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Reportaje:

Duelo en el Museo del Prado

Antonio López y Rafael Moneo confrontan sus puntos de vista sobre pintura y arquitectura en el ala recién ampliada de la pinacoteca madrileña

Pasión y razón, color y volumen, luz y concepto libraron ayer impar combate bajo los muros del ampliado Museo del Prado, ante un auditorio fascinado por la personalidad de los dos contendientes: a la izquierda, Antonio López, de 72 años, natural de Tomelloso, tal vez el pintor más cotizado de España; a la derecha, Rafael Moneo, de 71 años, navarro de Tudela, quizás el arquitecto más renombrado del país, autor de la ampliación de la universal pinacoteca madrileña. Arbitraba Pedro Ortiz, directivo del Colegio de Arquitectos, cuya Fundación, gracias a Paloma Barreiro, organizaba el encuentro dentro de la edición anual de la Semana de la Arquitectura.

Pintor y arquitecto compartían poco más que el haber completado estudios en Roma, donde ambos se impregnaron de un clasicismo que ha dotado a sus obras de vuelo y estatura, desde el pincel y la esencia trementina, las de Antonio, y desde el cálculo y la estructura, las de Rafael.

López critica el narcisismo del arte y Moneo resalta su complejidad actual
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Abrió el fuego el pintor manchego, que criticó la ausencia de escultura en el Prado. Parecía olvidar que la colección de estatuaria clásica que atesora pasa por ser una de las mejores de España. "También carece de arte antiguo y de arte contemporáneo", disparó. "Es un museo duro, no pude entrar en él durante muchos años". Y ello por considerarlo un lugar "sagrado e incomprensible". "Sólo en Roma pude darme cuenta de la contribución de la pintura española al arte universal; luego, me ha costado 50 años de aprendizaje vital descubrir que todo eso -el tesoro de la pintura del Prado- es España". López proclamó su devoción por Diego Velázquez: "Fue tan respetuoso con todos nosotros que nunca trató de seducirnos ni de imponernos nada", dijo.

"Ojalá ese respeto fuera una componente del arte español", terció Rafael Moneo.

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"Lo he visto en la vida, en mi infancia, en los campos donde la gente trabajaba afrontándolo todo con alegría, dignidad y una falta de narcisismo que resulta ser la misma que lo velazqueño expresa", prosiguió López, "porque el arte lleva siglos aquejado de la enfermedad del narcisismo", criticó con dureza. López pidió más espacio para Velázquez en el Prado: "No se puede ver Los borrachos junto al cuadro de una monja", dijo. "Hay que apretar los demás y dejar espacio a Velázquez, que, para mí, es el alma del Prado", bromeó ante la sonrisa condescendiente de Moneo.

Éste mostró exquisita cortesía hacia López, al que trató como un huésped, por hallarse ambos en la ampliación del museo realizada por Moneo. Pero no eludió el combate: el arquitecto navarro reiteró una persistente añoranza por la inmediatez de la pintura y remarcó la complejidad de la arquitectura, "un arte cada día más alejado del control visual bidimensional y más determinado por las intermediaciones -"servidumbres", las llamó López-: "El Sol lo redime todo", sentenció el artista manchego.

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Antonio López, a la izquierda, y Rafael Moneo conversan junto al ábside del Museo del Prado antes de su conferencia.
Antonio López, a la izquierda, y Rafael Moneo conversan junto al ábside del Museo del Prado antes de su conferencia.LUIS SEVILLANO

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