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Columna
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McGuffin escolar

Aunque los informativos de las televisiones nacionales nos hayan hecho pensar otra cosa, hoy comienza el curso escolar en Andalucía. Miles de familias vivirán la rutina de los libros, el material escolar, las mochilas, los comedores, el transporte, los horarios, el vestuario de los niños y lo más importante, su educación. A la enseñanza es de verdad a lo que se dedican las escuelas, no a servir de guardería de niños ni a campo de disputas para curas y políticos ultramontanos. La mayoría de los padres están en sus temas, ajenos al barullo político provocado por la derecha reaccionaria con la nueva asignatura de Educación para la Ciudadanía. A la inmensa mayoría no le importa el lío formado, como puede demostrarse por la ínfima cantidad de recursos judiciales o de objeciones de conciencia. Ninguna familia es como los Seco Gordillo, preocupados por hacer política en vez de educar a sus hijos. A la gente le importa que los colegios de sus hijos tengan dotaciones informáticas y deportivas, que la educación que se imparta en idiomas, lengua, matemáticas e historia sirva para formarlos mejor. Que de los colegios salgan bien formados y preparados para continuar su formación. Todo ese rollo de la Conferencia Episcopal, el PP y los medios de comunicación de la derecha tan sólo interesa, como se ha demostrado, a muy pocos. La mayoría están en otras cosas, por lo que cabe pensar que el debate sobre la ya famosa asignatura esconde otra cosa. Es el McGuffin de esta historia. En el PP es el ya tradicional todo vale contra el Gobierno, plagado de comentarios demagógicos e insustanciales. El PSOE ha seguido la estrategia de evitar la confrontación, como si no fuera la cosa con su Gobierno y con las leyes que ha promovido. Apenas ha defendido la nueva asignatura. Incluso su aplicación ha tenido tal cambio que en nada se va a parecer la de los colegios religiosos a los públicos. Desgraciadamente nos conocemos los libros de las Sociedades Marianistas, Don Bosco, Santillana y Octaedro, por citar algunas editoriales, porque nunca antes en la historia se había mirado con tal detenimiento el contenido programático de una asignatura. El cambio ha sido tal que las editoriales y colegios religiosos van a impartir otra cosa diferente, una versión tan edulcorada que casi va a parecer un catecismo del que se han censurado elementos reales de la vida cotidiana española, como los derechos de los homosexuales, el aborto y tantas otras que no gustan a la Iglesia pero son reales. El Gobierno cedió en el contenido y en la aplicación, no defendió su proyecto, pero aun así no ha bastado para una fenomenal bronca en la que algunos padres han usado a sus hijos para hacer política.

Ciudadanía: "Hacen falta menos debates absurdos y más apoyo a la escuela pública"

No obstante, lo más importante, como ha recordado Diego Valderas, es mejorar la escuela pública, no el renglón no sé qué de tal libro de una pequeña y nueva asignatura. Es importante que los colegios tengan buenas infraestructuras, que los profesores estén motivados, que haya programas que desarrollen el conocimiento de los alumnos. En contra de lo manifestado por el presidente Rodríguez Zapatero a la SER, estoy radicalmente en contra del sistema de conciertos escolares. Me parece que es pagar un capricho que promueve valores regresivos. Creo que debe hacerse como en Francia, una única escuela pública laica que fomente la integración y la igualdad. Ahora algunos han descubierto que los hijos de los inmigrantes acaban en los colegios públicos. Los concertados, sostenidos con fondos públicos, tienen un sistema imbatible para echar a los hijos de los inmigrantes: cobran importantes cantidades para material escolar, para actividades extraescolares, para la APA y para servicios anexos. Es decir, completan el negocio y expulsan a los moritos y a los negritos, para que no enturbien la paz de los niños bien. El sistema de conciertos es una locura que sólo se puede entender si se hiciese extensivo a otros servicios sociales. ¿Alguien se imagina que nos den a elegir entre sanidad privada o sanidad pública? ¿Y entre un sistema de pensiones privado y uno público? Pues eso pasa en la educación. Hacen falta menos debates absurdos y más apoyo a la escuela pública.

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