mes se han llegado a pagar 15 euros por diez horas recogiendo naranjas en la Vega del Guadalquivir. "Los patronos se están forrando de billetes porque a un extranjero 20 euros le parecen un millón", exagera Francisco Carnero, jefe de cuadrilla en Brenes (Sevilla). De momento no hay atisbo de brotes racistas, pero el rechazo a una parte de los inmigrantes, que abaratan la mano de obra en el campo, es patente.

En Jaén hay signos que apuntan en esta dirección. El sindicato CC OO ha alertado de que los excedentes de mano de obra son un caldo de cultivo para la aparición de estos "empresarios sin escrúpulos". CC OO calcula que apenas la décima parte de los más de ocho millones de jornales generados en la campaña oleícola de Jaén se declaran en la Seguridad Social, fomentando una bolsa de economía sumergida. "Si la Administración no toma medidas podríamos estar ante una fractura social importante", avisa José Moral, secretario provincial de CC OO. Moral considera "vergonzoso" que, siendo Jaén la quinta provincia con mayor número de inmigrantes en términos relativos, sea la última provincia española en número de sanciones por parte de la Inspección de Trabajo.

En la última campaña, la Inspección realizó 229 visitas a los tajos levantando 62 actas de infracción, por un importe global de 141.700 euros en sanciones. La mayoría fueron tipificadas como graves (principalmente, no dar de alta a trabajadores) y las multas oscilan entre los 626 y los 6.250 euros. "Claro que existen bolsas de fraude, pero no en los índices que denuncia CC OO", expone Pedro Cazorla, jefe de la Inspección de Trabajo de Jaén.

En Sevilla las campañas también atraviesan un momento difícil. El mal tiempo está retrasando la recogida de la aceituna molinera para el aceite, y junto a las lluvias, la escasa demanda del mercado provoca que muchas naranjas se queden sin recoger. Sevilla no recibe contingentes de inmigrantes ante la alta demanda de trabajo, ya que la provincia atesora 118.000 cartillas agrícolas. "Sólo vienen los que tienen permiso de trabajo y residencia", confirma José Corral, secretario de Agricultura en CC OO.

El temporero ecuatoriano Cristian Falcón explica con desazón junto al nigeriano Felix Enemade: "Hoy nos han vuelto a decir que a casa. La cosa está chunga". En las últimas dos semanas su cuadrilla sólo ha acudido a las fincas de Brenes durante cinco días. Si la campaña de la naranja emplea a 25.000 trabajadores, la aceituna de mesa movilizó a 60.000, y ahora la de molino empleará hasta febrero a 15.000. "El sector sufre palos por todos lados y el problema es que el mercado no paga el valor de la aceituna", concluye Felipe Ganoso, portavoz de Asaja Sevilla.

Llegadas controladas

En Almería, al margen de los graves incidentes de La Mojonera, que obligaron a un gran despliegue de la Guardia Civil, al ser el cultivo intensivo, el aluvión de inmigrantes ha sido casi anecdótico. Las cifras son rotundas: 280.000 personas viven directa o indirectamente de la agricultura. En la campaña pasada sólo 2.776 personas llegaron de fuera a trabajar en la agricultura y otras 1.050 lo hicieron para el sector de hostelería, construcción y transportes. Para la presente campaña se aprobó un contingente de 450 ucranios y 100 marroquíes. El resto de trabajadores son repetidores de otros años.

Asimismo, en Huelva la contratación de inmigrantes para la recolección de fresa el próximo febrero está muy controlada y no se esperan conflictos sociales como los registrados en Almería o Jaén. "Aquí no habrá ningún efecto llamada", explica José Manuel Romero, presidente de Freshuelva, que representa al 90% de los productores y exportadores freseros. Juan Antonio Millán, presidente de la Comisión de Municipios con Inmigración de Huelva (COMI), añade: "El cupo de trabajadores ya está cubierto con los 25.000 extranjeros y 40.000 locales, entre españoles e inmigrantes con papeles".

Los episodios conflictivos de otros años se han solucionado con una gestión eficaz, "un modelo de organización migratoria que es ejemplo para todo el país", como señaló Celestino Corbacho, ministro de Trabajo. El mayor problema, ya solucionado, era que los trabajadores extranjeros, al finalizar la campaña, no se querían marchar. "En 2004, el 90% se quedó. En 2008, conseguimos un 93% de retorno", destaca el empresario Antonio Luis.

Información elaborada por G. Donaire, M. J. Albert, M. J. López Díaz, Lidia Jiménez y J. Martín-Arroyo.

Un grupo de inmigrantes se abalanza sobre el vehículo de un empresario agrícola para ser contratados en Baena (Córdoba).
Un grupo de inmigrantes se abalanza sobre el vehículo de un empresario agrícola para ser contratados en Baena (Córdoba).F. J. VARGAS

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