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Análisis:OPINIÓN
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Crisis es crisis

Joaquín Estefanía

Si repasamos de forma somera los cuadros macroeconómicos y los indicadores más solventes que se hacían sobre la economía (española) hace un año, seis meses o incluso hace tres meses, casi ninguno de ellos reflejaba una situación tan frágil como la que se padece hoy. Todos ellos apuntaban a una desaceleración más suave que profunda. La comparación es bastante parecida a la que se establecía entre el primer y el segundo semestre del año 1992, cuando los españoles, después de deglutir el éxito de los Juegos Olímpicos de Barcelona y de la Exposición Universal de Sevilla, nos encontramos con una fuerte crisis económica, con incrementos espectaculares del paro.

En el terreno político no merece la pena ya discutir sobre el pasado. El hecho es que hoy todos los pronósticos, sean de organismos multilaterales o de servicios de estudio, pasando por los datos que se van conociendo por goteo (paro, inflación, déficit exterior, venta de automóviles, construcción de viviendas, tipos de interés, producción industrial, etcétera) manifiestan un deterioro constante y una tendencia a la baja imposible de relativizar. ¿Qué más hace falta para que el Gobierno llame crisis a lo que es una crisis?

La peor de las noticias sobre la coyuntura es la espectacular caída de la confianza y la falta de expectativas de futuro

De todo el racimo de noticias negativas, quizá la peor sea el indicador de confianza de los consumidores, hecho público hace pocos días por el Instituto de Crédito Oficial (ICO), que refleja una espectacular caída de esa confianza, especialmente por la opinión de los ciudadanos sobre la evolución del mercado laboral (de extrema sensibilidad) y la bajada, a mínimos históricos también, de las expectativas de futuro. La primera condición para cambiar el sentido de esa desconfianza y la falta de expectativas es que los ciudadanos tengan la sensación de que el Gobierno domina la situación y es capaz de hacer un diagnóstico realista de la coyuntura; sólo después se entenderán las medidas que se toman para corregir los aspectos más negativos de la misma.

Hace diez días, en la reunión de Barcelona del Círculo de Economía, el líder del PP, Mariano Rajoy, hizo un discurso bastante burocrático -y discutible- de sus medidas para sacar a España de la crisis económica. Pero dijo dos cosas que conviene destacar: que ahora no va a criticar a Rodríguez Zapatero en lo que se refiere a la política antiterrorista (como hizo de modo central en la anterior legislatura) porque el presidente del Gobierno ha rectificado y no deja fisuras para hacerlo, y segundo, que la labor de oposición se iba a centrar en la mala situación económica por el "tancredismo" del Ejecutivo. "Lo que está haciendo, lo está haciendo tarde, poco y a rastras". En el caso de la política económica, al revés de lo que pasó antes con la trama de la conspiración falsa sobre los atentados del 11 de marzo de 2004, el proceso de paz o las críticas exageradas al modelo territorial del Estado salido de las reformas estatutarias, da la sensación de que el estoque del PP no ha dado en hueso.

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