_
_
_
_
_
Entrevista:ALMUERZO CON... FANNY RUBIO

"Italia nos odió, hoy nos ama. Pero es difícil entenderse"

"¡Buongiorno, señora Cervantes!". El saludo de Luigi, el maître de la Hostaria Sarda, el restaurante que ha elegido Fanny Rubio (Linares, 1949), prueba tres o cuatro cosas: que Rubio dirige el Instituto Cervantes de Roma con pasión, y que los camareros en Italia siguen siendo italianos, y por tanto muy listos. De manera que nos ponemos en sus manos y nos dan verduras sardas, embutidos sardos con cuchillo ("para practicar las artes matadoras", bromea Rubio) y pescadito frito sardo con cerveza abundante y fumando (algunos), como si estuviéramos en Madrid.

Pero estamos en Roma. Rubio lleva aquí menos de dos años, pero regresa a España e1 1 de septiembre. Parece poco. ¿Ha sido un gatillazo? "Dos años de burócrata y sin escribir son muchos. Me veo siempre en taxi de madrugada buscando alumnos nuevos. Quedarse es un error. Dejé todo en España, mi perro está allí esperándome".

La jefa del Cervantes de Roma lo confirma: "Toda española se enamora en Italia"

"Ha sido una lucha bonita y me ha curtido para todo", dice luego. "Cuando llegas, Roma te dice: 'Han pasado todos, tú también pasarás, yo seguiré aquí'. Tú la miras al principio con inferioridad admirativa, pero poco a poco la ves llena de peregrinos y turistas, sin romanos, y empiezas a entender que lo que te dice es 'quédate'. Eso tarda meses y mucho esfuerzo", continúa, "porque aquí trabajas con mármol, no con tierra. Y el fruto de ese pulso es que de repente te ves como un romano. El mármol te ve forcejear y se hace poro. Se entrega, se ablanda y te lo llevas".

El esfuerzo, reflexiona, ha servido. Para "tres mil matrículas, el doble que había antes", "algunos cómplices que te abrazan por ser española" y alguna frustración. "Las empresas privadas no se implican con la cultura, no se ponen al teléfono, este capitalismo analfabeto no tiene sensibilidad ni para defender sus propios intereses".

Filóloga, poeta, ensayista, crítica y novelista, Rubio es sobre todo agitación y alegría, una tipa capaz de poner a leer El Quijote a españoles e italianos en la piazza Navona durante 48 horas durmiendo en una silla para no perdérselo. O de abrir, el domingo, los salones del Cervantes en el palacio del Conde Ciano, donde ha vivido estos años, para ver todos juntos el partido Italia-España, y la victoria roja en los penaltis, un símbolo, dice, no de rivalidad sino de amistad: "La vocación mediterránea ha regresado a nuestra alma, hemos salido al mar otra vez y hemos juntado los olivos de Jaén con los de la Puglia".

Rubio piensa a su aire, toma lo bueno y odia el qualunquismo, maravillosa palabra italiana que resume el conformismo, lo antipolítica, el topicazo fácil. "Italia nos odió, hoy nos ama. Pero entenderse es difícil, nosotros vamos al grano, no entendemos que aquí lo indirecto es sagrado. A ellos les faltan mujeres maduras con poder. Pero puedo confirmar el tópico número uno: toda española en edad hormonal cae víctima de amor con un italiano. El amor no lo interpreta nadie como los italianos. Y a veces es mejor enamorarse de un actor que de un sujeto".

Así que vuelve a España, ese lugar donde sólo hay miembros. "Eso no lo debería decir un ministro, sino un lexicógrafo. Aído tuvo mala suerte, porque tocó un tabú que en España es intocable, porque alude a esa parte invisible pero decisiva para el desarrollo...".

Hostaria Sarda. Roma

- Pan: 4 euros.- 4 cervezas: 12 euros.- 2 antipasti sardi: 18 euros- 2 fritto misto di pesce: 20 euros.- Ensalada: 4 euros.- Tarta de almendra: 4 euros.- Dos cafés: 2 eurosTotal: 70 euros (con propina).

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_