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Reportaje:

Infancias de hojalata y cartón

Una exposición en Tarragona repasa la evolución de los juguetes en el siglo XX, desde los inicios de la industria hasta los años sesenta, a través de 300 piezas

Pocos niños se conforman ya con una miniatura de un bólido como regalo de Reyes. Sin embargo, la réplica de un Bugatti hecho con hojalata en la alicantina fábrica Payá en 1935, de 45 centímetros de largo, fue todo un icono para la España de la posguerra, uno de los protagonistas en las cartas a los Reyes Magos de las décadas negras. Éste es uno de los 300 juguetes que expone la Fundación Caixa Tarragona en la capital tarraconense en la muestra El legado de los Reyes Magos, que repasa desde los inicios de la industria del juguete, a principios de siglo XX, hasta la década de los sesenta.

"Veníamos de un siglo XIX en el que los autómatas habían conseguido convertirse más en obras de arte para la admiración que en juguetes", explica el comisario de la exposición y coleccionista Francisco Baena.

Fotografías antiguas, almanaques, revistas y catálogos enriquecen la muestra
La Guerra Civil española provocó que los objetos pasaran de ser de latón a madera

Con el cambio de siglo proliferaron en las casas pudientes artilugios que precedieron al cine, como un viejo zoótropo de 1900 de origen francés que preside el rincón reservado en la muestra para juguetes de la primera década del siglo XX. Junto a él, rompecabezas, muñecas de porcelana o una miniatura de hojalata en la que un hombre de color baila claqué sobre un pedestal al darle cuerda.

"Hemos tratado de mostrar sólo juguetes de calidad", señala Baena, y añade que pocas familias podían permitirse en esos tiempos la compra de estos objetos que, aún hoy -por causas muy distintas: ahora son deseados objetos de coleccionista-, resultan inalcanzables para la mayoría de bolsillos.

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Pese a ello, entre 1905 y 1907 surgió en Alicante una floreciente industria juguetera, de donde partieron muchísimos regalos de Reyes hacia todos los puntos del Estado a lo largo del pasado siglo. Las empresas Payá y Rico son las que aportan más piezas a la exposición, junto con la barcelonesa Hispania, autora de miniaturas de tranvías o autobuses de dos pisos, por ejemplo. "Los juguetes siempre han sido una réplica en miniatura del mundo adulto", señala el comisario. Una farmacia, una cocina de leña, coches de bomberos, camiones de Campsa que distribuían carburante... La exposición sirve hasta para observar el surgimiento de la mítica figura del comercial en los años treinta: un hombre en miniatura que, al darle cuerda, se mueve compulsivamente con su inseparable maletín.

"En Alemania, tanto en la Primera como en la Segunda Guerra Mundial, dominaron los juguetes bélicos. Esto en España no sucedió", afirma Baena. Lo que sí que cambió la Guerra Civil fue el material empleado. De la hojalata, usada para una infinidad de usos militares, los juguetes pasaron a estar hechos de madera o cartón. Este cambio, sin embargo, aún fue mucho más notorio en la Alemania del III Reich.

Miniaturas de coches de carreras, de motocicletas... hasta los 11 jugadores del RCD Espanyol de 1940 miniaturizados en plomo son piezas que pueden verse en una exposición en la que dominan los juguetes individuales. Sin embargo, Borrás ya reunió múltiples juegos de mesa para toda la familia en sus Juegos Reunidos de 1944. Robots japoneses de diseño cuadriculado de 1950 o un tren eléctrico Payá de ese mismo año -esta firma introdujo estos juguetes en España en 1930- son otras de las curiosidades.

La exposición, de entrada gratuita y que podrá verse en la sede de la Fundación Caixa Tarragona hasta el 2 de marzo, tiene tal afán globalizador sobre el fenómeno del juguete que ha llevado a sus organizadores a incluir en ella dos apartados complementarios. El primero está compuesto por medio centenar de fotografías que tienen como hilo conductor la presencia de niños con juguetes, desde un par de impagables instantáneas del año 1900 con sendas criaturas pequeñas -una con un balón en una red y otra con un aro- a las primeras de forzados colores de principios de los años sesenta, donde las nuevas tecnologías del momento (un teléfono, una máquina de coser) tienen su réplica infantil.

El otro apartado lo constituye una selección de material procedente de publicaciones vinculadas al mundo del niño y el juguete aparecidas al abrigo de las fechas navideñas, desde almanaques y números especiales de revistas infantiles hasta catálogos de grandes almacenes, y donde colaboraba lo mejor de cada casa. Por ello es fácil ver en ellas firmas de artistas como Bon, Junceda, Opisso, Blasco, Benejam, Cifré... El despliegue coincidía, claro, con la época de aguinaldos y pagas dobles. Los juguetes han cambiado; las estrategias comerciales, no tanto.

El Bugatti de Payá de 1935 (derecha), sueño de los niños de los años de guerra (como los de la imagen, de 1938). Arriba, un semanario infantil de 1928.
El Bugatti de Payá de 1935 (derecha), sueño de los niños de los años de guerra (como los de la imagen, de 1938). Arriba, un semanario infantil de 1928.

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