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El debate sobre las infraestructuras

La ley permite que en Barcelona haya hasta cuatro veces más apagones

La obra pública y el clima provocan un tercio de las averías que sufre el abonado

La excavadora que el pasado jueves cortó un cable y dejó sin luz a 4.500 abonados en Horta pasará a engrosar las estadísticas: un tercio de las averías eléctricas se debe a causas ajenas al funcionamiento de la red de distribución. El resto es culpa de Fecsa. En un caso u otro, las interrupciones de suministro se han reducido considerablemente. Hace seis años, los barceloneses se quedaban una media anual de 2,46 horas sin luz. Hoy, la interrupción media no alcanza la hora. Lejos del tope máximo que contempla la normativa sobre la calidad del servicio: cinco horas al año.

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"Fecsa no es Cercanías. El apagón del 23 de julio fue algo excepcional y ya dirán la Generalitat y la Comisión Nacional de la Energía lo que tengan que decir sobre sus causas", subraya Josep Maria Rovira, director general de Fecsa-Endesa en Cataluña. Molesto porque "todos los problemas con las infraestructuras se meten en el mismo saco", Rovira defiende que "Barcelona y Cataluña tienen hoy la mejor calidad del suministro de su historia, gracias a una buena gestión y a las inversiones realizadas".

Comparada con el resto de comunidades autónomas, Cataluña no está ni a la cola ni en cabeza por lo que respecta a las averías eléctricas. Así se concluye del principal indicador que se emplea para medir la calidad del suministro: el TIEPI (Tiempo de Interrupción Equivalente de la Potencia Instalada). El TIEPI mide las horas en que permanece sin luz un abonado durante un determinado periodo de tiempo. Cuanto más bajo es este indicador, mejor calidad.

Entre los años 2002 y 2006, quien más se lució fue Canarias, con un TIEPI de 0,95 horas. La peor fue Galicia, con 2,57. Cataluña se quedó en el medio de la clasificación, con una interrupción media en este periodo de 1,61 horas. Sin embargo, la comunidad catalana se situó en segundo lugar, tras Canarias, si se consideran los esfuerzos realizados para disminuir las averías. En cuatro años, redujo un 50% su TIEPI.

"Nuestro nivel de servicio supera, y mucho, las exigencias reglamentarias", se enorgullece el director general de Fecsa. El Real Decreto que establece los límites anuales de los llamados índices de calidad del servicio, que entró en vigor en 2001 y fue actualizado el pasado mes de abril, fija un máximo de cinco horas de interrupción media al año para zonas consideradas urbanas, que son las que superan los 20.000 puntos de suministro y que incluyen todas las capitales de provincia, lleguen o no a esta cifra.

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En Barcelona capital, ni siquiera se alcanzaron las cinco horas sin luz en los tiempos de peores niveles de calidad recientes, los de 2001 (2,46 horas).

El apagón

El apagón de Barcelona, que llegó a dejar a oscuras a 350.000 clientes -aunque en poco más de una hora eran sólo 80.000 los afectados-, ha alterado las estadísticas. El indicador de interrupción se dispara hasta superar las tres horas.

Sin embargo, al margen de sus causas, el incidente no se contabiliza como un fallo en la red de distribución, sino en la del transportista (Red Eléctrica). También el año 2006 fue anómalo en los datos referidos al conjunto de Cataluña. El TIEPI subió un 56% respecto del año anterior. Aun así, el indicador se situó entonces en 1,56 horas de interrupción del servicio.

La culpa de ese repunte la tienen "las máquinas excavadoras", lamenta Rovira, en alusión a las causas "imprevisibles" de las averías, tal como están recogidas en el TIEPI. En ellas se incluyen los fallos atribuibles a terceros, que "mayoritariamente se producen en las obras públicas". Por ejemplo, un operario que trabaja en las obras del metro y que, por error, corta un cable de baja o media tensión. O también los casos de "fuerza mayor", fenómenos meteorológicos de especial gravedad. Como la caída de cientos de relámpagos en una noche o una tremenda riada que arrase con postes de electricidad.

Los casos fortuitos, que tienen "muy preocupada" a la compañía por su incidencia en el servicio -sobre todo, por la cantidad de líneas soterradas que hay en Barcelona y las dificultades para localizar y reparar la avería-, suman una tercera parte de los cortes. El resto son imputables a Fecsa, que admite que debe mejorar. La empresa ha creado un equipo de diagnóstico preventivo de problemas en la red soterrada. Un 30% de la red discurre bajo tierra en Cataluña.

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