Los menores acceden sin trabas a los juegos sexistas y violentos
Amnistía Internacional comprueba el descontrol del sector en 14 autonomías
"Apalea, haz volar por los aires y atropella a tus enemigos", "insulta, intimida e impresiona", "entra en el tráfico de drogas, los fraudes y los chulos", "las modelos más calientes y los coches más tuneados, juntos". Esta colección de disparates figura en videojuegos dirigidos a chicos y chicas de 12 a 18 años, y los pueden adquirir los menores en muchas ciudades españolas. Así lo ha constatado Amnistía Internacional tras recorrer durante el pasado noviembre centros especializados y grandes superficies de 14 comunidades autónomas.
Una niña de nueve años entra en una tienda y compra el agresivo 'Scarface'
Sólo en un local el dependiente desaconsejó la compra a un niño
Según el informe, la mayoría de fabricantes explicitan con iconos en las carátulas qué videojuegos contienen altas dosis de violencia, drogas y lenguaje soez, razones que justifican su venta a partir de 18 años, pero en seis localidades elegidas al azar los niños-cebo de Amnistía Internacional los compraron sin el menor problema. Fue en Cartagena, Madrid, Oviedo, Vitoria, San Sebastián y Mallorca.
En una de estas ciudades, una niña de nueve años entró sola en un comercio especializado, eligió el videojuego Scarface, pagó y abandonó la tienda. La menor se llevó un producto con todos los iconos de riesgo: violencia, discriminación, terror, drogas, contenido sexual y lenguaje soez. Si el adulto cómplice de Amnistía Internacional, que la acompañaba discretamente a unos metros de distancia, no hubiera devuelto el juego, esta menor habría contemplado cómo el protagonista es cosido a balazos, si bien resucita para "calmar su sed de venganza".
La niña puede ayudarle a desplegar "furia ciega", y obtiene mayor puntuación si "insulta, intimida e impresiona" para "disfrutar del lujoso estilo de vida de un mafioso". Sólo tiene que contratar matones y usar otras dos armas: "Tus pelotas... y tu palabra".
En cinco de las seis ciudades -Cartagena es la excepción- rigen leyes autonómicas explícitas de protección del menor en este sentido. En 14 autonomías, los voluntarios de AI comprobaron que en ningún comercio -ni local especializado ni gran superficie- existe separación en las estanterías entre los juegos de menores y adultos. En algunos casos están obligados por ley. En otros queda a discreción del vendedor. Porque la diversidad legislativa entre autonomías es otra de las llamadas de atención de la ONG: sólo 10 de las 17 comunidades prohíben vender a los menores videojuegos de carácter violento, exhibición pornográfica o atentados contra los derechos humanos. En el resto, según la ONG, existe una normativa difusa que la convierte en papel mojado. AI critica especialmente a Asturias y Extremadura, así como a Ceuta y Melilla, y elogia a La Rioja y, en menor medida, a Castilla y Leon.
Sin embargo, no fue en ninguna de estas dos comunidades donde encontraron al único dependiente que se negó a vender a un niño de 10 años. Ocurrió en Vitoria. Pero este niño pudo, poco después, adquirir el mismo juego en dos centros comerciales de la capital vasca.