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Reportaje:

Miedo en el campus iraní

La represión contra los estudiantes alienta la protesta en las universidades

Ángeles Espinosa

Dos noches antes la policía ha detenido a Ali Nikunesbati, uno de los líderes de las recientes protestas estudiantiles en Irán. Así que dos de los tres universitarios convocados por EL PAÍS para que expliquen sus quejas, excusan su asistencia. Tienen miedo. Sólo Bahareh Hedayat se presenta a la cita. "Ha pasado el tiempo de la apatía. Protestamos porque el Gobierno está restringiendo nuestra libertad", dice. Según sus datos, al menos 60 estudiantes han sido detenidos desde el inicio del año iraní (el 21 de marzo).

Hedayat ha sido una de esos detenidos. En verano pasó 30 días aislada en una celda de Evin por conmemorar las protestas del 9 de julio de 1999, cuya represión dejó un estudiante muerto. Sus padres tuvieron que pagar una fianza de 500 millones de riales (unos 38.500 euros, lo que supone hipotecar la casa familiar). Ahora está pendiente de juicio. Pero esta recién licenciada en Administración de Empresas que, como la mayoría de los activistas estudiantiles, es miembro del Daftar-e Tahkim-e Vahdat, la Oficina para la Consolidación de la Unidad (de signo reformista), se niega a capitular.

"Ha pasado el tiempo de la apatía", dice Bahareh Hedayat
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"Las últimas manifestaciones eran por las condenas a tres estudiantes de la Politécnica y la expulsión de la universidad de varios más, pero el origen de nuestro descontento es el mismo que el de la sociedad", declara Hedayat. Admite que tras la desilusión con el reformista Mohamed Jatamí hubo un momento de apatía. "Sin embargo, ahora la sociedad está reaccionando a las malas políticas del Gobierno de [Mahmud] Ahmadineyad", añade antes de resumir éstas en "unas relaciones internacionales que no favorecen nuestros intereses y el aumento de la pobreza a pesar de los ingresos del petróleo".

El desafío estudiantil llegó hasta la prensa internacional el pasado septiembre cuando en la inauguración del curso académico, un grupo de universitarios aprovechó la presencia de Ahmadineyad para llamarle "dictador". Hedayat no estuvo en esa protesta, pero sostiene que las violaciones a los derechos humanos y las restricciones a la libertad de expresión respaldan el apelativo.

A pesar de su valentía, son pocos los estudiantes que se arriesgan tanto. Dos centenares como máximo en cada universidad. No suponen ninguna amenaza para el Gobierno. La dureza de su respuesta sólo alienta nuevas protestas y la sensación de que se siente débil.

"Si el Gobierno nos diera más libertad y democratizara el sistema, no tendríamos problemas con él", afirma Hedayat, cuyo objetivo dista de derribar al régimen. "Temen la crítica, por eso reprimen los movimientos de estudiantes, de maestros, de mujeres o de trabajadores".

Tahkim, como los estudiantes llaman a su organización de forma abreviada, es el principal grupo universitario de oposición, muy próximo a los reformistas y con ramas en todas las universidades del país. También el único autorizado, junto a los progubernamentales basiyis o Rahvar (seguidores de la Oficina del Líder, Alí Jamenei). Los pequeños grupos liberales y marxistas no están permitidos.

"En Tahkim pensamos que nadie debe permanecer de por vida en un puesto oficial, como por ejemplo el líder", declara con aplomo Hedayat a sabiendas de que afirmaciones similares han llevado a la cárcel a más de un intelectual, periodista o clérigo crítico. "Todos los cargos deben ser elegidos y estar bajo control de los representantes del pueblo, es decir, el Parlamento". Nada revolucionario, pero en la República Islámica choca con el tabú de la infalibilidad del líder supremo.

Tanto es así que las altas instancias del régimen no conciben que tal sea la aspiración de ningún iraní. Sólo la malévola intervención extranjera puede explicarlo. Por eso a Hedayat, como a todos los intelectuales detenidos en los últimos meses, le preguntaron en la cárcel por sus contactos en el exterior, si había recibido dinero de fuera del país, si también participaba en la campaña del millón de firmas contra la discriminación legal de las mujeres. La joven ni siquiera habla inglés. Está convencida de que la presión va a aumentar con la llegada de las nuevas remesas de estudiantes.

Un grupo de jóvenes estudiantes asiste a una sesión del Parlamento iraní.
Un grupo de jóvenes estudiantes asiste a una sesión del Parlamento iraní.REUTERS

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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