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Columna
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El galleguismo del PSdeG

El galleguismo del partido socialista de Galicia es cuestionado con frecuencia, criticando su dependencia con el PSOE como si fuese algo negativo y poniendo en contraposición lo que sucede con el partido socialista catalán. Igualmente se le critica en su implicación en aspectos fundamentales de Galicia, como es el de la lengua.

El partido socialista, como cualquier otro partido, ha tenido sus claros y oscuros, sus tiempos mejores y peores, pero sus posiciones respecto a temas clave para Galicia han tenido un peso decisivo para contribuir eficazmente al avance y progreso de Galicia. Otra cosa distinta es si la visualización de este compromiso se ha hecho de manera eficaz para ser percibido por la gente.

Los socialistas vieron la integración en Europa como una ocasión única para mejorar el país

Hace unos meses, el diputado socialista Ceferino Diaz presentó un libro en el que refleja nítidamente el papel jugado por el partido socialista en el proceso que llevó a la aprobación del actual Estatuto de Galicia. En dicha crónica politica, con una descripción detallada de sucesos y llena de datos, se pone de manifiesto la posición decisiva y determinante del partido socialista para que Galicia no tuviese un Estatuto de segunda. Su posición fue clara y no siempre coincidente con las posiciones de la Ejecutiva federal, que al final acabó convencida y coincidiendo con la gallega. El PP y el BNG estaban entonces en otras sintonías.

A lo largo de la transición política, los socialistas fueron sensibles al galleguismo incorporando a sus listas a destacados pensadores y escritores como Ramón Piñeiro, Carlos Casares o Benxamín Casal, por citar a algunas personalidades relevantes, quienes por cierto recibían abundantes críticas de ciertos sectores del nacionalismo. Con ellos al frente, el partido socialista elaboró la propuesta de normalización de la lengua gallega, ley que fue aprobada por el Parlamento por unanimidad.

El PSdeG siempre pensó que la lengua gallega es la mayor obra que colectivamente hizo el pueblo gallego a lo largo de su historia, siendo señal de identidad y motivo de orgullo. Por ello, debe ser apreciada, querida y utilizada. Todos los esfuerzos de normalización deben enfocarse conjugando los verbos unir, apreciar, utilizar, y no los de dividir, imponer, despreciar. Muchas veces se han acentuado las críticas hacia la actitud de algún dirigente socialista hacia el idioma propio -posición minoritaria- sin criticar por otra parte las divisiones artificiales respecto a normativas y a los posicionamientos fundamentalistas existentes en ciertos sectores del nacionalismo respecto al gallego que ciertamente no benefician en nada a éste.

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La influencia socialista también fue muy importante en la apertura al exterior y modernización de Galicia, que se hizo conjuntamente con la del resto de España bajo el liderazgo de Felipe González y su generación. Los socialistas gallegos vieron la integración en Europa como una ocasión única para mejorar el país, haciéndolo no solamente en el bienestar material, sino como fuente de conocimiento e innovación. Todos los procesos de transformación y apertura que se dieron en la sociedad gallega contaron con el apoyo, simpatía y, a veces, liderazgo de socialistas. No fue menor su participación en la transformación de la Universidad gallega, así como su visión dinámica y abierta en el enfoque de muchos problemas.

A pesar de todo esto, los socialistas no fueron capaces de poner en valor esta trayectoria, ni de visualizarla para la gente. Es posible que, intentando no mirarse el ombligo, hayan mirado más hacia fuera que hacia adentro, ignorando los valores propios para buscar los mismos fuera. En los últimos años, el partido socialista ha mejorado mucho su conexión con la sociedad y, para ello, ha incorporado personas de todos los sectores y clases sociales. Quizás ahí resida en gran parte la causa de los buenos resultados electorales obtenidos.

Sin embargo, en unos tiempos en que se mira en exceso la forma y poco el fondo, se deberían reforzar los cimientos del partido, es decir, las ideas y la estructura interna para poder captar más eficazmente las inquietudes de la sociedad y prever o anticipar las transformaciones que va a experimentar. El congreso venidero puede ser una buena ocasión para caminar en esa dirección

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