Austeridad real en la corte inglesa
Isabel II impone normas a su familia para combatir la crisis económica
Nadie como Isabel II, quien permaneciera en un Londres asediado por las bombas alemanas durante la II Guerra Mundial, sabe adaptarse mejor a los tiempos difíciles. Pero en el duro contexto de la recesión económica, la soberana ha creído necesario llamar a filas a su familia, conminándole a contener cualquier gesto de extravagancia, especialmente a los Windsor más jóvenes.
La reina, el duque de Edimburgo y su hijo Carlos han decidido volcarse en aquel tipo de actos y compromisos que implican a trabajadores y voluntarios en el ámbito social.
La monarca visitaba ayer una organización benéfica de Oxford, una semana después de que abriera las puertas de Buckingham a 300 empleados de la sanidad pública que también prestan su labor de forma desinteresada. El heredero decidió, por su parte, comparecer el lunes en Halifax, una de las localidades inglesas más castigadas por el desempleo.
Isabel intenta predicar con la propia la austeridad -en su reciente visita oficial a Eslovenia, por ejemplo, recicló vestuario antiguo-, y ha eliminado de su agenda cualquier ostentoso banquete. Pero sus nietos Guillermo y Enrique no parecían irle a la zaga. Los asesores de la reina han advertido a los dos hijos de Carlos que su adicción a visitar los exclusivos clubes de la noche de Londres transmiten al público el mensaje opuesto al que busca su real abuela. Hace ya varios días que los paparazzi no logran cazarlos en compañía de sus novias frente a alguno de sus locales favoritos, como Boujis, donde suele correr el champán. "Se ha decidido que los príncipes se concentren en sus respectivas carreras militares, en lugar de en glamorosos eventos, aunque sea para recaudar fondos benéficos", revelaban fuentes de palacio al Daily Telegraph.
Si la reina tiene a una aliada en el empeño esa es sin duda su hija Ana, el personaje más severo entre los círculos reales. Lo que ahora es una consigna en Buckingham, supone un hábito en el caso de la princesa: siempre utiliza el medio de transporte más económico, es alérgica a los dispendios y demuestra una capacidad asombrosa para preservar su vestuario durante lustros.
En la reciente boda de lady Rose Windsor, Ana compareció con el mismo atuendo -sin tan siquiera un retoque- que utilizara cuando su hermano Carlos se casó con Diana. Y de eso hace nada menos que 27 años.
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