Crecimiento rápido y muy 'social'
Pikolinos crece en el mercado mundial del calzado sin olvidar a sus trabajadores
Se dice de los empleados de Pikolinos, la segunda empresa de calzado español, que son la envidia, no ya de Elche, sino de toda España. No es para menos. Disponen de un sitio para descansar y hasta dormir la siesta antes de volver a trabajar, les dan café y fruta gratis, un par de zapatos al año, formación a medida, seguro de vida y un plan de pensiones, además de flexibilidad horaria. Y todo ello no parece que haya sido ningún lastre para la empresa, que no ha parado de crecer en los últimos años. Pikolinos, que facturaba 30 millones de euros en 2000, terminó 2007 con 71 millones y prevé para el ejercicio en curso un récord de 100 millones.
"Convertir a la empresa en un lugar agradable para trabajar", apunta Francisco Oliver, su consejero delegado, "no sólo no resulta un inconveniente sino que potencia la productividad y fideliza a los trabajadores, lo que también es interesante porque nos interesa que la rotación laboral, dados los grandes costes de formación, sea baja".
Pikolinos, que vende en 8.000 tiendas de 50 países del mundo (800 en España), ha iniciado la creación de una red bajo su propia enseña
La plantilla de 145 empleados está compuesta por especialistas en diseño, gestión de marca, la distribución o la relación con los proveedores
Proyecto de futuro
Oliver explica que "más que los sueldos, lo que más motiva a los trabajadores es que haya un clima de trabajo agradable y un proyecto de futuro, es decir, expectativas de promoción y ascenso". Algo que Pikolinos, dada su vocación expansiva, sí está en condiciones de ofrecer a una plantilla de 145 empleados (400 con los indirectos), en la que no hay obreros ("subcontratamos toda la fabricación", explica Oliver) sino profesionales especialistas en el diseño, la gestión de marca, la distribución o la relación con los proveedores.
La empresa, que no ha parado de crecer desde su fundación por Juan Perán en 1984, parece inmune a la crisis que afecta a buena parte de la industria española del calzado. Su crecimiento se ha acelerado especialmente en la actual década y se intensificará en 2008 "cuando la red de tiendas Pikolinos que estamos desarrollando empiece a multiplicarse, Martinelli entre en velocidad de crucero y nuestras ventas a Estados Unidos crezcan".
Pikolinos, que vende en 8.000 tiendas de 50 países del mundo (800 en España), decidió embarcarse el año pasado en la creación de una red bajo su propia enseña, que ya cuenta con 16 puntos de venta (ocho propios y ocho en franquicia). "Este año esperamos llegar a las 40, parte de ellas en Francia", apunta Oliver, "y si las cosas salen bien, seguiremos abriendo al mismo ritmo".
El crecimiento de Pikolinos, que produjo 1,8 millones de pares el año pasado, está siendo especialmente satisfactorio en Estados Unidos, donde se instaló con una delegación en 2005. En sólo dos años, ha logrado que el mercado estadounidense represente ya el 10% de las ventas. "Prevemos que el tamaño del mercado estadounidense", afirma el ejecutivo, "supere al español dentro de tres años".
Otro factor de crecimiento en Pikolinos, que está iniciando su desembarco en el mercado chino, es la compra el año pasado de Martinelli, una empresa mítica, pero en suspensión de pagos y cuya producción llevaba tiempo paralizada. En el grupo esperan que Martinelli, que producirá este año unos 200.000 pares, regrese a su antiguo esplendor, cuando llegó a vender más de un millón de pares.
Preguntado por el secreto del éxito en un sector tan difícil como el calzado, Oliver, que lleva 17 años trabajando en Pikolinos, lo apunta: "Es tan sencillo como el que seas capaz de ofrecer a los compradores un zapato diferenciado y de buena calidad". En su opinión, lo que no es posible es "luchar contra las importaciones de calzado chino con zapatos sin marca ni personalidad. No importa al precio a que los vendas, fracasarás".
El ejecutivo añade que la gente no compra los Pikolinos, en España o en el extranjero (el 80% de la producción se vende fuera de España), por precio, "sino porque desde el principio irrumpimos en el mercado con un zapato identificable, con un diseño muy especial y un tratamiento artesanal de la piel".
Nada se hubiera logrado de no haber dado la empresa, subraya Oliver, con un producto atractivo. Pero, es que, además, la empresa se ha encargado de venderlo con energía. "Procuramos estar muy activos en los puntos de venta, hacer mucha promoción y relaciones públicas, mucha publicidad (4% del presupuesto). Y llevamos muchos años trabajando los mercados exteriores".
Otra de las claves es no pararse nunca. La empresa, cuya sede está ubicada en un bonito edificio de líneas curvas en Elche, está en permanente estado de búsqueda de soluciones innovadoras. Su equipo de diseñadores tendrá que ocuparse ahora de hacer cuatro colecciones anuales en lugar de dos. "Hay mucho trabajo que hacer si queremos seguir creciendo", reconoce Oliver, "lanzar nuevos modelos, avanzar en nuevos mercados geográficos, mejorar la calidad de los productos, consolidar la red de tiendas, recuperar la marca Martinelli...". Quizá todo ello explique el interés de que sus trabajadores se sientan involucrados en un proceso de expansión que, sin su entusiasmo, sería bastante más difícil. O lento.
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