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Columna
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Dios en el dólar

Andrés Ortega

Hoy hace 50 años que el billete verde cambió su lema para introducir el famoso "In God we trust" ("En Dios confiamos"), que se convirtió también en el oficial de Estados Unidos frente al anterior y mucho más secular "E pluribus unum" ("Uno hecho de varios"), propio de un Estado federal, y de la sociedad multicultural de hoy. Pero así, casi sin quererlo (aunque fue una concesión electoralista de Einsenhower) se unió el sentido profundamente religioso (uno de los más fuertes en el mundo) de la sociedad americana con su veneración por el dinero; la equiparación de triunfo espiritual y financiero. Es quizás el único gran país del mundo donde se da esta coincidencia.

In God we trust se fraguó en la guerra civil americana tras la cual comenzó a acuñarse en las monedas, y movimientos protestantes hicieron campaña, sin éxito, para introducir una referencia a Dios en la Constitución. El salto de Dios al billete sólo llegó el 1 de octubre de 1957, en parte como reacción anticomunista y antiatea en plena guerra fría. Desde entonces, la sociedad americana se ha vuelto incluso más religiosa, con consecuencias para su postura internacional. Así, hoy el lobby israelí (que no es lo mismo que el lobby judío) se apoya más en los movimientos evangélicos.

Sí, los americanos confían en Dios. Pero también en el dólar, moneda de referencia (¿por cuánto tiempo?) cuya actual debilidad les afecta poco. De hecho, les favorece. Es el mundo exterior -europeos, chinos e incluso los países productores de petróleo- los que están sosteniendo en buena parte la economía y el consumo, e incluso las guerras, de los americanos, como pasara en la época de Vietnam. En el fondo el resto del mundo teme que los estadounidenses dejen de confiar en sí mismos y de consumir, pues EE UU puede haber perdido importancia relativa como locomotora económica del mundo, pero estos días estamos viendo que, dadas las interdependencias y conexiones, lo que le ocurra nos afecta.

Mientras llegaban los primeros efectos de la crisis de las hipotecas de baja solvencia (subprime) los americanos y el resto del mundo están muy pendientes no sólo de las Bolsas y del mercado inmobiliario y bancario, sino también de saber si los ciudadanos de la primera potencia económica del mundo seguían en su fervor consumista o no. Y de ahí la atención prestada a los resultados de Wal-Mart, la mayor cadena de supermercados en EE UU, que en agosto señaló que sus ventas en el país habían crecido un 7,8% sobre el año anterior. ¿Hasta cuándo? Pues ya hace años que el resto del mundo le dice a los americanos "consumid, consumid, malditos" y les da facilidades para ello, ya sea comprando bienes del tesoro o con un euro a 1,4 dólares. EE UU necesita tomar prestado 2.500 millones de dólares diarios del extranjero para servir su deuda. Pero por primera vez el año pasado, las familias americanas empezaron a deber más de lo que ingresaban, y a pesar de las ventas de Wal-Mart de agosto el índice de confianza de los consumidores americanos está en caída abrupta desde julio.

Algo más falla. Como señalaba recientemente en el International Herald Tribune Hamid Varzi, un banquero de Teherán, hoy, "los mejores coches, los mejores puentes y autopistas, los trenes más rápidos todos se encuentran fuera de las fronteras americanas". Puentes que se caen o lo que puso de relieve el Katrina indican que Estados Unidos necesita gastar menos en armamento e invertir más en sí mismo.

Según el Centro Pew de investigación demoscópica, un 90% de los americanos apoya el lema en el dólar. Su constitucionalidad, en razón de la separación entre religión y Estado, nunca ha llegado a ponerse en duda ante el Tribunal Supremo, aunque otros tribunales de nivel inferior sí se han pronunciado, a favor, considerando que se trata simplemente de un "deísmo ceremonial". Pero hay algo más que ceremonia en esto, frente, por ejemplo, a unos billetes de euro sin lema, sólo con puentes, puertas y ventanas, reflejo de una Europa que sí podría hacer suyo ese E pluribus unum desechado por EE UU. aortega@elpais.es

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