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El PSC y el PSOE se conceden una tregua

Chacón rehúye los asuntos que incomodan al PSOE, como las balanzas fiscales

Miquel Noguer

Pasqual Maragall siempre ha lamentado que la relación entre Cataluña y España no pase de la "conllevancia mutua", de mirarse con el rabillo del ojo sin gran simpatía. La orteguiana conllevancia es también la palabra que mejor define la relación del PSOE y el PSC en los últimos cuatro años. El pacto del Estatuto entre Rodríguez Zapatero y Artur Mas, la reedición exprés del tripartito catalán y el reciente caos ferroviario han empañado las relaciones entre ambos partidos. Pero nada de esto se está viendo en la campaña electoral. Se acabaron los reproches. El PSOE y el PSC han sincronizado sus mensajes.

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El presidente Zapatero dejó claro en su reciente mitin de L'Hospitalet que la presidencia de Montilla en la Generalitat no peligrará por un eventual pacto entre el PSOE y CiU tras las generales. Los socialistas catalanes han correspondido al gesto. Los mítines de Carme Chacón se han convertido en odas a la figura de Zapatero.

Las referencias a asuntos espinosos para el PSOE han desaparecido de los mítines. Chacón evita incluso repetir aspectos que figuran en el programa electoral del PSC y que el PSOE todavía no ha acabado de digerir. Ni una palabra sobre la publicación de las balanzas fiscales. Ni una alusión a la demanda del PSC para que la nueva financiación de Cataluña implique para la Generalitat unos ingresos similares a los que resultan del cupo vasco. Tampoco hay noticias de una vieja aspiración de amplios sectores del partido: recuperar el grupo parlamentario en el Congreso.

Los socialistas catalanes centran todos sus mítines en la confrontación Zapatero-Rajoy. "No son lo mismo", dice una y otra vez la candidata socialista. La total entrega de Chacón a la causa de Zapatero y la falta de referencias a la política del PSC en el plano federalista han llegado a incomodar a los sectores más catalanistas. "¿No sabe Chacón que antes que nada es la candidata del PSC y no del PSOE?" dice un dirigente socialista encuadrado en el ala más catalanista.

Incomodidad por Bono

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El PSOE ha correspondido en su justa medida. Los intentos de dirigentes como José Blanco para frustrar la reedición del tripartito catalán parecen asuntos de la prehistoria. En la sede del PSC de la calle de Nicaragua nadie quiere recordar los envites del ex ministro Jordi Sevilla contra el Estatuto que salió del Parlament. Todas estas voces han callado nada más oírse los tambores de contienda electoral.

Los dos partidos incluso lograron canalizar de forma bastante civilizada la candidatura de José Bono para presidir el Congreso de los Diputados. Nada más anunciarse la intención de Zapatero de hacer presidente de la Cámara al ex ministro de Defensa, dirigentes del PSC como Miquel Iceta, Carme Figueras y la propia Carme Chacón mostraron diferentes grados de incomodidad.

Iceta llegó a decir que se sentía "muy fastidiado" por la forma empleada para encumbrar a Bono, el "dedazo". Pero esta vez el ex ministro evitó respuestas salidas de tono. Prefirió que fuera el mismo Rodríguez Zapatero quien le defendiera, aunque fuera semanas más tarde. Mantener el buen tono entre la familia socialista es fundamental hasta el 9-M. Después, ya se verá.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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