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Reportaje:ARQUITECTURA Y VINOS | agenda

Modernidad y valentía

Bodega La Viña de La Font de la Figuera es una cooperativa fundada en 1945, época autárquica y de parálisis económica. No era el mejor momento para fundar una cooperativa, pero los viticultores de esta agradable población debieron pensar que era mejor luchar juntos que sufrir por separado. El tiempo les ha dado la razón y sólo han necesitado 57 años (en 2002 se inauguró la nueva instalación), y en el vino eso no es mucho. La actual bodega es una de las más modernas del mundo; diseñada por el ingeniero agrónomo valenciano que más sabe de esto, Pedro Beltran, de Venta del Moro (tierra de vinos), tiene una planta de elaboración con un control informático de los depósitos que da todos los datos analíticos y procesos en curso. Esta sala está acondicionada para que los trasiegos del vino entre depósitos estén ausentes de aire y el proceso de limpieza es clínico. Esta bodega fue premiada hace dos años como la mejor de la Comunitat por la Fundación universitaria Cátedra de Vino. Sus vinos son modernos y conectan con el mercado, producen más de 12 millones de kilos de uva y sus diseños hacen comprender que están con un modelo de gestión moderno resultado del apoyo institucional de la Generalitat y del proyecto de Anecoop, que indica que hay buenos profesionales en su gestión.

Su vino más conocido es el Icono monovarietal de diferentes viníferas. El Icono es un acertadísimo e inteligente homenaje al pintor de La Font Joan de Juanes, creador de la escuela valenciana de pintura, cuyo retablo es una maravilla histórica. Su Chardonnay es uno de los mejores de la comunidad; hagan un postre de cerezas bañadas en él y granadina. Sabrosísimo. La Chardonnay es de difícil aclimatación, en estas latitudes da mucho grado y ya se empieza a cuestionar su presencia en la viticultura mediterránea, ¡impacientes! Una uva como esta necesita décadas para aclimatarse. El Icono Syrah y el Venta del Puerto n.º 12 son tintos intensos de aroma, con perfumes de frutas rojas maduras, y el Syrah tiene ese gusto de cerezas que tan buenas colectan en l'Alcalatén. En Llucena las estiman y por eso dicen A l'Ascenció, cireretes a muntó.

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