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La Casa Amatller se hace el 'lifting'

Los trabajos ocultarán la famosa casa modernista durante nueve meses

José Ángel Montañés

En los próximos meses, una de las fotos más buscadas por los turistas que visitan Barcelona será imposible. Una de las tres casas que configuran la famosa manzana de la discordia, en el paseo de Gràcia entre las calles de Aragó y Consell de Cent, se está haciendo un lifting en la fachada y permanecerá cubierta por un andamio y su correspondiente lona durante unos nueve meses. Es la Casa Amatller, edificio que ocupa el número 41 del paseo y que debe su forma actual a la reforma que Puig i Cadafalch realizó en 1900 a una vivienda ya existente para el industrial chocolatero, fotógrafo y coleccionista Antoni Amatller.

El paso del tiempo y la climatología han afectado a esta fachada, que conjuga elementos de inspiración medieval, como las barandas y las ventanas, con otros posteriores, como los esgrafiados o el remate escalonado. Es el caso de las grúas de hierro forjado con forma de dragón realizadas por Manuel Ballarín en las que las condiciones atmosféricas, sobre todo la filtración de agua, han alterado su fijación y han producido grietas en parte del revestimiento cerámico que las rodea por lo que, en algunos casos, tendrá que ser sustituido por réplicas nuevas.

También será revisado el original remate escalonado que corona el edificio, y que permitió a Puig i Cadafalch ocultar el estudio fotográfico que construyó sobre la azotea del edificio para Amatller, pues las enormes chavetas de hierro que lo sujetan presentan algún tipo de alteración. Santiago Alcolea, director del Instituto de Arte Hispánico, entidad propietaria del edificio, explica: "Se trata de una labor de conservación preventiva propia de un edificio que ha cumplido los 100 años. La colocación del andamio permitirá concretar cuáles son las áreas y los elementos en los que hay que intervenir".

Los trabajos -financiados por los propietarios de la casa con la ayuda de una subvención del Departamento de Obras Públicas y la aportación de la marca que lucirá en la gran lona publicitaria- también prevén restaurar los esgrafiados del cuerpo superior del edificio, ya que en la última intervención realizada en los años noventa se empleó en esta zona arena de un calibre mayor que el original.

El hecho de que Amatller fuera un gran aficionado a la fotografía ha permitido conocer todos los elementos originales de esta casa, algunos de los cuales han desaparecido a lo largo de los años. Entre ellos figuran las artísticas celosías que a modo de persianas cubrían las ventanas en los cuatro pisos del inmueble. Está previsto que vuelvan a ser colocadas de nuevo, tras sanear las maderas exteriores, en un intento de que la casa recupere su aspecto original.

La Casa Amatller fue concebida como un conjunto diverso de estilos y de materiales, algo que plantea numerosos problemas a todo aquel que tenga que intervenir en su restauración. La planta baja está tratada como un gran zócalo de piedra, las plantas primera a cuarta están resueltas como un paramento plano recubierto de esgrafiados (donde se repite un solo motivo inspirado en un encaje antiguo) del que sobresalen los elementos que enmarcan las ventanas, el balcón corrido y la tribuna, realizados en piedra trabajada. El remate escalonado está revestido de cerámica vidriada con relieves y reflejos metálicos.

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Algo más que una fachada

Teresa Amatller, hija del industrial chocolatero propietario de la Casa Amatller, falleció sin descendencia en 1960. En 1941 había creado el Instituto Amatller de Arte Hispánico, una fundación para gestionar el legado familiar: la casa y las colecciones de vidrio romano, de pintura medieval y escultura, y de fotografía, la gran pasión de su padre, además de promocionar la investigación de la historia de arte.

El instituto tiene su sede en la planta principal del inmueble, cuenta con una biblioteca especializada en arte hispánico con 25.000 títulos y con un archivo fotográfico con 300.000 negativos y fotografías sobre arte y arquitectura, formado a partir de la incorporación de fondos privados como el archivo Adolf Mas o Josep Gudiol, entre otros.

Según el historiador de arte Santiago Alcolea, "los fines que lo crearon siguen vigentes más que nunca", pues el fondo perfectamente catalogado, que es consultado anualmente por un millar de investigadores y estudiantes, está "siendo digitalizado con la intención de garantizar su máxima conservación y su documentación con criterios actuales". Además, según Alcolea, está muy avanzado el trabajo que permitirá que toda esta documentación pueda ser consultada en Internet, algo que reconoce complejo por la diversidad de temas y conceptos del extenso fondo del instituto.

En la sala de exposiciones de la planta baja, a la cual se puede acceder gratis, actualmente se muestra una exposición con imágenes de la época en la que la casa estaba habitada por la familia Amatller. En noviembre se inaugurará otra de reflectografías infrarrojas realizadas a pinturas del siglo XV y XVI depositadas en el Museo del Prado, que mostrarán los procesos previos ocultos en las obras. Además, tras exponer las fotografías del viaje que Antonio Amatller realizó en Marruecos en 1903, están en preparación las imágenes del viaje del industrial y su hija a Egipto a principios de siglo XX.

A Alcolea le gustaría que la vivienda, que conserva los muebles y los objetos originales que los Amatller utilizaron, pueda ser visitada por todos, pero reconoce que acondicionar la vivienda conllevaría una inversión previa que actualmente no pueden asumir, además de obligar al traslado de la enorme biblioteca que abarrota muchas de las dependencias a otro piso del inmueble.

Mientras este día llega, tendremos que conformarnos con disfrutar del exquisito chocolate Amatller que se sigue produciendo artesanalmente en Sant Sadurní d'Anoia y que puede comprarse en la tienda del piso inferior. Su producción y venta permitió a Antonio y Teresa crear su particular mundo de lujo, arte y viajes, el mismo que ha perdurado hasta nuestros días en la Casa Amatller.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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