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Operación Salida: "Juro que no volveré a meterme en un atasco"

Retenciones de más 20 kilómetros en cuatro autovías

Pilar Álvarez

"Ha sido el viaje más corto de mi vida". Carmen Palomares se rindió. Dos horas después de iniciar su viaje a la playa de La Herradura (Granada), dio la vuelta. Ya por la tarde, sentada en su sofá, describía su experiencia hasta el hasta el kilómetro 88 de la A-4 (Andalucía) como "tercermundista". La decisión de volver fue unánime. Se plantearon sólo un instante la pesadilla del domingo -"más horas de cola, imagínate"- y decidieron renunciar a las sardinas, el agua en los pies, la calma... Como otros cientos de miles de madrileños (se prevén dos millones de desplazamientos en Madrid durante todo el puente), Carmen se quedó ayer atrapada en la madeja kilométrica de las autovías de la región. Cuatro superaron los 20 kilómetros de retenciones durante la mañana.

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Otros que soñaban con almorzar en la playa cambiaron las gambas frescas por el bocadillo de chorizo en una terracita del arcén. Y a verlas pasar. Charo Barrena, de 50 años, se plantó ayer en mitad de un atasco en la autovía de Extremadura. A 100 kilómetros de Madrid, frenó el coche a las dos de la tarde y decidió que la arena de Punta Umbría (Huelva) podía esperar un rato más. Porque tres horas para 100 kilómetros se dice pronto, pero pasan despacio. "Juro por dios que no volveré a meterme en un atasco", aseguraba Charo al teléfono desde su terracita toledana. Ni se atrevía a echar cuentas de lo que le quedaba por delante. "¡Qué agobio!, no sé a qué hora llegaremos, no recordaba una cola así".

Música, conversación, una onza de chocolate para pasar el rato... Es como si las carreteras se estirasen, las horas no pasaran. El tiempo se para. Y nadie se inmuta. Ventanilla subida, aire acondicionado a chorros y... a esperar. "Somos como borregos", critica Charo, que asegura que no ha escuchado ni un solo pitido durante dos horas de atasco.

Los embudos para salir de Madrid comenzaron a primera hora de la mañana. Pasadas las ocho ya se registraban atascos contundentes, como los más de 30 kilómetros en dirección a Valencia (A-3). A la una de la tarde, no quedaba casi escapatoria. Sirvieron de poco los carriles adicionales en cuatro autovías (A-1, A-3, A-5 y A-6), con más de 100 kilómetros en algunos casos, que no evitaron que las carreteras de Madrid sufrieran los peores atascos de España, según la DGT. Los conductores que salían hacia Extremadura se encontraron con 20 kilómetros de retenciones en la A-5 entre Alcorcón y Navalcarnero, otros tantos en la autovía de Burgos (A-1) entre San Sebastián de los Reyes y San Agustín de Guadalix. Pero ganó la A-6 (A Coruña), con 34 kilómetros de atasco a la una de la tarde alrededor de los túneles de Guadarrama.

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En los alrededores de los subterráneos, algunos encaran la mañana con humor. "Estamos atascados desde hace casi dos horas, si sales andando llegas antes", confiesa una oyente desesperada en Radio Nacional. El periodista Juan Ramón Lucas pide a los que escuchan su programa desde el atasco del Guadarrama que levanten la mano y la saquen por la ventanilla. "¡Las están levantando!", responde alucinada la mujer. Todos los que tienen las manos en alto, como en un atraco, se adentran sin poder evitarlo en la trampa más dura del día.

Las colas se disolvieron pasadas las tres de la tarde en casi toda la región, menos en Guadarrama, donde hay tres túneles, pero sólo funcionan dos. Uno permanece cerrado desde el final de Semana Santa por reformas. Hay que adaptarlo a la normativa europea de seguridad. Y mientras siga así -las obras continúan hasta finales de julio-, el embudo es pura matemática.

Un subterráneo con dos carriles aguanta unos 3.000 coches a la hora. Y no más. Ayer intentaban pasar hasta 4.000 entre las nueve de la mañana y las dos de la tarde, según Juan Zamorano, portavoz de Iberpistas, la concesionaria del tramo. La empresa ofrecía descuentos del 25% para los que evitaran la hora punta (de tres de la tarde a 11 de la noche). No funcionó. Y, como las matemáticas no fallan, las filas imposibles volverán con futuras operaciones salidas mientras sólo sigan dos túneles abiertos.

¿Acabarán los atascos con el tercer subterráneo? "Hombre, si no acaban sí van a aminorarse de forma considerable", asegura Zamorano.

Pero esa posible solución a tres meses vista no consuela cuando uno está embutido entre coches y sin perspectivas de movimiento. Blanca de Santiago, camino de Oviedo por la autovía de los túneles, se encontró a 40 kilómetros de Madrid un cartel desesperanzador. El luminoso informaba de que un tramo entre los puntos kilométricos 39 y 53 requería 87 minutos. Casi hora y media para 15 kilómetros. "Nunca me había pasado algo así, anoche [por el jueves] lo veía en televisión pero no me lo creía", explicaba la mujer. No fue el único mal trago del día. Tras pasar el embudo de Guadarrama, paró en un bar de carretera a llenar el estómago, después de salir a las ocho sólo con un café en el cuerpo. "Había tanta gente que no nos han podido atender". Vuelta al coche y parada en el siguiente bar.

¿Cómo explicar el maremágnum? ¿Es imposible evitar esa foto fija cada vez que hay puente? Las autovías no se construyen para los atascos de días puntuales. Y los atascos son inevitables sobre todo en los puentes cortos. "Cuando sólo tienes cuatro días, intentas salir lo antes posible para no perder ni uno", explica un portavoz de la DGT. "Si las vacaciones son más largas, las salidas se escalonan, no coincide todo el mundo el mismo día". Lo de ayer fue "peor incluso que en Semana Santa y que el miércoles", añade el portavoz. Más atascos que en la Pascua porque entonces hubo mal tiempo. Pero el salto de los 15 kilómetros de cola del miércoles a los más de 30 de ayer no es tan fácil de explicar. Imposible calcular cuándo saldrá la gente, dicen desde Tráfico. Para muchos de los atrapados, ayer, lo imposible era saber cuándo iban a llegar.

Atascos de salida de la capital en la autovía de Burgos.
Atascos de salida de la capital en la autovía de Burgos.LUIS SEVILLANO

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Sobre la firma

Pilar Álvarez
Es jefa de Última Hora de EL PAÍS. Ha sido la primera corresponsal de género del periódico. Está especializada en temas sociales y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en este diario. Antes trabajó en Efe, Cadena Ser, Onda Cero y el diario La Opinión. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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