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Reportaje:

El fiasco del narcosubmarino sale a flote

El fiscal acusará de conspiración para delinquir a los implicados en la construcción del narcosubmarino interceptado hace dos años en Vigo

Cuando el sumario está a punto de concluir, tras dos años de instrucción, los investigadores han podido reconstruir con las declaraciones de los principales implicados los preparativos del primer narcosubmarino, el primer sumergible incautado en España para transportar droga e introducirla sigilosamente en la Península. Lo que iba a ser una gran hazaña de los narcotraficantes gallegos resultó ser una chapuza, y además fue el mayor timo de la historia a los carteles colombianos de la cocaína.

El juez de instrucción de Vigo, Ventura Pérez Mariño, pronto remitirá el caso a la sección número 5 de la Audiencia Provincial, el tribunal donde serán juzgados los ocho implicados para los que el fiscal antidroga, Marcelo Azcárraga, tiene previsto solicitar condenas de entre cinco y diez años de prisión. Azcárraga los acusa de un delito de conspiración para delinquir en el narcotráfico.

A mediados de 2005, un año antes de ser apresado el narcosubmarino en la ría de Vigo, la policía ya tenía detalles sobre los preparativos de este peculiar batiscafo que iba a ser utilizado para transportar un alijo de cocaína. Varias unidades antidroga se encargaban de la investigación y su propósito era aguardar. Esperarían todo el tiempo que fuera necesario para sorprender a los narcotraficantes gallegos en plena descarga y capturar en la operación el alijo de droga.

Manuel Clemente Graba, de 53 años, vecino del municipio de Gondomar, había recibido el encargo de construir el submarino. Era el propio cartel colombiano que se encargaba de exportar la cocaína a España el que estaba interesado en probar con este sistema de transporte sumergido que ya están utilizando estas organizaciones para enviar cargamentos de droga a otros países del continente americano, principalmente a Estados Unidos.

Desde Majadahonda (Madrid) el delegado del cartel colombiano, Angel David Ríos Vargas, daba las instrucciones precisas a Francisco Omil Nazara, ya condenado en la operación Nécora. Omil Nazara era el máximo responsable de la organización gallega, junto a otro conocido de la policía, el vigués Jesús Iglesias Fernández. Además, dos empresarios españoles, Tomás Bengoechea, de Sevilla, y Juan Serrano Fernández, de Estepona, financiaron una parte de la operación.

En una discreta nave situada en la localidad de Borreiros (Gondomar) y con medios puramente artesanales, Manuel Clemente Graba comenzó a construir el submarino, un monoplaza capaz de transportar una tonelada de cocaína, de 11 metros de eslora, 2,5 metros de manga y casco de acero que iba a sumergirse a tres metros de profundidad. El plan previsto por los narcos era que, desde la superficie, una embarcación de recreo acompañara al submarino en su travesía hasta alta mar. Pensaban que de esta manera levantarían menos sospechas.

Los colombianos llegaron a entregar a los gallegos 100.000 euros como adelanto para la construcción de la nave, un presupuesto que se fue disparando a medida que se aproximaba la fecha de la entrega. Los gallegos les hacían creer que el submarino iba a funcionar, cuando después de varias botaduras fue incapaz de navegar.

De hecho, el encargado de conducir la nave hasta el barco nodriza, Juan Carlos González Filloy, de 45 años, un gallego residente en Tarragona, dio el plante a la organización cuando comprobó la chapuza. En la cabina, los instrumentos de navegación no estaban señalizados y Filloy tenía que hacer anotaciones para identificar cada uno de los mandos. Tampoco contaba con sistema de ventilación, sólo un tubo que asomaba a la superficie proporcionaba oxigeno al tripulante.

La defensa de los gallegos alega que el submarino fue un pretexto para timar a los colombianos, que habían adelantado dinero para las obras del astillero de Borreiros, y que no tenían la intención de usarlo para transportar droga.

"Todo OK, todo OK"

Hasta el último momento, los gallegos convencieron a los colombianos de que todo estaba preparado para recibir el cargamento. "Todo OK, todo OK", recoge la transcripción de la última llamada de Ríos Vargas a los traficantes colombianos interceptada por la policía y que llegó a provocar risas entre los investigadores. Así, en la madrugada del 12 de agosto de 2006, cuando el velero estaba preparado para iniciar el viaje, los gallegos no tuvieron otra salida que abortar el transporte. Simulando que habían sido descubiertos por la Policía, abandonaron el submarino, con uno de los tres motores encendidos y con los tanques cargados con 4.400 litros de combustible en la bocana de la ría de Vigo, a la altura de Punta Borneira, que fue localizado a las pocas horas por la Guardia Civil.

Tres meses después, el juez ordenó la detención de los principales implicados y sus declaraciones fueron decisivas para reconstruir el fiasco. Acosados por los colombianos que les reclamaban el dinero, los gallegos intentaron desembarcar un cargamento de hachís para pagar las deudas pero no lo lograron. Ahora, la estrategia de los abogados es demostrar que el submarino no se construyó para transportar cocaína sino que el único objetivo de la organización gallega era timar a los colombianos.

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